Facundo y un doble hecho de violencia en la calle con apenas 30 minutos de diferencia

Facundo es un vecino de 18 años que sufrió un robo y unos minutos después, debió intervenir en un hecho violento sobre el colectivo en el que viajaba. Contó la situación en la 99.9.

La inseguridad que se ha transformado en moneda corriente en Mar del Plata, tiene episodios puntuales que son verdaderamente difíciles para un marplatense que está tratando de hacer su vida en paz y tranquilidad.

Facundo es un vecino de la ciudad de 18 años que sufrió dos hechos de violencia apenas en un lapso de unos minutos. Primero le robaron el teléfono y luego debió intervenir en un hecho sobre el colectivo en el que transitaba con una persona drogada.

En diálogo con la 99.9, contó como fue ese día: «esto pasó el jueves pasado. Primero tuve la desgracia de sufrir un robo y a los 20 minutos ocurrió otro hecho arriba del colectivo. Estaba volviendo de entrenar a las 18.30, me dejó un compañero del club en Champagnat y Juan B. Justo, y yo estaba esperando en Juan B. Justo y Juncal, el colectivo para ir hasta el lado del puerto. Esperando el colectivo, saco el teléfono para mandar un audio y cuando miro para el lado del puerto veo que se acerca una moto en contramano y me pasa por al lado, justo donde está el teléfono y me lo saca. Se larga con la moto en contramano por Juan Justo, para el lado de Champagnat y agarra la rotonda».

Ante la desesperación, como suele suceder, trató de perseguirlos sin éxito: «yo inconsciente, lo corro una cuadra de la bronca, la impotencia de la situación, obviamente no lo alcancé y después me vuelvo donde estaba. Una persona me ayudó, por suerte, así como también hay gente mala, hay gente buena que ayuda. Me ofreció el teléfono y le comuniqué a mi familia que estaba sin teléfono. Me crucé Juan B Justo del otro lado, me tome el 63, que en vez de ir al puerto tiene que ir para el lado de Camet. En el medio del trayecto yo estoy en el fondo del colectivo, del lado de la ventana, en los asientos dobles, y veo que hay un tipo que estaba pasado de sustancia, se podía notar en su vista, en su mirada. Hablaba solo, y gritaba con cara como de perseguido. En un momento se para, se agarra de la barandilla y se acerca demasiado a las chicas que están del lado individual del colectivo. Ellas intimidadas obviamente se ponen contra la ventanilla. Fue una situación incómoda, en la que pensaba en que venía con la calentura del robo, impotencia total, no podía haber hecho nada. Yo quería sacarlo, la verdad, pero no lo hice porque también hay gente que por ahí después lo defiende y es como hacer un problema al pedo. Pareció que era muy desubicado lo que estaba haciendo este hombre».

Mientras pensaba en todo esto, la violencia de la situación empezó a incrementarse: «se levantó y después de molestar a las chicas, se va para el lado del conductor, casi para delante de todo el colectivo, se da vuelta, mira todo el colectivo y dice como en forma amenazante «¿quién anda diciendo cosas?» Nadie le responde y había un tipo, estaba con su mujer a dos asientos adelante mío. El tipo estaba del lado de la ventanilla con su mujer, con su hija de unos seis años arriba suyo y la mujer estaba del lado del pasillo, con una bebé en brazos. El hombre dijo algo y se ve que este tipo lo escuchó, y sacó una navaja del pantalón justo enfrente de las chicas que había molestado. Fue hasta el fondo del micro y empezó a sacudir la navaja donde estaba la mujer con la bebé, y le acercó la navaja a la cara de la bebé. Ahí es cuando yo, que estoy a dos asientos, y veo que hay gente al lado que no hace nada; me levanté, le saco la navaja y lo derribo de un golpe. Ahí me ayuda a una persona más y lo sacamos a los golpes. La navaja no sé dónde quedó. El tipo se fue, no volvió y también hubo un quilombo por la bebé llorando, las mujeres también llorando, las que fueron intimidadas. Fue una situación, la verdad que bastante desagradable».

Gracias a su intervención pudo hacer que la situación no fuera peor, pero los efectos de hechos de este tipo que suceden cotidianamente en distintos puntos de la ciudad, también forman parte de lo que se debe analizar: «a unas cuadras, una de estas chicas que le apuntó con la navaja, se tenía que bajar y le agarró un ataque de nervios, pobre. Se puso a llorar, le daba miedo, la pasó muy mal y tuvimos que frenar el colectivo para llamar a una ambulancia porque no se sentía bien», concluyó.