Fantin: “Aceptar al otro no es estar de acuerdo, es estar ahí para lo que tiene que decir”

La docente investigadora de la Universidad Austral explicó que la aceptación en el diálogo pasa más por el cuerpo, el tiempo y la presencia que por las palabras, y advirtió sobre los riesgos de confundir ideas con personas en una sociedad cada vez más polarizada.

La docente investigadora de la Universidad Austral, Roxana Fantin, presentó los principales ejes de su trabajo sobre aceptación y rechazo en el diálogo humano y sostuvo que uno de los mayores problemas de la convivencia actual es confundir el desacuerdo con la descalificación personal. En diálogo con la 99.9, explicó que aceptar al otro no implica validar sus ideas, sino reconocerlo como persona y darle un lugar legítimo en la conversación.

Fantin, doctora en diálogo, señaló que su investigación se apoya en la obra del filósofo Emmanuel Levinas, quien distingue con claridad entre comprender una idea y aceptar a la persona que la expresa. “Cuando mezclamos las ideas con las personas nos polarizamos, rechazamos y nos crispamos”, afirmó, y a partir de esa base teórica se preguntó si las personas realmente perciben cuándo son aceptadas aun cuando el otro no coincide con lo que dicen.

Para responder a ese interrogante, llevó adelante una investigación de campo con alumnos de posgrado, a quienes les propuso registrar durante una semana sus diálogos cotidianos y evaluar, después de cada conversación, si se habían sentido aceptados como personas. “No se trataba de que el otro me diera la razón, sino de sentirme validado como persona, con derecho a decir lo que estaba diciendo”, explicó.

De ese trabajo surgió un hallazgo central: la aceptación se percibe mucho más en el cuerpo que en las palabras. “Pensamos que el diálogo es pura palabra, pero apareció con mucha fuerza todo lo corpóreo: la mirada, el silencio, el tiempo disponible, dejar que el otro termine de hablar”, detalló. En ese sentido, resumió la idea de aceptación de manera simple: “Aceptar al otro es estar ahí para lo que tiene que decir”.

“La aceptación es previa a cualquier racionalización. Si yo estoy pensando cómo poner el cuerpo o cómo mirar, el otro no va a percibir aceptación”, afirmó. Para la investigadora, aceptar al otro implica un trabajo personal profundo: “No sale solo. Es un deseo, una apertura real a la persona, reconocer su dignidad aunque no valide lo que piensa o siente”.

Fantin sostuvo que en un mundo diverso, donde lo diferente convive de manera permanente, el diálogo verdadero se apoya en la humanidad compartida. “Eso es lo que me permite estar frente al otro”, explicó, y advirtió contra la tentación de convertir el diálogo en una técnica o un método. “Si la sonrisa apareció como un signo de aceptación, no se trata de salir a sonreír forzadamente. La sonrisa brota cuando hay apertura genuina”, ejemplificó.

Finalmente, planteó que el diálogo auténtico implica renunciar al control. “Estamos en una cultura de control permanente, y el diálogo es todo lo contrario: es jugarse a lo que no controlamos”, concluyó, destacando su potencial transformador a nivel humano y social.