Como muestra del mal funcionamiento del servicio de salud municipal en los barrios, Virginia, vecina de la ciudad, brindó su testimonio sobre la atención que recibió: “me tuvieron 40 minutos esperando porque el médico había desaparecido; cuando volvió, me dijo que no tenía nada y estaba con 38 grados de fiebre”. Y agregó que, a pesar de todo eso, le recetaron un “medicamento para las vías urinarias”.
Las fallas en el sistema municipal de salud son conocidas, sobre todo desde que el CEMA entró en funciones y consume gran parte del presupuesto. Por ese motivo, la atención en las salas barriales tiene muchas carencias.
Virginia, vecina de la ciudad, se dirigió a la Salita de Guanahaní para ser atendida por un fuerte malestar, pero se encontró con varias sorpresas. Esta mañana en la 99.9, comentó: “estaba con dolor de espalda y el fin de semana, trabajando, empecé a sentir fiebre. El lunes a la mañana fui a la salita de Guanahaní, esperé como debía y me atendió un médico joven, le expliqué los síntomas que tenía y me mandó a hacer una placa. Fui a hacérmela y me dieron un papel que explicaba que no les funcionaba el equipo para imprimir la placa y lo tenía que retirar 8 días después porque la mandan al CEMA. Ellos lo pueden ver ahí, pero no se podía imprimir”.
Después de cumplir con todo lo que le habían pedido, empezaron los verdaderos problemas y las demoras en la atención: “esperé para que me atienda nuevamente el médico, pero no pasaba nada. Pregunté y me dijeron que estaba haciendo otra cosa. Las puertas se abrían y nunca salió. A esa altura ya tenía escalofríos y me sentía muy mal”.
Mientras seguía aguardando, llegó una mínima respuesta, pero no fue la adecuada “en un momento se abrió un box y una enfermera me dijo que le iba a avisar al doctor. Seguían pasando los minutos; después de 40 minutos, me dijeron que estaban viendo la placa. Lo cierto es que me cansé y fui donde estaban haciendo la placa pero el médico tampoco estaba. El doctor no estaba en ninguna parte”.
Claro que había una forma de que algo cambiara, por eso la vecina acudió al último recurso: “cuando pedí el libro de quejas, no pasaron dos minutos hasta que me llamaron y estaba el médico, que se llama Andrés Boix. Me dijo que nadie le había avisado nada y después agregó ‘tanto lío por 40 minutos, si va a una clínica privada la tienen esperando dos horas’. Le contesté que me sentía mal y que el problema era que no estaba atendiendo a nadie”.
Lo peor todavía no había sucedido, porque el nivel de indiferencia ante una persona que estaba evidentemente enferma no quedó allí. “Lo cierto es que me dijo que no tenía nada, cuando estaba con 38 grados de fiebre. Me dijo que siga trabajando y que en 48 horas vaya con la placa al médico para que la vea. Le pregunté si no me iba a medicar y me gritó ‘a ver, la señora se ganó un antibiótico’. Es un impresentable”, contó Virginia, incrédula.
El Dr. Boix no solo fue irrespetuoso sino que no está preparado para atender a las personas, y él mismo lo reconoció: “cuando le pedí que me dijera qué tenía, me dijo que no sabía leer las placas. A esa altura, era todo un griterío; la situación fue increíble. Me dio un antibiótico para las vías urinarias y me dijo que para los pulmones también servía”.
Una absoluta falta de respeto y de incompetencia, que corrobora las enormes falencias del sistema sanitario municipal de Mar del Plata.