El 70% de la población de la estepa, en Chubut, no cuenta con electricidad en su casa; los proyectos apuntan a empoderar a las familias y darles también una salida laboral.
Nahuel Ancina camina de espaldas a la cámara transmitiendo lo que en realidad siente: los flashes no son lo suyo. “Yo soy carpintero y herrero”, dispara. “Pero cuando vi esta posibilidad de educar, de llevar mis conocimientos a alguien y que ese alguien los aproveche, me dio un sentido.”
Nahuel es el protagonista de un proyecto educativo y social que lleva adelante la fundación Cruzada Patagónica en la escuela agrotécnica de Cholila, en Chubut.
A través de la materia Proyectos Tecnológicos Solidarios, que está a su cargo, construyen generadores eólicos para las familias de sus alumnos que provienen de la estepa patagónica. “El 70% de la población rural dispersa de Chubut no cuenta con energía eléctrica domiciliaria”, dice el video institucional de la Fundación. Una realidad que se vive en la mayoría de las zonas rurales del país, donde cerca de un millón de personas se encuentran en la misma situación, de acuerdo a datos del Indec.
A lo largo del año, los alumnos de la escuela de Cholila construyen un aerogenerador y al final del periodo lectivo lo instalan en la casa de la familia elegida. Los chicos también participan de un primer viaje de diagnóstico, durante el cual conocen la realidad que se vive en el campo. “Entonces deja de ser una materia y se vuelve algo personal,” cuenta Nahuel. “Lo que más me interesa es que ellos sean solidarios y que esta experiencia los marque”, concluye.
Benoit Andrieu, Jefe de Enseñanza Práctica de la escuela, contó a LA NACION que ya hace dos años realizan estos proyectos y que de momento se trata de una experiencia educativa y solidaria pero que a futuro su desafío es pensar una estrategia para darle mantenimiento a los aerogeneradores que van instalando y, por qué no, generar una posible salida laboral para los chicos.
Molinos en los parques nacionales
El guardaparque Fernando Cembalo, a cargo del programa de energías alternativas de la Administración de Parques Nacionales (APN), tuvo una idea parecida hace tres años. Ya venían instalando paneles fotovoltaicos en los puestos de los guardaparques desde el año 2004 y, dada la limitante solar y los reconocidos vientos constantes, vieron la necesidad de incorporar tecnología eólica en los parques patagónicos.
“Estas áreas naturales se encuentran generalmente ubicadas en zonas poco pobladas y casi no poseen interconexión con las redes eléctricas nacionales. Por ello, resulta necesario abastecer las viviendas de los guardaparques con energía eléctrica mediante sistemas alternativos de generación”, explicó Cembalo.
“Instalamos un primer molino eólico en 2013 en una sede del Parque Nacional Nahuel Huapi, con un datalogger prototipo para evaluar la eficacia energética y resistencia de materiales en condiciones climáticas adversas”, contó Cembalo.
Este proyecto se llevó a cabo con la colaboración la ONG 500RPM, la Asociación Argentina de Energía Eólica, el ingeniero Jonathan Leary, coordinador de la red internacional Wind Empowerment y la participación de estudiantes secundarios del Colegio Tecnológico del Sur, una escuela técnica local, ya que se realizó con el propósito de fomentar la participación local para lograr una concientización en el uso de las energías renovables.
La experiencia fue positiva y durante 2015 y 2016 instalaron turbinas eólicas de baja potencia de diseño Piggott en los parques nacionales Nahuel Huapi, Los Glaciares, Monte León y Tierra del Fuego, siendo este último el “molino más austral del mundo”, como le gusta decir a Cembalo. Y prevén la instalación de nuevos aerogeneradores en otros parques no sólo patagónicos sino también del centro e incluso norte del país.
Las bajas temperaturas del sur constituyeron un desafío para el equipo de renovables de la APN. Tuvieron que solucionar temas como los de hielo sobre las aspas (se pintaron con pintura epoxi color negro), principio de congelamiento de las máquinas, cenizas volcánicas, protección de los sistemas de almacenaje de energía (se fabricaron cajones aislados térmicamente), granizo, etc.
El potencial eólico de la estepa
Condiciones similares debieron enfrentar profesionales y técnicos del Centro Atómico Bariloche (CAB) en las cercanías de la localidad de Ingeniero Jacobacci, en la estepa patagónica de la provincia de Río Negro, donde desarrollan desde hace más de 20 años actividades de transferencia de tecnología para pobladores rurales. A fin de lograr la sostenibilidad en el tiempo de sus acciones trabajan en conjunto con organizaciones locales, que garanticen el seguimiento y mantenimiento de los equipos, tales como la Cooperativa Ganadera Indígena, la Cooperativa de Agua y Servicios Públicos y la Cooperativa de Trabajo Surgente.
Luego de varios años de trabajar en el abastecimiento de agua, a mediados de 2015, fabricaron e instalaron el primer aerogenerador en la vivienda de uno de los cooperativistas que viven en la estepa con el objetivo de probar su eficacia en condiciones de fuertes vientos para brindar electricidad a pequeños productores rurales. La prueba fue un éxito y decidieron continuar adelante con la tecnología apoyando la creación de un taller de fabricación en las instalaciones de la Cooperativa de Agua de la localidad.
El ingeniero Sebastián Gortari, junto con profesionales de la Fundación Bariloche, son quienes lideran estas iniciativas desde el Grupo de Conversión y Uso Racional de la Energía del CAB. “El objetivo es poder llegar a varios cientos de familias de pequeños productores rurales que viven en la estepa lejos de la red,” comentó Gortari a LA NACION.
La estepa patagónica es una de las ecorregiones más extensas del país, comprendiendo 487.176 km2 (el 17% del territorio). Y es una de las áreas más ventosas del mundo. Allí, cerca de 100.000 personas viven en zonas rurales dispersas, según datos del Indec.
Empoderar a esas personas a través del uso de tecnologías simples y eficientes que pueden cambiar la realidad que viven es uno de los objetivos que persigue Gortari: “En los centros urbanos de la zona rural hay una gran necesidad de trabajo y cuando uno acerca a estos lugares una nueva tecnología que puede desarrollarse localmente enseguida se encuentra el apoyo necesario para incorporarla.”
El mismo concepto tuvieron cuando fabricaron aquel primer aerogenerador, en conjunto con los cooperativistas de Jacobacci y alumnos y docentes del Colegio Don Bosco de Bariloche, con la ayuda de 500RPM, una ONG dedicada a transmitir los conocimientos de la fabricación de estos aerogeneradores en todo el país.
Empoderar a través del viento
Empoderamiento es también la palabra clave que reunió recientemente a estas tres iniciativas y muchas otras que se realizan alrededor del mundo en la 3ra Conferencia internacional de Wind Empowerment “WePatagonia2016”, llevada a cabo del 14 al 19 de noviembre en las localidades de Cutral-Có y Bariloche.
Wind Empowement, literalmente “empoderamiento a través del viento”, es una red internacional que congrega a más de 40 organizaciones miembro en los cinco continentes que desarrollan proyectos de electrificación rural con aerogeneradores de autoconstrucción de diseño Piggott, una tecnología simple y robusta que puede fabricarse localmente.
La conferencia fue declarada de interés nacional, por iniciativa de Silvina García Larraburu, senadora por Río Negro, y contó entre sus organizadores y auspiciantes al Instituto Nacional de Tecnología Industrial, que tiene un laboratorio de mediciones de aerogeneradores de baja potencia en Cutral-Có; la Administración de Parques Nacionales; la organización internacional Wisions; la Municipalidad de Cutral-Có, y la Asociación de Damas Salesianas de Bariloche.
La ONG argentina 500RPM, miembro de Wind Empowerment, fue otra de las gestoras del encuentro. 500RPM es una organización dedicada a la difusión de los aerogeneradores Piggott en el país desde 2010. Se trata de un diseño de patente abierta, cuyo creador, el ingeniero escocés Hugh Piggott, decidió hacer así para que la tecnología se expandiera por el mundo, y lo logró.
“En la medida en que capacitemos a más personas en la fabricación, operación y mantenimiento de aerogeneradores, esta tecnología podrá convertirse en una solución real para el problema energético de las zonas rurales del país,” dijo a LA NACION el ingeniero Esteban van Dam, cofundador de 500RPM.
Durante la conferencia se analizó el potencial argentino para la implementación de este tipo de proyectos, concluyendo que es uno de los mejores lugares del mundo para realizarlos, no sólo por su potencial eólico sino también por su capacidad técnica y humana.