El economista y analista internacional Alberto Ruskolekier, desde Nueva York, analizó en la 99.9 las causas del triunfo electoral de Mamdami en Nueva York y advirtió sobre la presencia en el Partido Demócrata de un sector que, según él, promueve posturas antisionistas y un pensamiento islamista que desafía los valores occidentales.

Alberto Ruskolekier, economista y analista internacional, concedió esta mañana una entrevista a la 99.9 para explicar su lectura del reciente resultado electoral en la ciudad de Nueva York y sus posibles consecuencias geopolíticas y sociales.
Ruskolekier comenzó por contextualizar la magnitud del distrito: “Nueva York tiene aproximadamente ocho millones y medio de habitantes; el padrón era de 4.950.000 y votaron algo más de 2.000.000”. Desde esa base, señaló que el ganador, Zohran Mamdani consiguió adhesiones apoyándose en consignas sociales simples y directas: alquileres accesibles, transporte público gratuito y medidas para abaratar la canasta alimentaria. “Con cuatro o cinco cosas elementales recogió a una parte importante de los habitantes de Nueva York, en especial a aquellos de origen inmigrante”, dijo.
El analista hizo hincapié en la composición demográfica de la ciudad y en cómo eso influye en el mapa político: “Los hispanos representan alrededor del 28,3% del total; los afroamericanos cerca del 20% y los asiáticos un 15%”, recordó, y señaló que las estrategias electorales que apelan a demandas económicas concretas encuentran en esos sectores un público sensible.
Más allá de lo económico, Ruskolekier volcó fuertes advertencias sobre el componente ideológico que, a su juicio, atraviesa a parte del Partido Demócrata: “Dentro del partido alberga un quiste —lo llamó así— representado por un grupo que él calificó de antisemita, antiisraelí y antisionista, y que agrupa a figuras como Ilhan Omar o Rashida Tlaib”. Según su relato, buena parte de las posturas de ese sector —que, insistió, existe dentro del seno demócrata— incluyen llamados al boicot, a sanciones y a posturas más radicales frente al conflicto en Medio Oriente.
Ruskolekier no evitó las palabras fuertes al caracterizar la amenaza que, desde su punto de vista, implica la entrada de actores con una visión islamista en espacios de poder: “Una cosa es el derecho de los musulmanes a votar y ser votados; otra es que desde posiciones islamistas se pretenda imponer un código –la Sharía– que regule la vida cotidiana y sustituya las normas occidentales”. En esa línea trazó paralelos con procesos observados en Europa y advirtió sobre el avance de una narrativa que, según él, busca recuperar espacios históricos donde el Islam tuvo predominio.
En la entrevista también abordó el rol de la financiación y la influencia externa: “Hay billeteras gigantes —mencionó como ejemplo a Qatar— que, en su visión, han contribuido a infiltrar ciertas universidades y círculos intelectuales en Occidente, generando caldo de cultivo para ideas que hoy se manifiestan electoralmente”.
Ruskolekier completó su diagnóstico con una reflexión general sobre la democracia: “El sistema democrático permite que cualquiera sea votado; el problema es cuando ciertos actores utilizan consignas simples —citó el decálogo de Goebbels como ejemplo de propaganda eficaz— para movilizar grandes sectores y, simultáneamente, sostienen proyectos de corte identitario o teocrático que chocan con los valores liberales”.https://www.youtube.com/watch?v=NdE9fDZTEF8