Un hospital atiende 300 consultas de síndrome febril cada ocho horas.
En Misiones, la población está aprendiendo a la fuerza a convivir con los síntomas del dengue. El dolor en el cuerpo, la temperatura y la debilidad que provoca el virus, aun cuando se trata de uno de sus subtipos más leves, describen la dimensión real de una epidemia que en cualquier momento podría combinar los efectos de tres virus.
“Me dio positivo”, logra balbucear Analía Romero, en la puerta de la Guardia del Hospital Escuela Ramón Madariaga, de Posadas. Con la ayuda de su esposo, sale a paso lento, con dificultad. Se recuesta contra la pared y está agitada. “No me deshidraté. Por eso me mandan a casa”, le dice a su marido. Le entrega un papel con los recaudos que debe tomar y la recomendación de volver al hospital si los síntomas continúan. “Como hay muchos casos, no me pudieron hacer un análisis. Pero me dijeron que era dengue -cuenta a LA NACIÓN-. Hace cuatro días empecé con dolor de cabeza y ayer, con fiebre. Estoy muy mal.”
El hospital es una muestra concluyente de los efectos de la epidemia: recibe un promedio de 300 consultas por síndrome febril cada ocho horas.
El hospital está ubicado en un predio conocido como el Parque de la Salud, porque allí conviven otros centros de atención, como el Hospital Materno Neonatal y el Hospital de Pediatría Dr. Fernando Barreyro.Sus guardias también están saturadas de consultas. En la de la maternidad, por ejemplo, atienden a unas 90 embarazadas por día. Más de la mitad llega con fiebre alta, sarpullido, dolores musculares y de cabeza, entre otros síntomas que comparten el dengue, la fiebre de chikungunya y la enfermedad por zika.
“¡Uf! Hay muchas consultas: por prevención, pero también porque tienen los síntomas -dice una de las empleadas, donde se anuncian las pacientes-. Es dengue. Por ahora, no hubo casos de los otros virus.”
El ministro de Salud provincial, Walter Villalba, asegura que entre anteayer y ayer bajaron un 50% las consultas en los hospitales: “Pensamos que habrá un aumento de las consultas en unos 10 o 15 días por el recambio turístico y las precipitaciones que se pronostican. Esperamos una disminución de la epidemia hacia fin de mes. Pero todos los años, el dengue se comporta distinto y nos puede dar una sorpresa”.
Hasta ayer, había 2450 casos notificados en la provincia. Las estadísticas sanitarias locales señalan que el 95% son casos importados (personas que viajaron a zonas afectadas) y que sólo el 5% son autóctonos. “Seguramente, serán más -indicó Villalba-. El cruce fronterizo a Encarnación (Paraguay) o Foz de Iguazú (Brasil) es cotidiano acá y, seguramente, cuando termine la epidemia tendremos más casos notificados”, anticipa. Se estima que alrededor de un cuarto de los pacientes ya está recuperado.
Desde la Federación de Médicos de Misiones aseguran que es muy alta la demanda en los hospitales, los centros privados y los consultorios particulares. Y en las últimas semanas, creció la cantidad de embarazadas que en los primeros meses de gestación suspendieron el veraneo programado en Brasil.
“Todos los días nos enteramos de que una persona está con dengue. No recuerdo un brote como el de esta temporada. Se nota en la población, es el comentario en las charlas cotidianas. Este fue el brote más importante que recuerde en la provincia”, dice Ubaldo Astrada, secretario general de la federación.
Comenta que el mes pasado los hospitales públicos tuvieron que reforzar la atención de las personas con síndrome febril con los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS) y cuatro consultorios móviles. Los sanatorios reforzaron las guardias, sobre todo las pediátricas, y crecieron enormemente las consultas en los consultorios particulares, desde donde se derivan al hospital los casos más graves o que necesitan alguna prueba de laboratorio.
Es de tarde, y en la Guardia del Hospital Madariaga no baja el ritmo de atención. El paciente que llega con síntomas compatibles con el dengue, pero sin fiebre, pasa a un pasillo que da a los consultorios. Si tiene fiebre, va al Consultorio de Atención Febril, detrás de una puerta vidriada. Es un espacio improvisado con sillas y dos boxes con camillas en el hall, que da al sector de internación del área de atención de emergencias. “Les tomamos la temperatura y les aplicamos suero para hidratarlos y administrarles la medicación, si así lo necesitan. Eso puede demorar entre 40 minutos y una hora. Cuando están compensados, los enviamos a la casa. Les explicamos que los síntomas van a perdurar y les pedimos que vuelvan si se tornan intolerables”, cuenta Lorena, la enfermera a cargo.
“No más del 30% de los que consultan por fiebre tiene temperatura cuando lo controlamos”, precisa Orlando Querencio, jefe de la Unidad de Cuidados Críticos del hospital.
El caos que se generó por el aumento de las consultas obligó a aprender sobre la marcha. La espera en la Guardia llegaba a las cuatro horas. “No se estaban notificando los casos por una sobrecarga en las consultas por síndrome febril”, admite Oriel Sosa, coordinador asistencial del Madariaga. A diferencia del ministro, asegura que ya todos los casos son autóctonos.
Ahora, sólo a uno de cada 10 o 20 pacientes con síntomas sospechosos de dengue, chikungunya o zika se le hacen las pruebas de laboratorio para confirmar el diagnóstico. “Es para el muestreo de vigilancia epidemiológica -agrega Sosa-. Todos los estudios son positivos para dengue, el serotipo DEN1, así que sabemos que el virus está circulando. Al comienzo, en diciembre, en los primeros casos se les pedía a todos los pacientes la prueba de laboratorio. Eran entre 20 y 50 por día en Misiones. Ahora, hacemos un muestreo porque está declarada la epidemia.”
Fuera de la Guardia, un hombre se abanica con un papel. Son las indicaciones impresas para los próximos días. “Tenía 41 grados desde anteanoche y desde hace unos días me dolía todo el cuerpo. Hoy empecé a sentir que alguien me aprieta la cabeza y que los ojos se me hunden”, cuenta Benjamín Sosa, de 61 años. Lo acompañan su esposa y su hija con un bebe en brazos. “No, él está bien por suerte -dice, señalando al pequeño-. Pero en mi barrio, hay mucha gente con lo mismo que yo.”