En una provocación a Putin, Kiev desmantela su último resabio del imperialismo ruso

La emblemática estatua, que se instauró en Kiev mientras Ucrania pertenecía a la URSS, será modificada para acabar con los “símbolos imperialistas” de Rusia; el escudo soviético -que terminará se desmantelarse en cuatro días-, será reemplazado por el ucraniano de tridente dorado.

Es un domingo tranquilo. Hay gente, chicos, familias, paseando por los parques verdes de Kiev con vistas al río Dniper, tomando un café o un helado y los fanáticos del fútbol se preparan para ver el partido de la Premier League de Ucrania entre Dynamo-Kiev -el club local- y el FC Minaj. Si no fuera por el toque de queda, las bolsas de arena que protegen los edificios públicos, las trincheras en lugares sensibles y los tanques rusos capturados al enemigo -resabio de esa toma de la capital que nunca se dio- a los que los chicos se suben, como en un juego, uno hasta se olvidaría que estamos en guerra.

Es un domingo tranquilo en Kiev y, también, un domingo histórico. Después de al menos dos décadas de discusiones, problemas técnicos e idas y venidas, han comenzado a desmantelar uno de los pocos símbolos de la Unión Soviética que quedaban en Ucrania.

Se trata del escudo soviético con la hoz y el martillo que lleva en su mano izquierda la monumental Estatua de la Madre Patria que se levanta en la parte alta del enorme Museo Nacional de la Historia de Ucrania. Se encuentra en una estatua colosal hecha de acero inoxidable con forma de mujer, una espada en una mano, un escudo en la otra, de 102 metros de altura y 560 toneladas de peso, que domina Kiev. Grandiosa, la estatua se inauguró en 1981, cuando Ucrania formaba parte de la URSS, de la que se independizó en 1991. Y es 9 metros más alta que la Estatua de la Libertad de Nueva York, reflejo de la competencia URSS-USA de la Guerra Fría.

Una cuadrilla de obreros con chalecos naranja, sogas y andamios, se ha subido hasta la mano izquierda de la enorme estatua. Y, tras una operación más que compleja a nivel técnico, ha logrado desmantelar un primer pedazo del “maldito” escudo soviético, aquí detestado como todo lo que tenga que ver con Rusia. Lograron bajar un trozo alargado con forma de espiga de 80 kilos, ante el cual, con los dedos en forma de V de la victoria, ahora los obreros se sacan fotos.

“Mucha gente soñó durante años poder liberarse, soñó poder ser independiente. Y comenzar a sacar el escudo con la hoz y el martillo es un momento totalmente histórico para nosotros: es el último símbolo del imperialismo que se refleja en la brutal agresión soviética”, explica Yurii Savchuk, director del Museo Nacional de Historia, ante un puñado de periodistas que tuvieron acceso al lugar, cerrado al público desde el comienzo de la guerra. “Para mí, es un momento emocionante. Además, encontrar la energía de hacerlo en este momento tan duro, en plena guerra, cuando los rusos podrían atacar en cualquier momento, es doblemente histórico”, agrega Yurii, con sus ojos celestes llenos de lágrimas.

Fue a partir de 2014, después de la revolución de Maidan en la que los ucranianos con sangre dijeron que ya no querían estar bajo gobiernos títeres de Vladimir Putin, sino junto a la Unión Europea -el origen remoto de la actual guerra-, que comenzó la des-sovietización de Ucrania. Esta implicó el derribamiento de estatuas de Lenin y cambio de nombres y monumentos en toda Ucrania.

Pero aún quedaba el escudo soviético de la estatua de la Madre Patria, la más monumental de Kiev. Algo ya no digerible después de más de 520 días de una guerra que provocado cientos de miles de muertos, destrucción sin precedente, crímenes de guerra atroces y ha trastocado el mundo.

El escudo soviético -que terminará se desmantelarse en cuatro días-, será reemplazado por el ucraniano de tridente dorado. Además de este cambio, otra provocación de Kiev al “asesino y loco” Putin, aún no se sabe si la monumental estatua seguirá llamándose de la Madre Patria, o si, también, cambiará de nombre. “Para mí debería llamarse Madre Ucrania”, asegura Alina, nuestra intérprete, que cuenta que probablemente habrá una consulta popular al respecto y que tampoco quiere saber más nada con todo lo que tenga que ver con los agresores rusos.

A diferencia del Muro de Berlín, que cuando fue desmantelado en buena parte fue hecho pedazos y hasta vendido, no pasará lo mismo con el escudo soviético. “La verdad es que nos propusieron hacer algo parecido al Muro de Berlín, pero no lo vamos a hacer, queremos preservarlo”, asegura Yurii.

Desde que comenzó la invasión, el 24 de febrero de 2022, la parte del Museo Nacional que incluye la emblemática Estatua de la Madre Patria, se encuentra cerrado al público. Demasiado peligroso sería subirse con el ascensor a su mirador. Podría ser un objetivo de los ataques con misiles que los rusos lanzan cada tanto contra esta capital, más bien de noche cuando es más difícil que sean detectados por los sistemas de defensa. Puede verse allí mismo, a pocos metros, una posición de defensa, con militares atrincherados entre unos árboles.

No obstante, en este domingo de sol, calor, humedad y llovizna de a ratos, se ven varias personas paseando como si nada, tomando algo y sacando fotos en esta zona de parques y monumentos de los más emblemática. Muchos visitan la exhibición “La crucifixión de Ucrania”, que ganó un premio internacional y muestra los resabios dejados por los rusos en las zonas ocupadas al norte de Kiev, destruidas, violadas y luego abandonadas, al comienzo de la invasión, hace más de 520 días.

Reina un clima extraño en Kiev, ciudad a la que se llega sólo por vía terrestre desde Polonia después de 12 horas de tren. Puede parecer que la guerra ha terminado. Todo funciona perfectamente -supermercados, metro, centros comerciales, restaurantes- y sólo hay un toque de queda desde la medianoche hasta las cinco de la mañana. La guerra, que en verdad se libra en la región del Donbass, en el sudeste, lejos, ha sido normalizada. La gente ha aprendido a convivir con ella y con el ulular de las sirenas que advierten de ataques aéreos, lo mejor posible. Da vueltas una broma que refleja la normalización del conflicto, por la que un marido le pregunta a su mujer: “¿Los rusos atacan con misiles nucleares o normales?”. “Normales”, contesta ella. “Y entonces por qué me despertás?”, replica él.

“Sí, es verdad, podría caer un misil ahora mismo”, admite a LA NACION Andrii Romanenko, uno de los obreros que ha colaborado para comenzar a desmantelar el escudo soviético de la Estatua de la Madre Patria, que también parece haber normalizado la guerra. “Pero no me preocupa, nuestros militares nos defienden, no tenemos miedo”, asegura. “Pronto llegará la victoria”, agrega y, señalando esa parte del escudo soviético que ya no está en el monumento más importante de Kiev, insiste: “hoy para nosotros es un día histórico”.