En medio de la guerra narco, encuentran un arsenal en la villa de Retiro

Las armas estaban ocultas en un contenedor. En otro, había una “oficina” de venta de drogas. En el último mes hubo 7 crímenes en el barrio, ligados al enfrentamiento de tres bandas de peruanos y paraguayos.

CONTENEDORES-ARMAMENTO-DISTRIBUIDORACambian las autoridades, se traspasa la Policía Federal, se hacen anuncios, pero el panorama del narcotráfico sigue igual. Al menos en la villa 31 de Retiro: en un mes fueron asesinadas siete personas en venganzas vinculadas a la guerra de drogas que hay dentro del barrio. Y ahora se encontró un arsenal de armas que tenía escondido una banda narco en un contenedor, a sólo 150 metros de Barrio Parque, uno de los puntos más exclusivos de la Ciudad.
Según contaron fuentes policiales a Clarín, el martes al mediodía un grupo de policías de la brigada de la comisaría 46° llegó hasta dos contenedores: uno escondía drogas y el otro, las armas. Tres hombres, un argentino de 45 años y dos de nacionalidad peruana (de 24 y 28 años), fueron detenidos.
Los contenedores estaban en el predio de una empresa de logística en la calle Padre Mugica al 3000 (y el empalme Gallo que es una vía del ferrocarril Mitre), lindero a la villa 31 bis de Retiro. Es una especie de tramo rápido parecido a una autopista que parte desde la estación Retiro y desemboca en la calle Salguero, a la altura del circuito KDT. La base de la firma está partida al medio por una empalme de la autopista Illia que quedó en la nada, y está situada hacia el final de la villa, donde la geografía de ladrillos empieza a angostarse hasta casi desaparecer.
La firma tiene al menos dos playones: uno en el que se reciben los contenedores para la descarga y otro, en el que se acumulan los vacíos. Allí aparecieron las armas, a sólo 350 metros del Paseo Alcorta. El lugar tiene al menos dos entradas por Mugica con seguridad privada, aunque ayer en el playón en el que fue secuestrado el arsenal se había agregado personal de civil de la Policía Federal. De todas formas, Clarín pudo constatar que gran parte de los habitantes del asentamiento lo usa de pasaje.
“Agentes de la brigada observaron a un hombre sentado en el piso, apoyado contra un contenedor naranja. Después apareció otro y se pusieron a charlar. Cuando los policías se acercaron para identificarlos vieron que adentro del contenedor había una persona sentada cómodamente en un escritorio contando dosis de cocaína”, contó una fuente del caso. Era uno más de los 500 kioscos de drogas que, se calcula, hay en la villa.
Dentro del contenedor los agentes encontraron 77 dosis de cocaína y 752 de paco. Toda la droga estaba fraccionada en bolsitas listas para la venta. “Pero el hombre que habíamos encontrado sentado afuera (el argentino) tenía las llaves de otro contenedor”, indicaron las voceros.
Enseguida el personal de la brigada avisó a la jueza federal de turno, María Romilda Servini de Cubría, y al secretario Adolfo Pendibene. Desde allí respondieron con una orden de allanamiento. Los agentes abrieron el otro contenedor con las llaves del detenido: adentro había un arsenal de armas largas y cortas. También allanaron las casas de los apresados, en la villa 31 bis.
Según el parte policial, hallaron: una pistola Bersa Thunder calibre .380 con cargador completo, una carabina Mauser, una escopeta Mossberg, otra carabina sin inscripción ni número, un revólver Pucará calibre .38 y otra pistola calibre .45, sin numeración.
También había municiones como para enfrentar a un ejército: una caja con 39 balas 9 milímetros, 50 balas calibre .32 largo, 50 con la punta teflonada (provocan más daño, perforan chalecos antibala), 50 cartuchos calibre .380, 65 balas calibre .38, 28 balas calibre .45 y dos cargadores de FAL (fusil automático ligero) con 21 cartuchos y un juego de esposas policiales.
Las matanzas por droga en la villa de Retiro en los 90 y en pocos meses sumaron al menos 20 muertos. De un lado estaba el peruano Alionzo Rutillo Ramos Mariños (“Ruti”) y del otro, su ex socio, el también peruano Marco Antonio Estrada Gonzáles (“Marcos”). El primero se quedó con la 31 y el segundo, con buena parte de la 1–11–14, del Bajo Flores.
Ambos estuvieron presos y fueron liberados. “Marcos” se instaló en un country de Ezeiza y “Ruti” logró que lo expulsaran del país el pasado 23 de julio, pero controlaría sus negocios desde Perú.
Cuando “Ruti” cayó detenido se hizo cargo de la venta de drogas su compatriota César Morán de la Cruz, “El Loco”, hasta ese momento encargado de “expropiar” las casas donde instalaban los “kioscos”. En la villa cuentan que cometió al menos 10 crímenes. Hoy está preso, pero sigue manejando sus negocios y a su propia banda.
Ambos líderes están en guerra con una banda de paraguayos conocida como los “Sanpedrinos” (vienen de San Pedro, Paraguay), que ya dominan el barrio.
“En la villa hay unos 500 puntos de venta de droga. Con matanzas los ‘Sanpedrinos’ lograron quedarse con la mayoría de los ‘kioscos’ de la villa 31. Hasta hace unos años parecía imposible que corrieran a los peruanos”, resaltó a Clarín, asombrado, un puntero de la villa.
Desde el 26 de diciembre hubo siete crímenes narco. Ese día fue encontrado el cadáver de un joven atado de pies y manos con alambre, adentro de un tacho de basura de la terminal de micros de Retiro. En la primera quincena de enero fueron asesinados Leonel Ortigoza (16) y María del Valle Ibarra (26). El domingo 17, a las dos de la mañana, ejecutaron de cinco tiros a un vecino peruano. El martes 19, sicarios acribillaron en un pasillo a dos paraguayos, uno de los cuales tenía 14 años. Y luego apareció muerto un adicto al paco, apuñalado.