Según los expertos, no se puede hablar de tropicalización en la Ciudad de Buenos Aires. Dicen que las estaciones se están desdibujando, con veranos extensos e inviernos más cortos, y que la atmósfera está muy “caótica y cambiante”.
Las inundaciones de hace tres semanas en la Ciudad de Buenos Aires, el Conurbano y La Plata, que provocaron más de 50 muertos y miles de evacuados, motivaron diversas discusiones, como los errores en la planificación de ciudades inundables, construcciones en exceso y sin control o la falta de un plan de contingencia en las emergencias. Pero también generaron un replanteo acerca del cambio del clima en la región. Hay datos concretos: la temperatura media anual aumentó 0,88º C en los últimos 52 años. La máxima media anual creció 0,72º C en el último medio siglo, y la mínima media anual, 1,04 grados. También aumentó el promedio de precipitaciones en los últimos años, mientras transcurrimos uno de los comienzos del otoño más cálidos, con temperaturas que, a pocos días de llegar a mayo, alcanzan los 27º C.
Tiempo Argentino reunió a tres especialistas del área para discutir sobre los desafíos que plantea el clima a futuro, como alertas más precisas y tempranas, y la concientización de la sociedad y los gobiernos de cara a la nueva realidad meteorológica, con eventos más extremos y de menor duración. Federico Robledo es becario pos doctoral en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA); Luciano Vidal, becario doctoral del CONICET, se desempeña en el área de Investigaciones del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), donde también trabaja José Luis Stella, en el departamento de Climatología. Los tres advirtieron sobre una tendencia a fenómenos más severos que la media, y coincidieron: “Nunca hay que subestimar al clima”.
–¿Se sabía con antelación lo que iba a pasar? ¿Las alertas estuvieron bien formuladas o se desoyeron?
Stella: –Se había dado un aviso desde el fin de semana anterior para todo el centro del país: se iban a generar tormentas que podían dar acumulados mayores a 100 milímetros, no se sabía dónde puntualmente. Toda la región estaba en alerta, pero en La Plata hubo problemas de comunicación en los radares. No llegaban las imágenes.
Vidal: –Hoy estamos trabajando para que esa información esté sí o sí por duplicado, con back up. En cuanto a lo de La Plata, se combinaron muchos factores que estamos analizando para sacar un informe en unos días. La nube se formaba en el mismo lugar y prácticamente no se movía. Había poco viento en niveles bajos, y eso se combinó con un sistema de baja presión muy cerca del Río de la Plata. Este suceso nos despertó la necesidad de investigar otros fenómenos, como el efecto del río en la tormenta, para identificar a futuro esta clase de situaciones. Necesitamos ampliar la red observacional de superficie, mientras trabajamos en líneas de alertas más puntuales. Nos falta más la parte observacional. Como punto positivo, desde marzo hacemos radiosondeos dos veces al día, y no uno como se hacía antes, largando globos atmosféricos con instrumental que miden temperatura y presión. Eso ayudó mucho para ver que los días previos ingresaba mayor humedad en la zona.
–¿Existe una tropicalización de la Ciudad de Buenos Aires, como dice el Gobierno porteño?
S: –No hay ninguna condición para decir eso. Si bien cuando ocurre un fenómeno así se tiende a adjudicárselo plenamente al cambio climático, no es la única causa. También hay que reflexionar sobre las obras que no se hacen, cómo se planifica la construcción en una ciudad inundable, o la falta de espacios verdes que absorban el agua. En 1930, llovieron 200 milímetros en Capital, pero en esa época no era la ciudad que es ahora.
V: –Al mismo tiempo, cada vez se desdibujan más las fronteras entre las estaciones, con veranos más extensos, inviernos más cortos y fenómenos más localizados.
S: –Si bien no son fenómenos nuevos todos los que vivimos en estos últimos años, sí se dan con mayor frecuencia, y en zonas densamente pobladas. Hace un año, abril arrancó con el tornado en Lugano. Dijeron: “Nunca hubo tornados”; en realidad, es zona de tornados. Pero la atmósfera está muy caótica y cambiante. El fin del año pasado fue muy lluvioso, pero enero y febrero, muy secos; después, fuertes lluvias; y ahora de nuevo un período con demasiados días de cielo despejado. Actualmente vivimos una situación de bloqueo, con temperaturas altas y baja humedad, un centro de alta presión que domina la región. Después de un período tan anormal para esta altura del año, donde debería haber más frío, tendríamos tormentas fuertes cuando entre el frente frío en estos días.
Robledo: –Uno puede evidenciar en los últimos 50 años un incremento de la cantidad de los eventos extremos, por ejemplo, días con lluvia intensa. En la región centro de la Argentina aumentaron casi un 20% en otoño los superiores a 50 milímetros. Y hasta hay eventos extremos que los medios no muestran. ¿Alguien sabe cuántos muertos hubo en la Patagonia por la ola de frío en 2010? Sin embargo, se ubica en el tercer lugar de los eventos climáticos con mayores consecuencias fatales los últimos años en la Argentina, con 42 personas fallecidas. Y eso nadie lo dijo.
–¿El hombre incide en el aumento de la frecuencias de las lluvias?
V: –Puede influir desde el punto de vista del desarrollo de las tormentas. Por ejemplo, no es lo mismo tener un campo o un lugar lleno de árboles. Es muy probable que donde hay más árboles, el clima sea más fresco, y la otra parte, más cálida. Al calentarse más rápido el suelo, calienta el aire que tiene por encima. Ese aire más caliente y liviano comienza a ascender; y tiene una humedad que empieza a condensar, formando nubes que quizás en otras condiciones no se hubiesen creado.
–¿Cómo está la Argentina en relación al “cambio climático”?
S: –Está comprobado a nivel mundial el aumento de temperatura, desde 1850 a la actualidad, y aquí no estamos exentos. Hay proyecciones de que a fin de siglo se llegue con hasta cinco grados más a nivel global. A mi criterio, sería trágico si eso ocurriera.
R: –El conocido efecto de calentamiento global existe, y lo que provoca es un aumento de la temperatura del mar y mayor evaporación, con aumento de las lluvias. Pero, ojo, hay zonas que se están secando, como la zona cordillerana de la Patagonia. Y si hacés un ranking del último medio siglo de los años con más temperaturas máximas en esta zona, la década 2001-2010 se lleva los primeros lugares.
Temporales y temperaturas récord de antaño
A finales del año pasado, tras una seguidilla de fuertes lluvias, el SMN salió a aclarar que “si bien se ha observado un incremento en las temperaturas medias, y en parte también un aumento relativo de la precipitación, eventos extremos se han registrado a lo largo de todo el período histórico (1906-2012)”.
Como ejemplo, la precipitación diaria más alta en la capital ocurrió hace casi 80 años, el 27 de febrero de 1930, cuando se registraron 194.1 mm, mientras que la temperatura máxima más elevada se dio el 29 de enero de 1957 con 43.3ºC.
Dos de las olas de calor más extremas y duraderas tuvieron lugar durante diciembre de 1971 y marzo de 1980, mientras que la peor inundación que registró la ciudad ocurrió entre el 30 y 31 de mayo de 1985 cuando precipitaron más de 300 mm”, indicaron. Según registros anteriores a 1906 (medidos en otro sitio que el actual), marzo de 1900 fueron el mes y año más lluviosos, con 545 mm. y 2025 mm., respectivamente.
Asimismo durante los ocho primeros días de febrero de 1900, tuvo lugar una intensa ola de calor denominada “semana de fuego” en la que se registraron valores de temperatura y humedad extremadamente elevados, con sensación térmica superior a 40ºC.
A la luz de los datos históricos, el mentado cambio climático no ha dado aún marcas superiores a las ya registradas en década pasadas. Para referir las mayores, sigue siendo menester recurrir al archivo y rastrear varios años, ya que allí están los guarismos elevados.
Más precipitaciones
El Servicio Meteorológico Nacional publicó en su sitio web oficial un informe sobre cambio climático donde se explicita que de acuerdo a la combinación de los 14 modelos globales utilizados en el informe del IPCC el escenario para la República Argentina en la década 2020/2029 sería: “Precipitación; aumento del orden del 2% al 8% en el centro y en el Este de la Argentina, y una disminución del orden del 2% al 12% en la región del Noroeste argentino, en todo el borde occidental del territorio nacional y en la Patagonia, excepto en el sur de Santa Cruz y en Tierra del Fuego, donde no se esperan mayores cambios”.
Respecto de las temperaturas, se espera un “aumento en todo el país, entre 0.7ºC y 1.2ºC por encima de los valores normales, siendo máximo en el noroeste argentino”.
Los aumentos exiguos de la temperatura se repartirán dentro del año ya que “los mínimos cambios se esperarían en el verano y los máximos en el invierno”.