La mujer contó ayer que tendrá que viajar a La Plata para resolver todos los “temas pendientes”.
María del Carmen Guerrero es la mamá de Francisco, el joven médico asesinado en un asalto en el barrio El Mondongo. Ayer habló con EL DIA desde su casa de Concordia, Entre Ríos. Nunca levantó la voz y, si bien la tristeza era notoria, inocultable, dijo que no quería hablar mucho de su “único” hijo, porque “no sería objetiva”.
Durante la entrevista telefónica, sólo una vez pareció tomar impulso para exigir “que no haya más impunidad. Pido lo que piden todos. Que las leyes se cumplan y que los discursos no sean tan disociados de la realidad. Que no haya más hipocresía en ciertos relatos”.
A la hora de recordar a Francisco, la mujer, docente jubilada, expresó que “era una persona honesta, generosa, íntegra, muy amigo de sus amigos, leal. Quienes lo conocieron, pueden dar fe de ello. Fue elegido mejor compañero, alumno solidario. Qué otra cosa puedo decir”.
“Era lo mejor que tenía en la vida. No entiendo lo que pasó”, agregó en clara búsqueda de una utopía: encontrar una respuesta a lo sencillamente inexplicable.
María del Carmen señaló ademas que “el siempre venía a verme en sus vacaciones o a veces viajaba yo para allá. Ahora tendré que volver para resolver los temas pendientes. Entro otras cuestiones, tengo que mudar su departamento”.
Cuando se le preguntó acerca de si Francisco le hablaba de la inseguridad que se vive en nuestra ciudad, la madre aclaró que “me contaba lo que se ve en todos lados. Que hay construcciones discursivas que nada tienen que ver con lo que pasa en el día a día”.
“Ahora estoy con Gimena, su novia, y el resto de la familia. Acá en Concordia vivo sola, pero han llegado para acompañarme. Lo mismo con el padre de Francisco en el afecto”, indicó.
“Por suerte conoció el amor. Gimena es una chica encantadora, que está tan afectada como yo”, concluyó.
“ES UNA SITUACION EMOCIONAL IMPORTANTE”
El que también habló fue Walter Paz, el director del hospital Gutiérrez, donde Francisco Guerrero cursaba el tercer año de residencia en el servicio de Traumatología.
“Era un residente nuestro, por lo que es una situación emocional importante”, respondió ante la requisitoria periodística.
“Es una gran pérdida. Era un colega joven, muy reconocido y querido por todos”, manifestó.
Seguidamente, Paz indicó que “el Servicio de Traumatología del hospital Gutiérrez tiene mucho volumen de trabajo y una alta capacidad técnica. Y es ahí donde más se siente su ausencia. Su labor era muy trascendente”.
El máximo responsable del centro asistencial, finalizó diciendo que “era un médico joven, con gran vitalidad y muy compañero de sus colegas del servicio. Tendremos que superar esta situación y seguir atendiendo a la gente. Esa es nuestra vocación”.
Como se recordará, Francisco Guerrero, más conocido como “Panchi”, acababa de cumplir 28 años. Lejos habían quedado los años de adolescencia en su ciudad de Concordia, en Entre Ríos, de donde un día tuvo que irse en busca de su carrera universitaria.
Antes de ser un traumatólogo asentado en uno de los hospitales públicos con más caudal de pacientes de la ciudad, Francisco tenía otra pasión, la de las artesanías.
A eso se dedicaba de adolescente y también como estudiante de la UNLP. Con las artesanías pudo ayudarse a solventar los estudios, según publica un medio de Concordia.
El residente del Gutiérrez “usaba el apellido de su madre, porque el papá lo había reconocido hacía poco tiempo”, confiaron varios informantes a este medio.