Un futbolista argentino, ídolo en los 40 y 50, fue una de las víctimas de la tragedia.Una expedición de montañistas halló una aeronave que en 1961 se había estrellado en Los Andes. El vuelo transportaba al equipo chileno Green Cross.
Uno de los grandes misterios de los accidentes de aviación acaba de quedar resuelto. Un grupo de montañistas chilenos hizo historia al encontrar en la cordillera de Los Andes los restos de un avión que se había estrellado hace más de 50 años y que transportaba a parte del plantel de Green Cross, que tenía como gran figura al argentino Eliseo Mouriño, uno de los grandes caudillos de la historia del fútbol argentino.
El 3 de abril de 1961, el aparato Douglas DC-3 de la aerolínea Lan procedente de Osorno, en el sur, y con destino a Santiago, desapareció en lo alto de la montaña y sus restos nunca fueron encontrados, convirtiéndose en uno de los mayores enigmas de la época. En el avión viajaban 24 personas, entre ellas 8 integrantes del primer equipo de Green Cross así como el entrenador, Arnaldo Vásquez Bidoglioy, y el masajista, Manuel González.
El equipo volvía de jugar un partido de la Copa de Chile y se dividió en dos vuelos. Uno nunca llegó a destino, en una de las peores tragedias del fútbol chileno, que en su momento causó conmoción en todo el mundo. Tan grande fue el impacto que años después, en 1965, el club se disolvió y se mudó a Temuco.
La búsqueda de los restos del avión se alargó durante más de una semana y resultó infructuosa. Los funerales del equipo fueron multitudinarios y simbólicos porque no se hallaron los cuerpos. Incluso circularon leyendas de que los ataúdes fueron llenados con piedras.
Esta semana un grupo de montañistas encontró a 3.200 metros de altura, en la cordillera de Linares, 360 kilómetros al sur de Santiago, los restos completo del avión, lo que por casualidad desentrañó uno de los misterios más antiguos entre los lugareños. Varias expediciones habían tratado infructuosamente de encontrar el avión.
“Fue un momento muy sobrecogedor y se sentían sensaciones de todo tipo. Se podía sentir la energía del lugar, se podía respirar el dolor”, relata Leonardo Albornoz, un miembro de la expedición que realizó el hallazgo.
El grupo descubrió sin necesidad de desenterrar buena parte del fuselaje, mucho material esparcido e incluso restos óseos. “Descubrimos la hélice que estaba semienterrada, pero seguramente que tiene que haber muchas historias debajo de esas piedras’’, afirma Albornoz.
El hallazgo servirá para reescribir la historia, puesto que los restos del avión fueron hallados en un lugar diferente al indicado por las publicaciones oficiales. Aunque la expedición no reveló el lugar exacto del hallazgo, por respeto a los familiares y para evitar que el lugar se convierta en un punto turístico. “Sabemos que estos lugares son muchas veces tomados como trofeos, para que la gente extraiga cosas, se lleve recuerdos”, explica Albornoz.