El crimen la aplica a diario a cualquiera que se cruce en su camino.
La tendencia criminal casi no ha tenido, en el último año, variaciones en cuanto a homicidios de integrantes de las fuerzas de seguridad. En los primeros 180 días de 2014 fueron asesinados 16 uniformados solo en la Provincia de Buenos Aires y en la Capital, y uno más en Santa Fe. En 2013, las víctimas uniformadas en el Área Metropolitana sumaron 33.
La mayor cantidad de muertos recayó en la policía bonaerense, con nueve víctimas; después, la Federal, con cuatro; y la Metropolitana, la Gendarmería Nacional y la Prefectura Naval, con una cada una.
El primer caído entre las filas de la Policía Federal fue el agente Miguel Alejandro Verón, de 28 años, asesinado el 17 de marzo pasado de un balazo cuando intentó detener a dos delincuentes que asaltaban a un taxista en el barrio de Flores.
El 20 de abril pasado, otro agente fue asesinado. Horacio Romero, de 22 años, fue acribillado de tres balazos por delincuentes que le quisieron robar la moto delante de su novia, en Pablo Podestá, partido de Tres de Febrero.
La tercera víctima fue el sargento primero Juan Castillo, de 44 años, quien murió cuando intentó frustrar un asalto en Villa Crespo.
El 9 de junio pasado, en Quilmes, el sargento primero Ramón Nieto, de 50 años, fue asesinado de dos tiros cuando acompañaba a uno de sus hijos a la parada de colectivos.
A esta lista habría que sumar al cabo Gonzalo Pérez, de 37 años, que se desempeñaba en la Delegación Santa Fe de la Policía Federal y fue muerto de un tiro y 14 puñaladas por delincuentes a los que fue a buscar porque instantes antes habían intentado robarle a su mujer, en Santo Tomé, el 3 de junio.
El miércoles pasado, el Ministerio de Seguridad de la Nación hizo un acto en homenaje a los integrantes de la Policía Federal caídos en cumplimiento del deber, en el cenotafio situado en el barrio de Núñez. En compañía del jefe y subjefe de la fuerza federal, comisarios generales Román Di Santo y Héctor Tebes, la ministra Cecilia Rodríguez entregó distinciones, medallas y plaquetas a los familiares de los efectivos fallecidos en 2013 y 2014.
“En un mundo cada vez más próximo, caracterizado por una sobrevaloración del consumo, el éxito, la notoriedad y el individualismo, la vocación policial constituye una misión imprescindible porque sabemos que la seguridad, ayer, hoy y siempre, estará en la base de las necesidades humanas”, dijo el comisario general Di Santo en su discurso.
Las víctimas de la policía bonaerense fueron Emanuel Salas, de 29 años, asesinado el 14 de enero en Tolosa; la sargento Bárbara Prieto, de 28, el 31 de enero, en Moreno; el subteniente Julio López, de 43, el 6 de febrero, en Loma Hermosa, Tres de Febrero; el sargento Diego Luongo, de 30, el 7 de febrero en Villa Centenario, Lomas de Zamora; el suboficial Emanuel Cisterna, de 26, en Villa Gesell, el 16 de febrero.
Completan la lista trágica el jefe del destacamento de la localidad bonaerense de Napaleofú, Raúl Véliz, 42, el 30 de abril; el subteniente Maximiliano Bedoya, de 27 años, en José C. Paz, ese mismo día; el subteniente Isaías Abreu, de 27 años, en Villa Centenario, Lomas de Zamora, el 9 de mayo, y el capitán Lino Rizzo, de 57, también en Villa Centenario.
La víctima de la Policía Metropolitana fue el oficial Javier Hidalgo, de 23 años, asesinado en Villa Ballester, el 15 de abril. Al gendarme Julio Solís, de 31 años, lo mataron cuando hacía tareas de vigilancia en un asentamiento de Sarandí, el 11 de enero pasado. Y el ex prefecto Leopoldo Giudicelli fue asesinado en San Fernando, en febrero.