La recaudación global oscila los $ 800 millones, por venta de alcohol y drogas. Evasión de impuestos, coimas, ingreso de menores, descompensaciones y muertes son parte del “negocio”.
Las fiestas ilegales representan un verdadero problema en todo el país, donde cada mes se realizan más de 4.000 encuentros con estas características y una recaudación que supera largamente los 800 millones de pesos. Asimismo, son espacios ideales para la venta desenfrenada de distintas drogas y el consumo de alcohol, incluso con menores de edad.
“Por un lado, tenemos las fiestas electrónicas, que luego del desastre en Time Warp, en Costa Salguero, desaparecieron y ahora vienen recuperando terreno de a poco. Hace pocos días, se organizó una fiesta en el Orfeo de Córdoba, y una artista plástica de 38 años murió tras consumir una pastilla de metanfetamina. Pero ahora, lo que predomina son las fiestas ilegales en quintas o predios privados, sin ningún permiso, ni control”, dijo Claudio Izaguirre, titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina.
El secreto del éxito de estos eventos está constituido por varios factores. “Los asistentes de estas fiestas juntan dinero para participar. Entonces, pueden llegar a gastar en promedio 5.000 pesos. Es que para realmente estar a tono con el lugar, el ambiente, necesitan mucho dinero. Una pastilla de metanfetamina tiene precios que alcanzan los 2.000 pesos. Por fin de semana, tenemos más de 1.000 fiestas y unos 200 millones de pesos de recaudación”, explicó el experto.
Colmadas de menores
También resulta clave para el oscuro “negocio” la presencia de menores de 18 años en los encuentros ilegales. “Como sabemos, a los menores no se les permite el ingreso a las discotecas. Por eso una de las ideas es abrir estos espacios privados, donde las fuerzas de seguridad no tienen la chance de entrar, y se dificulta a los municipios el accionar. Es que las fiestas se hacen con la excusa de supuestos cumpleaños. Los chicos de 13 o 14 años entran y consumen como cualquier mayor. Esta es la realidad”, dijo el experto.
En los últimos años, una postal en plazas y centros comerciales de los barrios son los micros contratados por los organizadores de fiestas ilegales, que transportan a los concurrentes, reunidos en horarios de madrugada. Muchas veces, los choferes no conocen el destino, porque se lo dicen a último momento o cuando ya están en marcha. De ese modo, evitan controles policiales. Aquí no hay pedido de acreditación con documento de la mayoría de edad.
“Muertos todas las semanas”
Desde la Asociación Antidrogas venimos insistiendo en que el Congreso trabaje para legislar y la sociedad cuente con alguna herramienta que regule esta actividad. Tenemos muertos todas las semanas en fiestas ilegales. Y no reaccionamos. Son nuestros pibes lo que mueren. Los señores de la noche alquilan quintas los fines de semana, no informan a ninguna institución y juntan 5.000 o 10.000 personas. No pagan impuestos, venden alcohol y toda la droga que pueden”, dijo Izaguirre.
Acerca de las particularidades que presentan estos eventos en el interior del país, el especialista manifestó que “en muchos distritos quienes organizan las fiestas ilegales son los dueños de los boliches, porque es como abrir sus locales pero sin necesidad de pagar impuestos”.
“Por suerte, algunas comunas vienen tratando de impedir estos espacios. Piden que cualquier fiesta de envergadura tenga permiso. Así se descarta el verso del cumpleaños. Esto permite cierto control, sin embargo se necesita con urgencia que haya legislación sobre esta problemática”, dijo.
Izaguirre, finalmente, señaló que “en estos eventos ilegales corren el alcohol y la droga con vía libre, esto produce descompensaciones gravísimas a niveles altísimos, problemas de salud que aparecen en el mediano y corto plazo, y hasta la muerte de muchas personas”.
Las “carpitas tóxicas” para el expendio de droga
En las fiestas ilegales se vienen montando carpas para la comercialización de estupefacientes, desde marihuana hasta drogas de diseño.
“Son espacios exclusivos para la venta de las drogas. Las llaman ‘Carpitas tóxicas’. Ahí se encuentra de todo. Son los espacios donde más se recauda, así que hay mucha vigilancia”, dijo Claudio Izaguirre.
“Los datos están, en todos lados se sabe dónde se realizan las fiestas. Tenemos muchísimos jóvenes fallecidos. A la asociación llegan reclamos y denuncias de vecinos de las quintas que advierten sobre estas actividades, sin embargo las fiestas se siguen haciendo. Ni siquiera se atienden los pedidos por ruidos molestos”, dijo Izaguirre.