Keiko Fujimori, la hija de Alberto, el “dictador democrático” condenado por violaciones a los derechos humanos, lidera la intención de voto para los comicios del año próximo. Los peruanos y el síndrome de la memoria corta.
Los peruanos navegan entre las profundas diferencias sociales que los separan, que no dejan de profundizarse a pesar del “boom” económico iniciado hace dos décadas, y una suerte de tendencia patológica a reiterar la elección de “outsiders” de la política, probablemente como medio de zafar de una situación que los agobia desde hace mucho, y de la que la dirigencia tradicional no atina a sacarlos. Desde el punto de visto político y social, parecen encontrarse en un “no lugar” y enfrentando un “no pasado”.
En enero pasado, el 49% de los peruanos estimaba que el próximo presidente sería alguien distinto a Alan García, Keiko Fujimori o Pedro Pablo Kuczynski, según una encuesta nacional en centros urbanos realizada por la consultora GfK. Sin embargo, la hija del ex presidente Alberto Fujimori está primera en los sondeos de intención de voto: el más reciente, de Ipsos Perú, incluso le otorga un 32% de adhesiones, apenas un punto menos que en diciembre pasado, según la medición de la misma empresa.
La encuesta rural-urbana de Ipsos, difundida el domingo pasado por la prensa limeña, advierte que si las elecciones se celebraran ahora, el segundo lugar lo ocuparía con un 14% de los votos Pedro Pablo Kuczynski, de nacionalidad estadounidense, ex ministro de Economía del Gobierno del ex presidente neoliberal Alejandro Toledo, y director de varias empresas en EEUU y Latinoamérica. Conocido por sus iniciales, PPK, Kuczynski ya fue candidato a presidente en las elecciones de 2011 con la organización política “Perú +”, pero ahora le cambió el nombre a “Peruanos por el Cambio”.
En tercer lugar, con el 11% de los votos, figura el dos veces presidente Alan García Pérez, líder del tradicional partido Aprista, quien enfrenta acusaciones en una comisión investigadora del Congreso. Pese a que su partido cuenta con solo cuatro parlamentarios en un total de 130 escaños, votan usualmente en alianza con Fuerza Popular, el partido fujimorista, y representan la oposición más evidente hacia el presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, presidenta del partido en el Gobierno, “Gana Perú”.
Por otro lado, Toledo vuelve a coquetear con la posibilidad de regresar a la Presidencia. El ex mandatario dejó hace ocho meses su cargo en la Universidad de Stanford para regresar a Perú y “fortalecer Perú Posible”, su partido, según declaró. Aunque no admitió aún que vaya a intentar un regreso al poder, Toledo tampoco lo niega. “Todavía no hemos tomado una decisión, veremos”, afirma cuando la prensa lo consulta.
Las investigaciones fiscales por la compra millonaria de inmuebles a nombre de su suegra y de uno de sus amigos más cercanos, un multimillonario peruano-israelí, han castigado su protagonismo y la aprobación que recibía. En el sondeo de Ipsos de abril aparece en cuarto lugar con un 7% de intención de voto.
Tres preguntas se repiten en la prensa peruana: quién representa el mal menor; quién podría ser el nuevo “outsider” (como Fujimori en 1990 y Humala, en 2006); y si se mantendrá la costumbre peruana de olvidar el pasado, en alusión a las denuncias de corrupción en los gobiernos de García, y las violaciones a los derechos humanos con Fujimori.
“Es una gran paradoja que tengamos una memoria colectiva muy frágil”, lamenta Toledo, y agrega: “Ella (por Keiko Fujimori), que le dio la espalda a su madre para favorecer a su padre y asumir como primera dama de un gobierno dictador, ¡disfruta de la democracia que nos costó recuperar y es candidata! No voy a decir más”.
Para los peruanos, entonces, se acerca una nueva definición política, en la que las opciones no difieren demasiado desde el punto de vista ideológico: la populista-conservadora hija de Fujimori, el neoliberal Kuczynski, el liberal-populista García o el neoconservador Toledo ofrecen un menú parecido: ajustes para los que menos tienen, ventajas impositivas para los inversores. Así luce el Perú “milagroso” de las últimas dos décadas.