“Los soldados exigían [en Pan] un pago a los aldeanos para no incendiar sus hogares”, señala un miembro de una guerrilla que actúa en la región contra la junta militar.
Soldados del Ejército birmano han quemado cientos de casas en la región central de Sagaing, uno de los bastiones de la resistencia contra la junta militar, lo que ha provocado el desplazamiento de unas 2.000 personas, denuncian residentes a los medios locales.
Según el relato de los afectados, publicado anoche por el portal ‘Myanmar Now’, los soldados quemaron toda la población de Mwe Tone, compuesta por unas 250 viviendas, y la mitad de la pedanía de Pan, conformada por unos 500 hogares.
Alrededor de 150 soldados desplegados en helicópteros asaltaron los poblados desde la mañana del lunes y saquearon los edificios, antes de prenderles fuego.
“Somos agricultores. No combatíamos contra ellos. Han destruido todo sin ninguna razón”, declaró al medio un residente de Mwe Tone, de 48 años, que ha perdido numerosos bienes y propiedades durante el asalto de los uniformados.
Tras atacar esta población, los soldados continuaron con el operativo en la vecina Pan, a unos tres kilómetros de Mwe Tone.
“Los soldados exigían [en Pan] un pago a los aldeanos para no incendiar sus hogares”, señala un miembro de una guerrilla que actúa en la región contra la junta militar que tomó el control de Birmania mediante el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021.
Unos 2.000 residentes de ambas poblaciones huyeron de sus hogares ante la llegada de los soldados, según cifras publicadas por el portal de noticias ‘The Irrawaddy’, que denuncia otros abusos similares cometidos recientemente por las tropas del Ejército contra otras poblaciones de la región.
Sagaing, junto al estado Chin —donde también se ha registrado la quema de cientos de casas a manos de los uniformados—, son algunas de las regiones donde más fuerza tiene la oposición armada contra la junta militar.
La quema de viviendas es una práctica habitual del Ejército birmano en sus operaciones de castigo y recuerda a la empleada por los militares contra miembros de la comunidad rohinyá, a los que también responsabilizaban de los incendios en sus hogares en las campañas de limpieza étnica en 2016 y 2017.
El golpe de Estado ha sumido a Birmania en una profunda crisis política, social y económica, y abrió una espiral de violencia con nuevas milicias civiles que han exacerbado la guerra de guerrillas que vive el país desde hace décadas.
El Ejército justifica el golpe por un presunto fraude masivo durante las elecciones de noviembre de 2020, cuyo resultado ha sido anulado y en las que el partido liderado por la derrocada Aung San Suu Kyi arrasó, como ya hizo en 2015, con el aval de observadores internacionales.
Al menos 1.513 personas han muerto a raíz de la brutal represión ejercida por policías y soldados desde el golpe, que han disparado a matar contra manifestantes pacíficos, según los datos de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos, que también cifra en más de 11.950 los opositores detenidos.