Marcelo Schiaffino, de 38 años, mató a su pareja, Jésica Ocampo, de 23, en la visita íntima que tenía permitida y que duraba 96 horas. El propio preso, condenado por prostituir y torturar a una menor, confesó el hecho. Como consecuencia, fue echado el director de la Unidad Penal.
Gualeguaychú vive momentos de incertidumbre, después de que un preso matara en el penal a su pareja. El director del Servicio Penitenciario entrerriano resaltó que “no hay una forma legal de evitar esto”, en referencia al crimen en ocasión de una visita al penal. Estas conductas, de todos modos, ya habían llevado a que Marcelo Schiaffino, estuviera al menos en cuatro unidades penales.
Paralelamente con el desarrollo de los festejos por los carnavales en una ciudad emblemática en este sentido, la Unidad Penal Nº2 estaba en silencio. En una de las tres unidades familiares que tiene la cárcel, Marcelo Schiaffino, de 38 años, condenado previamente por prostituir a una menor, fue visitado por su pareja, Jésica Ocampo de 23, junto a la hija de la mujer de 1 año y medio.
Las visitas íntimas para los presos no pueden exceder las 96 horas mensuales que pueden completarse en 24 por semana o todas juntas una vez al mes. Schiaffino y Jésica habían elegido esta última.
En el acta que firmó en noviembre delante del defensor de Pobres de la ciudad, la joven afirmó que tenía una relación con el condenado desde hacía tres años atrás, pero en los últimos tres meses comenzaron sus visitas a la cárcel. En algún momento entre el sábado a la tarde y el martes al mediodía, el preso la asesinó.
“Hasta el martes no había habido inconvenientes ni novedades, transcurría todo normal”, contó el director del Servicio Penitenciario de Entre Ríos (SPER), Horacio Pascual, en diálogo con la 97.1, La Red Paraná. Tanto guardias como celadoras pasaban tres veces al día para el desayuno, el almuerzo y la cena, pero no notaron nada extraño. Al momento del almuerzo del martes, llevaron la comida para los tres pero vieron a la niña caminando por el pasillo. Ahí le preguntaron a Schiaffino por su pareja y les dijo que se estaba bañando y le creyeron porque se podía oír el ruido del agua de la ducha. Tres horas después, él mismo llamó a los penitenciarios y cuando llegaron y abrieron la puerta, confesó: “la maté”, les dijo.
Esta situación trajo algunos recuerdos a la memoria del director del SPER y los agentes penitenciarios. “Hace unos cuantos años, unos 15 años atrás, hubo otro hecho similar en la misma unidad penal donde un interno dio muerte a su esposa a través de la inhalación de gas de una garrafa que estaba en la cocina que se comparte del pabellón de la unidad familiar”, contó.
La familia de la víctima, por su parte, negó la relación entre el interno y la joven. “Esta muerte no debió haber sucedido, nadie controla nada parece. Ella seguía viniendo porque estaba amenazada, él no puede salir pero tiene gente afuera que manda. Ya el año pasado le pegó y la mandó al hospital por varios días”, relató un hombre a Radio Máxima, y agregó: “Queremos hablar con el fiscal, no queremos que salga nunca más de acá adentro”. Más tarde, fueron recibidos por Lisandro Beherán, y les entregaron el cuerpo de Jésica para velarla.
El director del penal destacó: “No hay forma legal de evitar esto, el único derecho que los internos tienen coartado es la libre circulación, y todos los demás lo tienen permitido a través de la Ley Penitenciaria nacional y la provincial que adhiere. Y como tal tienen derecho a la privacidad”. Sobre el momento de las visitas íntimas, agregó: “Nosotros lo que hacemos es un control en la circunstancia de la entrega del desayuno, el almuerzo y la cena. De no mediar algún pedido de auxilio o un grito que pudieran alertar a la guardia no se concurre a ese espacio, que no está contiguo a la guardia en sí ni tampoco a los lugares de alojamiento del resto de la población penal. Por una cuestión obvia: estamos hablando de la privacidad del interno con su pareja”.
Schiaffino estaba allí por una condena a 13 años de prisión por esclavizar y explotar sexualmente a una chica de 15 años en Gualeguaychú. La secuestró, la torturó y la prostituyó. Con 29 años ya era el líder de una banda que prostituía mujeres y estaba integrada por su madre y sus tres hermanos. Desde ese momento, “es un interno que ha sido muy variable en su conducta en las unidades penales, porque ha sido trasladado desde la de Gualeguaychú a la de Gualeguay, a Paraná, inclusive hasta fuera de la provincia. No obstante, a través del tiempo ha sido abordado por equipos interdisciplinarios de psicólogos, psiquiatras, ha estado medicado, se le han abordado los tratamientos, y ha ido avanzando en el régimen progresivo de la pena. A un punto tal de llegar a la posibilidad de una salida transitoria sociofamiliar concedida por el juez de Ejecución de Penas, donde en la primera salida no volvió en tiempo y en forma, fue declarado prófugo, y recapturado días posteriores por personal del SPER. El juez suspendió el beneficio de la salida transitoria, pero esto no hace posible suspenderle la posibilidad del usufructo de la unidad familiar”, contó Pascual.
Ahora, está en una celda individual, ya que aseguraron en el penal “haber recibido algunas manifestaciones de algunos internos con cierto tono de agresividad con él por el hecho que llevó a cabo”. En consecuencia evalúan trasladarlo a otra cárcel.
Después de este hecho, el director de la Unidad Penal de Gualeguaychí, subprefecto Santiago García, fue relevado de su cargo.