Investigadores del Conicet han logrado desenmarañar uno de los mecanismos que utiliza el cerebro para mantenerse inmune. Podría ayudar en el tratamiento de enfermedades como la esclerosis múltiple, el Alzheimer y Parkinson.
La imnunidad cerebral tiene mecanismos que, hasta el momento, habían sido un misterio para la humanidad. Desde 1885, cuando Paul Ehrlich le inyectó anilina a una rata y vio que se teñía de azul todo su cuerpo, excepto el cerebro, los científicos se han preguntado sobre este misterioso método que protege al sistema nervioso central y lo torna inmune.
El avance fue comprobar los efectos clínicos, pero se desconocían los circuitos moleculares que la sustentaban. En ese sentido, investigadores del Instituto de Biología y Medicina Experimental del Conicet y de la Universidad de Harvard, liderados por el doctor Gabriel Rabinovich, encontraron la forma de revelar uno de los engranajes críticos. En su trabajo con ratones, los científicos han descubierto cómo se “encienden” y “apagan” mecanismos de inflamación y neurodegeneración en el cerebro. Esto se puede tornar fundamental para el tratamiento de enfermedades como la esclerosis múltiple, donde el propio sistema inmunológico destruye la vaina de mielina de los nervios y afecta la transmisión de impulsos nerviosos, como así también el Parkinson y el Alzheimer.
“En todas estas enfermedades se sabe que existe un componente inflamatorio muy importante que lleva a la neurodegeneración. Hay una célula cerebral, llamada microglía, que tiene algo así como una doble personalidad de acuerdo con los estímulos que recibe del medio: puede ser tanto proinflamatoria, y entonces se llama M1, produce agentes tóxicos, factores de necrosis tumoral, óxido nítrico y mata neuronas; y en el segundo, es antiinflamatoria y se llama M2. Y lo que descubrimos es precisamente qué determina esta transformación”, explicó Rabinovich.
Según lo publicado en la revista Inmunity, los científicos analizan un circuito donde intervienen tres piezas.: las células llamadas “astrocitos”, microglías y neuronas. La clave de su funcionamiento es una proteína cuyas funciones centrales en el cáncer y en la inmunidad Rabinovich viene describiendo desde 1993, la Galectina- 1 (Gal-1). “Cuando hay un estímulo inflamatorio, un agente de comunicación intercelular activa los astrocitos, que producen Gal-1. Esta se une a las microglías y la transforman en M2 (antiinflamatoria). Así se desactiva la inflamación y la neurodegeneración. Lo que vimos en ratones deficientes en Gal-1 es que tienen mayor inflamación en el cerebro, mayor susceptibilidad a la esclerosis múltiple y a la neurodegeneración: les falta la señal para poder sintonizar la respuesta que reduzca la inflamación”, destacó el investigador.
Actualmente la ciencia desconoce el desencadenante del ataque en las enfermedades autoinmunes. Rabinovich tiene su teoría junto con Iván Mascafroni y otros colegas: se podría producir por la activación de las microglías: “si pudiéramos desactivar la microglía podríamos detener la esclerosis múltiple. En eso estamos trabajando”, especuló Rabinovich. En la investigación también participaron Diego Croci, Juan Cerliani y Fátima Hernandez, del Ibyme.
Bastarîa con administrar entonces Gal-1 para detener un brote de esclerosis múltiple, pero para el especialista no es tan sencillo. “Hay un gran problema: como podría tener efectos nocivos en el nivel periférico y eliminar células que juegan un rol importante en las infecciones, nuestra idea es administrarla durante los brotes y recidivas, pero no en momentos de remisión de la enfermedad”. La señal alentadora pasa por que en ratones de laboratorio, la administración de Gal-1 previno ha prevenido la pérdida de mielina e incluso ayudó a revertir los síntomas. Incluso se generaron axones neuronales y comenzó un proceso de mielinización.
Vladimiro Sinay, especialista en esclerosis múltiple del Instituto de Neurología Cognitiva y de la Fundación Favaloro, además de consultor de Esclerosis Múltiple Argentina, puntualizó que el hallazgo abre una interesante posibilidad, pero habrá que cumplir con todos los pasos de la investigación clínica. “En las reacciones autoinmunes hay implicadas una enorme cantidad de proteínas y a veces algo que parece muy prometedor luego no se confirma”, comentó.
El apoyo de la Fundación Sales fue fundamental para el trabajo de los investigadores del Conicet, junto con la colaboración de las familias Ferioly y Ostry, y a uno de los prestigiosos subsidios de la Multiple Sclerosis Society.