Alrededor de 2.000 militares apoyados por helicópteros intentan rescatar a 20 rehenes de Abu Sayyaf tras la ejecución del canadiense John Ridsdel.
El grupo extremista Abu Sayyaf decapitó el lunes al segundo rehén extranjero que asesina en los últimos cinco meses, confirmando la radicalización de esta facción filipina, que pretende vincularse al Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés) que lidera Abu Bakr al Baghdadi, pero que las autoridades tachan de poco más que un grupo de bandoleros.
El homicidio del canadiense John Ridsdel se suma al de un cautivo de Malasia que sufrió la misma suerte en noviembre.
Los milicianos abandonaron la cabeza de su víctima en una bolsa de plástico que dejaron tirada en el suelo de la principal localidad de Jolo, en el archipiélago sureño de Sulu, uno de los bastiones de esta facción radical.
Establecido a principios de la década de los 90 por Abdurajik Abubakar Janjalani -que fue abatido en 1998-, Abu Sayyaf mantiene la lealtad de varios cientos de militantes que, pese a sus proclamas religiosas, se han especializado desde hace años en el secuestro.
Ridsdel formaba parte del cuarteto de extranjeros que fueron raptados en un hotel de la isla de Samal en septiembre de 2015. Hace pocos días, los cuatro cautivos se vieron forzados a grabar un vídeo en el que explicaban que si sus países no pagaban 6,5 millones de dólares por cada uno, los captores iban a ejecutar a una de sus víctimas. La grabación ofrecía un ultimátum que acababa exactamente el lunes a las 15.00 horas. Los restos de Ridsdel se encontraron pocas horas después.
Portavoces del ejército filipino indicaron que cerca de 2.000 militares apoyados por helicópteros intentan rescatar al resto de la veintena de cautivos foráneos que mantiene Abu Safay en su reducto selvático.
Los paramilitares han intensificado los secuestros desde hace meses. En las últimas semanas y en tres ataques consecutivos contra embarcaciones que surcaban las aguas filipinas, retuvieron a 18 marineros indonesios y malayos, provocando una creciente alarma en las naciones del entorno.
El presidente de Indonesia, Joko ‘Jokowi’ Widodo, ha planteado este martes la posibilidad de establecer patrullas marítimas conjuntas con Malasia y Filipinas para evitar que el área se convierta en la “nueva Somalia”, en referencia a los años en los que la costa de ese país africano fue escenario de toda una serie interminable de secuestros.
Los millitares filipinos llevan semanas combatiendo contra otra camarilla de Abu Sayaf -el movimiento se ha fraccionado en varias facciones- en la isla de Basilán, donde hace días fueron abatidos 18 uniformados y decenas resultaron heridos en uno de los enfrentamientos más sangrientos que han librado ambas partes en los últimos meses.
Por su parte, el ejército local afirmó haber matado a decenas de militantes incluido un activista marroquí experto en explosivos.
Manila continúa aferrada a la hipótesis de que el Estado Islámico no dispone de una presencia ‘oficial’ en el territorio filipino y desecha la credibilidad de los numerosos vídeos en los que facciones como Abu Sayyaf y otras agrupaciones menores han jurado lealtad al autonombrado califa Abu Bakr al Baghdadi, el líder del IS.
“Nuestra información es que no hay una organización formal del IS en Filipinas”, volvió a repetir el pasado jueves el ministro de Defensa, Voltaire Gazmin.
El 4 de enero, uno de los caudillos locales de Abu Sayyaf, Isnilon Hapilon, difundió una de esas grabaciones en las que repitió ese juramento junto a varios combatientes de Malasia, que se han unido a su agrupación.
Aunque expertos y funcionarios del Gobierno local dudan de la relación formal entre los alzados y el IS de Baghdadi, y piensan que personajes como Halipon buscan más el efecto mediático, altos cargos del principal grupo rebelde musulmán del Sur del país han alertado sobre el proceso de radicalización que está registrando la juventud de esa región, cuyo proceso de autonomía se encuentra paralizado.
“Es un hecho. Los vídeos [de extremistas] no cesan de distribuirse entre los jóvenes y es muy difícil combatir esas ideas”, alertó Mohagher Iqbal, un portavoz del Frente Islámico, que mantiene un alto el fuego con el Gobierno y se distancia de la ideología extremista del IS.
Para el profesor Rommel Banlaoi, citado por los medios locales, los autores de los secuestros son un grupo más orientado a la pura criminalidad, mientras que los militantes de Basilan mantienen todavía una postura más propia de los movimientos islamistas tradicionales. El experto opinó que esta camarilla ha incrementado sus huestes en un 13% desde 2014, aprovechando quizás los ingresos conseguidos a través de los raptos.