La socióloga e integrante de la Academia Nacional de Educación, Marita Carballo, indicó en la 99.9 que la educación nunca es prioridad entre las preocupaciones de los argentinos porque otros temas se interponen en la agenda cotidiana como en este momento la inseguridad. “Se espera demasiado la formación valorativa en la escuela, pero no hay que dejar de lado el rol familiar”, agregó.
La educación es un tema clave para el desarrollo del país, pero sin embargo, no resulta importante en la lista de prioridades que tienen los argentinos. La socióloga Marita Carballo, entiende que se debe a que hay otras cuestiones que ocupan gran parte de la atención pública y no permiten que se instale en primera plana la educación.
Esta idea la extendió en la 99.9 donde advirtió que “venimos siguiendo hace 30 años la opinión pública en Argentina y vemos que en toda la década del 80, 6 de cada 7 personas consideraban a la inflación como el principal problema, era lo que más importaba y se perdía lo demás”. Luego abundó: “en el 95 apareció el desempleo con una fuerza que no habíamos conocido y tapaba todo también. Ahora aparece el tema de la inseguridad que ha crecido como principal preocupación. Dentro de esos ejes se movió la prioridad de los argentinos”.
En su carácter de integrante de la Academia Nacional de Educación, explicó los trabajos que realizaron y las estadísticas que arrojaron: “hay una opinión donde 4 de cada 10 personas señalan que la educación que es buena, 4 que es regular y dos que es mala. Es decir que 6 de cada 10 tienen alguna objeción. Pero cuando preguntamos como es la educación de sus hijos, 7 de cada 10 dicen que es muy buena. Hay un desfazaje muy grande que explica porque los argentinos no tenemos en el centro de nuestras preocupaciones a la educación”, remarcó.
Todos los esfuerzos gubernamentales no están orientados a un destino de crecimiento, sino que solucionan lo inmediato: “está década se ha hecho un esfuerzo en lo económico, pero no se ha avanzado en la calidad educativa”, remarcó.
Las encuestas que realizaron no sólo se han enfocado en los padres, sino también en los alumnos: “cuando le pedimos a los chicos del secundario que indiquen lo que para ellos era lo más importante en un colegio para que se transforme en bueno o malo; han puesto el foco en el docente, esperan mucho de ellos en muchos sentidos. Es un desafío enorme y muy bueno”, opinó.
Otro de los problemas que planteó fue la confusión que se establece entre los valores que debe dar la familia y los que debe aportar la escuela. “Se espera demasiado la formación valorativa en la escuela, pero no hay que dejar de lado el rol familiar. Se producen fricciones cuando los roles de los padres, los docentes y los directores no están definidos”, puntualizó.
Sin embargo, no es un camino sin retorno, hay maneras de poner el tema en boca de todos, porque los políticos tienen una razón para no prestarle demasiada atención: “para que volvamos a posicionar la educación argentina en el mundo debe haber una presión de la opinión pública y un trabajo conjunto de la sociedad civil, sino es difícil que los políticos se preocupen porque los resultados se ven en el mediano plazo”, agregó.
La educación se puede solucionar, pero para ello también es necesario un cambio social: “los argentinos tenemos una posibilidad de darnos cuenta que los problemas se solucionan cuando cada uno pone su granito de arena”, concluyó.