“En Nueva Caledonia ganará el no a la independencia”

Philippe Gomès, diputado de la Asamblea Nacional francesa.

Los habitantes de Nueva Caledonia, un archipiélago francés en el océano Pacífico, a 17.000 kilómetros de la metrópoli, votarán el próximo 4 de noviembre en un referéndum de autodeterminación. La pregunta dice así: “¿Quiere que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y devenga independiente?” Los sondeos anticipan una cómoda victoria del no, pero si el resultado fuera más apretado del previsto, el debate podría no quedar cerrado y sería imaginable otra consulta en el futuro. El Gobierno francés mantiene oficialmente la neutralidad y no hace campaña, aunque es obvio que prefiere que el territorio no se separe. En los años ochenta del siglo pasado, se desató en Nueva Caledonia –que pertenece a Francia desde 1853 y cuenta con unos 270.000 habitantes– un grave enfrentamiento armado. Hubo acciones terroristas de los independentistas canacos (el pueblo autóctono) y la consiguiente represión del Estado francés. Finalmente se llegó a un acuerdo político sobre una amplia autonomía y la posibilidad futura de votar sobre la independencia. En una conversación con La Vanguardia, Philippe Gomès, diputado de centroderecha en la Asamblea Nacional, en París, y expresidente del Ejecutivo de Nueva Caledonia, expresó su convencimiento de que el no triunfará, por motivos demográficos y porque incluso un sector de los independentistas ve inviable un Estado propio. Gomès, de 59 años, nació en Argelia cuando ésta era francesa. Su abuelo paterno, natural de Alicante, se apellidaba Gómez. Pero cuando al hoy diputado lo registraron, en Argelia, hubo un error y nunca se subsanó. Siendo adolescente, Gomès y su familia se mudaron a Nueva Caledonia, donde su padre era funcionario de policía.

¿Por qué está tan confiado en que ganará el no?

Estoy seguro de que la mayoría de la población, siete ciudadanos sobre diez, votará no a la independencia. ¿Por qué? Porque en las elecciones de los últimos 20 años, el 60% ha apoyado a candidatos no independentistas. No veo por qué en el referéndum debería votarse en modo diferente que en los comicios provinciales y locales. Es más, pienso que habrá ahora incluso un 70% porque es un escrutinio diverso. En las elecciones locales se expresa una sensibilidad, una filosofía, y (los canacos) razonan pensando en la lucha que libraron sus mayores.

¿Por qué será distinto ahora?

Ante el referéndum la cuestión no es si votar una lista independentista, sino plantearse si mi país está preparado para convertirse en un Estado independiente y asumir el conjunto de competencias. Creo que un cierto número de caledonios que votan independentista en las elecciones lo harán contra la separación o se abstendrán porque incluso si son independentistas, consideran que su país no tiene los medios para convertirse en un Estado independiente.

¿En qué ha cambiado la situación respecto a hace 30 o 40 años, cuando el independentismo generó violencia? ¿El deseo secesionista de la población canaca es menos fuerte?

En el momento de la reivindicación independentista había tres cuestiones que la alimentaban. La primera era el reconocimiento de la identidad canaca, que en aquella época lo estaba poco o nada. Hoy está plenamente reconocida. Hay un centro cultural canaco de notoriedad internacional, el centro Jean-Marie Tjibaou (el histórico líder canaco, asesinado por otro miembro de su etnia, en 1989), obra del arquitecto Renzo Piano. Tenemos las instituciones tribales tradicionales, los consejos de ancianos; la toponimia canaca de los lugares ha sido restablecida, la enseñanza de la lengua y la cultura canaca en la escuela. También se devolvió a los canacos 100.000 hectáreas de tierra que había sido expoliada por la colonización. Así que la reivindicación identitaria, que estuvo en el origen de la reivindicación independentista, hoy ha sido ampliamente satisfecha.

¿Cuáles son las otras razones?

Los independentistas decían que no querían ser gobernados por Francia, que querían gobernarse por sí mismos. Pues bien, 30 años después, ahora nos autogobernamos en todos los aspectos de la vida social, salvo en las competencias soberanas, como el orden público, la defensa, la justicia y la moneda. Las cosas han cambiado profundamente. Y la última razón eran las condiciones de vida. Había un contraste muy fuerte entre el norte (mayoritariamente canaco) y el sur (con habitantes de origen francés y otros europeos). Después de lo que nosotros llamamos “política de reequilibrio”, la población canaca tiene las mismas condiciones de vida en términos de escuelas, suministro de agua potable, carreteras asfaltadas. Por tanto, los tres motores de la reivindicación independentista, la identidad, el gobernarse por sí mismos y la igualdad de condiciones de vida han sido satisfechas. Muchos de quienes lucharon por la independencia piensan que su combate dio sus frutos y que hay que pararse aquí.

Con todo, Nueva Caledonia está a 17.000 kilómetros de Francia. ¿No puede reavivarse el independentismo en el futuro?

La reivindicación independentista subsistirá porque la civilización canaca tiene 3.000 años. Sin todas esas poblaciones europeas y de Oceanía que se asentaron aquí desde hace 165 años y construyeron el país, Nueva Caledonia sería sin duda un Estado independiente como los otros países melanesios de la región, las islas Fidji, las Salomón o Vanuatu. La diferencia con nosotros es que la historia se escribió como se escribió y hoy, sobre las 175.000 caledonios que votarán, 80.000 son de origen canaco y 94.000 son caledonios de origen no canaco. Que los autóctonos y quienes vinieron después y construyeron el país decidan juntos fue algo consensuado entre Jean-Marie Tjibaou y Jacques Lafleur (líder unionista) hace 30 años en los acuerdos de Matignon. Nuestra trayectoria histórica es singular y diría que única en el mundo. Aunque una parte de los canacos sea todavía independentista, la composición demográfica es la que es. Francia es el vínculo entre todos nosotros, su lengua, los valores de la República, la escuela pública. Además, Francia nos protege. Somos un pequeño país de menos de 300.000 habitantes. Eso no es nada. Tener policía, defensa y justicia no es viable, no es realista, en términos financieros y humanos. Tampoco es realista en términos de imparcialidad. En un pequeño Estado se corre el riesgo de caer en el control de los clanes. La República nos protege también de los predadores exteriores como China, que está colonizando todo el Pacífico. A buen seguro colonizaría con rapidez Nueva Caledonia porque poseemos las segundas reservas del mundo de níquel. Es algo que suscita muchos apetitos.

Aunque las circunstancias son muy distintas, ¿ha seguido la cuestión catalana? ¿Qué opina?

Sí, sin duda. Creo que todos los pueblos que, por historia, poseen una identidad muy fuerte y que fueron reprimidos en un determinado momento, como sucedió en España, tienen el derecho de existir por ellos mismos. Es legítimo. Pero si se permite en Europa que cada identidad exista por sí misma, iremos hacia una balcanización y eso no es aconsejable.