La Fiscalía de Estados Unidos acusa a 106 personas, entre ellas policías y bomberos, de simular trastornos sufridos por la tragedia ocurrida el 11 de septiembre, para reclamar ayudas públicas.
Decenas de policías y bomberos de Nueva York simularon sufrir trastornos mentales relacionados con el 11-S para conseguir indemnizaciones públicas. Hasta ahora, hay 106 acusados por fraude a la Seguridad Social. La estafa puede alcanzar los 400 millones de dólares, según informó el fiscal del distrito de Nueva York.
Una gran cantidad de policías y bomberos de Nueva York repetían cada año frases idénticas en los exámenes oficiales: “me paso el día dormitando“, “soy incapaz de hacer cualquier tipo de trabajo dentro o fuera de la casa”, “me paso la noche despierto”, “tengo siempre la televisión encendida para que me haga compañía”.
Según las investigaciones, entre los 80 policías y 8 bomberos acusados, cerca de la mitad utilizaron el 11-S como motivo de sus problemas y solían insistir en su miedo a los aviones o a entrar en rascacielos.
Entre las excusas que esgrimían, la mayoría aseguraba que no tenía ninguna relación con familiares y amigos y que no podía salir de casa. Pero después, las investigaciones mostraron que todos ellos tenían una vida muy activa con miles de dólares al año de ayudas públicas.
Según el procesamiento presentado, “uno de los acusados pilotaba un helicóptero, otro jugaba al ‘blackjack’ en Las Vegas, otro trabajó en un puesto de ‘cannoli’ del festival San Gennaro en Manhattan, otro conducía una moto de agua y otro enseñaba artes marciales”.
Algunos de los acusados hasta presumían de su estilo de vida vía Facebook o YouTube. El fiscal de Nueva York, Cyrus Vance, mostró las fotos de algunos oficiales que decían no poder salir de casa por los efectos del 11-S: Glenn Lieberman, un policía jubilado, aparece en su moto acuática; Richard Cosentino, otro policía que decía no poder salir a la calle, colgó una imagen en Facebook donde se lo ve con un pez que había capturado en una de sus salidas en barco.
En conversaciones telefónicas grabadas con autorización judicial, uno de los gestores del engaño, Joseph Esposito, policía jubilado, aconsejaba a una aspirante escribir con errores e insistir ante el psicólogo público en que no podía concentrarse.
“Cuando hables con el tipo, no lo mires directamente. Tienes que intentar demostrar que estás deprimida, que no puedes, que no tienes ganas de nada. Y, si puedes, haz como que tienes ataques de pánico”, decía Esposito, según la transcripción de la conversación en el auto.
Varios de los receptores de ayudas aseguraban no poder trabajar, pero se habían pasado al sector privado mientras seguían cobrando indemnizaciones públicas por su inestabilidad psicológica.
Los pagos dependían de cada caso, pero en promedio cada beneficiario se llevaba entre 30.000 y 40.000 dólares al año. En total, los acusados recibieron 21,4 millones de dólares y algunos llegaron a cobrar medio millón de dólares.
El fraude comenzó en 1988 y se hizo más fuerte después del 11-S. La Fiscalía de Nueva York cree que puede haber hasta un millar de personas implicadas que han conseguido ilegalmente hasta 400 millones de dólares en ayudas.