El profesor que trabaja en la EES se refirió al hecho de violencia que se vivió en el CENS que funciona en el mismo edificio y donde el director sufrió un robo dentro del establecimiento donde le dispararon pero no le dieron: “era cantado que algo así iba a suceder”.
En los barrios, la educación se topa constantemente con la violencia. El director del CENS (que funciona en el edificio de la EES 12) profesor Cristian Moreno, estaba saliendo de la escuela con su moto cuando se presentaron dos hombres dentro del predio de la escuela. Uno de ellos armado y le pidieron la moto. El docente se resistió, y le disparon. Para su fortuna, el disparo no le impacta, pero le pasa a centimentros del oído. Le arrebataron la moto y se fueron.
Este hecha ha generado que toda la comunidad educativa de la institución en el Barrio Autódromo esté consternada. El profesor Ernesto Uriondo trabaja en la Secundaria 12, es amigo de Moreno y se expresó a través de la 99.9: “llama la atención porque sucedió dentro del predio de la escuela. Estamos acostumbrados a que suceda pero no lo naturalizamos. Se han reclamado luminarias, que haya una garita de seguridad. Sectores políticos de todos los arcos y hasta sindicatos nos han ayudado. Era algo que se sabía que iba a pasar. Nos robaron un calefactor el año pasado desde el lado de afuera de la escuela haciendo un boquete. Si pasó eso, podía pasar cualquier cosa”.
Si bien Moreno está bien, tiene consecuencias después de vivir un hecho de tanta violencia. Pero no sólo él. “Un hecho de ese talante termina afectando psicológicamente no sólo al director, sino a toda la comunidad educativa. Es muy difícil volver a las mismas condiciones a las aulas, porque nadie nos asegura que eso vuelva a suceder. Christian volvió a nacer pero esto afecta a toda la comunidad”, agregó Uriondo.
Si bien tienen reclamos, saben que sólo se pueden hacer pequeñas acciones para que los vecinos vivan mejor pero no erradicar la violencia reinante: “no creo que se solucione la inseguridad porque son temas sociales a las cuáles no se le pueden aplicar leyes o reglas como en las matemáticas, tiene muchas variables. No se puede resolver 100% pero se puede disminuir el riesgo notablemente. La escuela está en el medio de un campo donde no hay nada, a unos 200 o 300 metros están las primeras viviendas, es una zona muy oscura a la noche”.
Los problemas son constantes y los que trabajan ahí diariamente conocen la realidad como nadie. Uriondo señaló que “a la escuela la vandalizan constantemente, el año pasado faltaban 40 vidrios que estaban rotos y este año llegamos a 200 vidrios. Poner una garita ahí en determinados momentos, no sería nada extraño. Económicamente nos sirve a toda la comunidad porque en vez de reponer los vidrios le daríamos trabajo a una persona. Para los vidrios la solución que se encontró fue poner rejas tanto adentro como afuera, la escuela está toda enrejada”.
Ahora lo que quieren es respuestas, que algo cambie y, sobre todo, que tengan más seguridad: “invito a los que toman decisiones a que se acerquen a las comunidades que serán bien recibidos y tengan soluciones concretas. Que escuchen a la gente que está ahí porque trabajan todo el día en ese lugar y hay que escucharlos”.