Una guerra fallida contra las drogas y la superpoblación carcelaria han provocado una medida que será efectiva a finales de mes.
Responsable de un cuarto de la población carcelaria mundial y asumiendo que la guerra contra las drogas a través de duras penas de cárcel ha sido un fracaso, la Justicia de Estados Unidos se dispone a poner en libertad a más de 6.000 presos a finales de este mes. El objetivo final de la decisión, acordada hace más de un año, es reducir la superpoblación en las cárceles federales del país.
La liberación de reos de prisiones federales será la mayor llevada a cabo de una vez en la historia reciente de EE UU. Unos dos tercios de los presos pasarán a vivir en arresto domiciliario o centros de reinserción antes de ser puestos en libertad vigilada. El otro tercio, son individuos indocumentados que serán deportados de inmediato.
En abril de 2014, la Comisión Sentenciadora de EE UU, agencia independiente que dicta las políticas penales para crímenes federales, decidió reducir las penas para los delitos no violentos relacionados con las drogas. La reducción de sentencias, conocida como Drugs Minus Two, rebajaba en dos niveles la tabla referente a cantidad de drogas que los jueces federales utilizan para calcular las penas. Por ejemplo, de 10 a 5 años se pasa a de 5 a 2, dependiendo de la droga y la legislación.
Aunque el camino para la actual liberación lo había inaugurado en 2013 el entonces fiscal general, Eric Holder, al acabar con las sentencias que imponían unos años fijos de cárcel para los delincuentes no violentos que traficaban con drogas.
La Comisión antes citada considera que este cambio resultará en última instancia en la posible liberación de 46.000 de los cerca 100.000 condenados por tráfico de drogas que ocupan las prisiones federales del país. La cifra de 6.000 será la primera de algunas otras.
Muchos congresistas, tanto republicanos como demócratas, consideran ahora que las condenas mínimas obligatorias para delitos de drogas han llevado a una superpoblación de las cárceles y se han probado ineficientes. Con uno de cada 99 norteamericanos entre rejas, era necesaria una aproximación nueva a la justicia criminal referente al tráfico de drogas.
Como con casi todas las medidas de importante calado social, con esta tampoco faltan críticos que consideran que tan alto número de presos liberados podría suponer un repunte del crimen en Estados Unidos. Con muchas ciudades norteamericanas viendo como se disparan las tasas de homicidios en los últimos dos años, hay quien teme que miles de convictos en las calles no hagan más que aumentar esa tendencia.
El departamento de Justicia tiene respuesta para las dudas y temores anteriores. Quienes sean puestos en libertad dejarán de cumplir con una media de unos dos años de su condena. Muchos habrán pasado ya décadas entre rejas y la media habrá cumplido más de ocho años y medio de su pena -en lugar de los diez y medio de la sentencia-, según el departamento de Justicia.
“Nada de esto ha sido automático”, explica Sally Yates, número dos de Justicia. “Bajo las directrices de la Comisión, los jueces han tenido que considerar la seguridad pública al mínimo detalle a la hora de decidir si reducían la condena o no de un preso”. Yates recuerda que incluso con las reducciones, los convictos por temas de drogas habrán cumplido ya con una buena parte de su condena.
Desde la ACLU (Unión Americana de Libertades Civiles, siglas en inglés), se considera que “se ha hecho justicia” y se afirma que la superpoblación en las cárceles estadounidenses ha sido exclusivamente fruto de “una guerra fallida contra las drogas”.