El histórico proceso intentará desentrañar cómo funcionan los yihadistas.
Francia revivirá durante los próximos dos meses el atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo , uno de los episodios más atroces del terrorismo islámico y primer capítulo de una larga ofensiva yihadista que aún da sangrientos coletazos. El juicio contra 14 presuntos cómplices en la bárbara acción comenzó ayer en París con medidas de seguridad excepcionales y un debate nacional muy intenso sobre si las libertades son hoy más sólidas que en enero del 2015 o los terroristas lograron su objetivo de imponer el miedo y la autocensura.
El tribunal no podrá condenar a los tres autores materiales de los ataques porque estos murieron abatidos por la policía poco después de los hechos. Tres de los principales cómplices se hallan huidos, y es probable que dos de ellos murieran en Siria, donde se habían refugiado. Pero a pesar de que la mayoría de los 11 procesados presentes sean considerados actores secundarios en la carnicería, meros colaboradores logísticos en distinto grado, el juicio reviste gran importancia simbólica, hasta el punto de que la prensa francesa usa el calificativo de “histórico”.
La estrategia de los abogados de las víctimas, así como el interés de la opinión pública, no se centra tanto en las sentencias que eventualmente se dicten sino en que el juicio sirva para desentrañar cómo funciona la yihad, la autoproclamada guerra santa, en términos prácticos, qué redes utiliza, cómo capta a sus colaboradores, que mecanismos psicológicos intervienen, cómo se procuran los medios materiales. Lo que salga a la luz en el proceso debe contribuir a saber más sobre el terrorismo, para combatirlo mejor y para concienciar a la sociedad, incluida la comunidad musulmana. Como en todos los juicios, el desenlace ha de facilitar también un cierto consuelo a las familias de las víctimas, para encontrar respuestas y motivos –aunque sean absurdos– y tratar de poner un punto y aparte en su drama personal.
El diario Libération, tótem de la intelectualidad de izquierdas, expresó de modo muy diáfano, en su portada de ayer, el sentido del proceso. “Por ellos, por nosotros, por la historia”, tituló el rotativo. En el editorial habló de “proceso catarsis”, cuya meta ha de ser “reforzar nuestra democracia ante todos los oscurantismos”.
Está previsto que el juicio celebre 49 sesiones y se prolongue hasta el 9 de noviembre. Los acusados, de edades comprendidas entre los 30 y 67 años, muchos de ellos en atuendo deportivo, fueron separados en dos grupos de cinco, en sendos cubículos, por motivos de seguridad y para minimizar la posibilidad de contagiarse de la Covid-19. El undécimo reo se sentó separado, en primera fila. Los abogados hablaron con ellos a través de un cristal.
A los procesados se les atribuye haber ayudado a los terroristas, proporcionándoles armas, vehículos, dinero u alojamiento. El juicio deberá discernir si conocían con detalle las acciones que se iban a cometer. Sólo un reo, Ali Riza Polat, francés de origen turco, se arriesga a la máxima pena, la cadena perpetua. Se le acusa de haber estado en contacto permanente con uno de los terroristas, Amedy Coulibaly, entre diciembre del 2014 y el momento de los ataques, un mes después. Polat habría adquirido y almacenado armas y explosivos.
El propio Coulibaly, en una entrevista por televisión, en directo, mientras mantenía secuestrados a varios clientes del supermercado kosher Hyper Cacher, contestó sin titubeos a la pregunta del periodista sobre si había recibido instrucciones de alguien para realizar la operación. “Sí, de parte del califa”, dijo. Coulibaly afirmó ser miembro del Estado Islámico, mientras que los terroristas que atacaron la redacción de Charlie Hebdo aseguraron actuar en nombre de Al Qaeda en la Península Arábiga.
El presidente francés, Emmanuel Macron, de viaje por Oriente Medio, aprobó la actitud del semanario satírico, que, para mostrar que no ha cedido al miedo, volvió a publicar las caricaturas de Mahoma –aparecidas en el 2006– que indignaron al mundo musulmán y que fueron usadas por los terroristas como excusa para el atentado. Macron recalcó el valor esencial de la libertad de expresión y “el derecho a blasfemar”.
A petición de la Fiscalía Nacional Antiterrorista, el proceso por el caso Charlie Hebdo y por las acciones terroristas paralelas está siendo filmado en vídeo para conservarlo en el archivo histórico de la justicia. Se considera que su relevancia así lo exige, si bien eso no implica que se divulguen ahora las imágenes en la televisión. Son contados los juicios filmados en Francia en los últimos decenios. Uno de ellos fue el del alemán Klaus Barbie (1987) y del francés Maurice Papon (1997-1998) –por los crímenes de ambos durante la ocupación nazi– y de varios dirigentes ruandeses (entre el 2014 y el 2018) por el genocidio perpetrado contra la comunidad tutsis.
Más allá del impacto político y social del actual proceso en París, lo esencial es que tragedias similares no se repitan. Para ello hay que controlar muy de cerca a más de 8.000 personas incluidas en el fichero del Ministerio del Interior sobre extremistas radicales potencialmente peligrosos. Es una tarea muy difícil y en la que ha habido deficiencias graves en los últimos años.
El atentado contra Charlie Hebdo fue seguido, en el mes de noviembre del mismo año 2015, por otros salvajes ataques yihadistas en París (la sala de fiestas Bataclan, el estadio de Francia y varios restaurantes), con un balance de más de doscientos muertos. Hubo otros atentados posteriores, como el que sufrió una iglesia en Normandía –con un cura degollado en plena misa–, contra un supermercado cerca de Carcasona e incluso una acción en la propia prefectura de policía de París, en octubre del 2019, un apuñalamiento múltiple llevado a cabo por un empleado civil. Todos estos actos llevaban la rúbrica yihadista.
Está pendiente todavía un discurso, varias veces anunciado pero hasta ahora inédito, de Macron sobre el islam en Francia, sobre cómo el culto musulmán debe ser organizado para que se eviten los extremismos violentos y sean respetados los valores de la República, como el laicismo.