Las reuniones que se venían llevando a cabo todos los viernes en el BCRA (las primeras algo tensas) bajaron de decibeles, al punto que ahora dejarán de verse los rostros semanalmente para pasar a una frecuencia quincenal.
El viernes estuvieron presentes, además de funcionarios del Central y de la AFIP, las cámaras que agrupan a los bancos, y directivos del área corporativa de Santander, Citi, HSBS, Galicia, Macro, Francés y Patagonia, entre otros, además de las entidades extrabancarias y de las redes Prisma y Red Link.
Ahora el panorama ya está más claro, pues la autoridad monetaria se comprometió a destruir $ 25.000 millones en billetes de $ 100 deteriorados en los próximos 30 días, a razón de $ 1000 millones diarios, más una tanda extra de $ 5000 millones one shot esta semana, de forma tal de cumplir con los $ 25.000 millones a lo largo de un mes.
En rigor de verdad, se estableció 10 millones de billetes por día, que sumarían $ 1000 millones en caso de ser todos de $ 100, pero las entidades tienen billetes de baja denominación (de $ 2 y de $ 5) en pésimo estado que ya ni se pueden usar y les ocupan mucho lugar, por lo que no les conviene tenerlos, ya que les ocupa mucho espacio físico en las bóvedas.
Como la capacidad de destrucción de billetes venía siendo muy escasa, aún no se habían podido desprender de ellos. Desde ya, no todos los bancos tienen las mismas necesidades, ya que hay entidades públicas que pagan jubilaciones y planes sociales que necesitan más “físico” que otras. Lo cierto es que la cifra de $ 25.000 millones surge porque es el monto que los bancos tienen en circulante en sus tesoros y no pueden incluirlo en la posición de efectivo mínimo.
Por ejemplo, los fondos que las empresas tenían en cuenta corriente no los podían colocar en tasas activas.
Este puntapié arroja una masa de normalización en el sistema y pone las cosas en condiciones como figurita de cambio para que los bancos acepten postergar 180 días el cobro de comisiones del 1% por depósito en efectivo a empresas.
De todas formas, no fue eso lo que las entidades anunciaron a sus clientes empresas. Quienes habían avisado que empezarían a cobrar desde marzo, anunciaron que lo postergaron hasta abril, y quienes iban a empezar desde abril lo postergaron hasta mayo. En todos los casos, los bancos aclararon que se irá viendo mes a mes, a medida que se vayan cumpliendo los compromisos acordados con el Central. Para lograrlo, en la Casa de la Moneda habrá una ampliación y optimización del uso de la máquina de destrucción de billetes que compraron los bancos, con más turnos de trabajo.
El foco ahora está puesto en que las empresas de cobranzas instalen en la primera quincena de abril tarjeta de débito para poder pagar las facturas (ya lo tienen acordado con Red Link, mientras con Prisma esperan hacerlo entre mayo y junio).
La premisa es que el que esté en blanco consuma en blanco: que los jubilados y beneficiarios de planes sociales empiecen a usar más los canales electrónicos. A su vez, que los comercios minoristas tengan las terminales para poder cobrar con tarjeta, por eso el incentivo de dársela gratis por dos años. Lástima que justo eliminaron la devolución del 5% del IVA, que era un beneficio concreto.