La muerte de George Floyd ha tenido también repercusiones en el extranjero. El ministerio del Interior francés prohibió a los policías seguir utilizando la técnica del estrangulamiento en las detenciones. A cambio, las autoridades evalúan ampliar la utilización policial de las pistolas eléctricas o tásers. Un reemplazo que no convence a los sindicatos policiales franceses y que conlleva varios riesgos.
El uso del táser o pistola eléctrica no convence por varias razones. Primero porque la técnica de la estrangulación se enseña en las academias policiales francesas, mientras que se hasta el momento se omitía por completo del entrenamiento las pistola eléctricas, más conocidas como Taser por el nombre de su primer fabricante.
Muy pocos policías franceses cuentan con esta formación, obligatoria para usarlas y obtenerlas. Así, hay apenas 15.000 táser para los 240.000 gendarmes y policías galos.
Además, su uso presenta diversos riesgos para la salud. Las descargas eléctricas pueden provocar mucho dolor y llevar incluso a la muerte, como ocurrió el año pasado con un hombre en el sur de Francia, cuando recibió descargas de dos agentes. Las agujas de la pistola eléctrica pueden también provocar lesiones graves, según en qué parte del cuerpo se introduzcan.
“El táser no es un reemplazo eficaz”
Para el sindicato conservador francés Alliance, el táser no puede reemplazar a la técnica del estrangulamiento porque a menos de dos metros ya no es útil y no permite preservar la seguridad del agente. En una carta dirigida al ministro del Interior, Christophe Castaner, y publicada en su página de Facebook, Alliance deplora la “ausencia de medios confiables y efectivos que permitan reemplazar esta técnica en el futuro inmediato” y solicita su mantenimiento “hasta que pueda ser reemplazada”.
Por el momento el ministerio francés del Interior ha prohibido la técnica de sometimiento de sospechosos por estrangulamiento y los policías tampoco podrán seguir usando la maniobra que llevó a la muerte de George Floyd: apoyar en el cuello de una persona para mantenerla inmóvil en el suelo. Una técnica que también ha tenido consecuencias fatales en Francia. En enero pasado Cédric Chouviat, un mensajero de 42 años, falleció de un paro cardíaco tras ser asfixiado en el suelo durante un control policial en París.