Exploradores del abismo: científicos argentinos revelan la vida oculta del Cañón Submarino Mar del Plata

El ictiólogo Ezequiel Mabragaña, desde una misión científica internacional, describió con entusiasmo el valor de las imágenes en vivo que muestran los secretos del fondo marino argentino y el aporte de la campaña al conocimiento global sobre biodiversidad.

“Es como estar en un acuario gigantesco, con una diversidad increíble”. Así describe Ezequiel Mabragaña, ictiólogo e investigador del CONICET, la experiencia única que está viviendo a bordo de una campaña científica internacional organizada por el Schmidt Ocean Institute en el Cañón Submarino Mar del Plata, a más de 300 kilómetros de la costa.

La expedición, que se transmite en vivo por YouTube, permite ver con una nitidez sin precedentes los ambientes más desconocidos del talud continental argentino, a profundidades que superan los 2.000 metros. “Lo que está ocurriendo en esta campaña supera todo lo que habíamos imaginado”, dijo Mabragaña, quien desde 1998 realiza campañas en el mar y se mostró fascinado por la tecnología del ROV (vehículo operado remotamente) que recorre los fondos y capta imágenes y muestras en tiempo real.

“La información que obtenemos es brutal”, afirmó. Gracias a este tipo de herramientas, los científicos pueden ver por primera vez cómo se comportan los peces y otras especies en su ambiente natural, algo que hasta ahora solo era posible mediante capturas con redes. “Antes teníamos el espécimen, pero no sabíamos dónde vivía, cómo se movía. Ahora todo eso cambia”, agregó.

El proyecto forma parte de un trabajo colaborativo donde toda la información recolectada queda en resguardo del Museo Argentino de Ciencias Naturales y a disposición de investigadores actuales y futuros. “Todo lo que ves está accesible desde el momento en que se sube. Cualquier persona, estudiante o profesional, puede acceder a eso”, explicó Mabragaña.

La campaña tiene también un impacto formativo enorme. “Del trabajo que hicimos 2012-2013 surgieron más de 60 publicaciones científicas, tesis de grado y doctorado, y la formación de muchísimos investigadores. Esto será aún más potente”, aseguró. Además, destacó que iniciativas como esta pueden despertar vocaciones científicas en nuevas generaciones. “Como me pasaba de chico mirando a Jacques Cousteau, esto puede inspirar a los jóvenes. Y también puede ayudar a que se entienda el valor de apoyar la ciencia argentina”.

Por último, subrayó el modelo colaborativo de trabajo con el Schmidt Ocean Institute, una ONG estadounidense que ofrece el barco para proyectos de todo el mundo. “Ellos no se llevan nada, todo queda acá. Lo hacen para avanzar el conocimiento global sobre los océanos”, concluyó.

Esta ventana abierta al fondo del mar no solo emociona a científicos y niños por igual —“mis hijas lo ven desde casa y están fascinadas con el robot”—, sino que demuestra el potencial transformador de la ciencia cuando cuenta con las herramientas y el compromiso necesarios.