Fuerte declaración del Colegio de Pediatras de EEUU contra las intervenciones nocivas en niños trans

El American College of Pediatricians y otras organizaciones médicas de ese país piden el cese de protocolos perjudiciales como la afirmación social, los bloqueadores de pubertad, la hormonización cruzada y las cirugías en menores que experimentan angustia por su sexo biológico.

“Doctors Protecting Children” es el título de la fuerte declaración de pediatras de los Estados Unidos contra las terapias a las que son sometidos los niños y adolescentes que manifiestan malestar o incomodidad con su sexo biológico.

La iniciativa de los profesionales de la salud infantil estadounidense se suma así a las decisiones que vienen tomando varios países europeos para frenar terapias hormonales y cirugías, especialmente en niños y adolescentes, por la falta de evidencia científica que las respalde y por los efectos nocivos que presentan: menor crecimiento, osteoporosis temprana, esterilidad, entre otros.

La declaración que, además del Colegio Americano de Pediatras (ACP) está firmada por una gran cantidad de asociaciones médicas de los Estados Unidos, fue presentada este 6 de junio en una conferencia de prensa encabezada por la doctora Jill Simmons, pediatra y directora ejecutiva de la ACP.

Los firmantes del texto hacen un llamado a las instituciones del sistema de salud estadounidense para que pongan fin a “los actuales protocolos perjudiciales promovidos para niños y adolescentes que expresan malestar con su sexo biológico”, según se lee en la página de la asociación.

Los pediatras y otros profesionales de la salud alegan que “las mejores pruebas e investigaciones sugieren que las cirugías, los bloqueadores de pubertad y las hormonas sexuales cruzadas perjudican gravemente a los niños”, además de que estos tratamientos “no mejoran el bienestar físico o mental de los adolescentes con disforia de género”.

También llaman a “la Academia Americana de Pediatría, la Sociedad de Endocrinología, la Sociedad de Endocrinología Pediátrica, la Asociación Médica Americana, la Asociación Americana de Psicología y la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente” a adherirse “a la investigación basada en la evidencia” y a utilizar “evaluaciones y terapias integrales para los jóvenes con disforia de género”.

“Es hora de que estas instituciones médicas estadounidenses sigan la ciencia y el ejemplo de nuestros colegas profesionales europeos y dejen de promover protocolos que perjudican a los niños, incluida la promoción de la afirmación social, los bloqueadores de la pubertad, las hormonas de sexo cruzado y las cirugías para niños y adolescentes que experimentan angustia por su sexo biológico”, dijo la doctora Jill Simons.

Recientemente, se publicó en Gran Bretaña un informe shock – el Cass Report- producto de una investigación independiente que duró 4 años y que demostró que los tratamientos que se estaban aplicando a menores con disforia de género no se basaban en evidencia científica suficiente y eran por lo tanto experimentales. El informe sugería tratar estos casos con terapia psicológica y evitar las intervenciones invasivas, de efectos secundarios adversos y en muchos casos irreversibles. Como consecuencia de este informe, se prohibieron en Inglaterra los bloqueadores de pubertad.

También en Suecia, Noruega y Finlandia se están revisando los protocolos y se está sugiriendo a los profesionales priorizar el tratamiento psicológico de los menores que manifiestan incomodidad con su sexo biológico. .

Los pediatras estadounidenses que se suman a estas advertencias contra los tratamientos invasivos en menores trans han creado una página https://doctorsprotectingchildren.org en la cual se puede ver la declaración completa y los firmantes, además de adherirse al llamado.

“La ideología de género, la visión de que el sexo (masculino y femenino) es inadecuado y que los seres humanos necesitan ser categorizados aún más basándose en los pensamientos y sentimientos de un individuo descritos como ‘identidad de género’ o ‘expresión de género’, no da cabida a la realidad de estas diferencias sexuales innatas. (…) La ideología de género pretende afirmar pensamientos, sentimientos y creencias, con bloqueadores de la pubertad, hormonas y cirugías que dañan los cuerpos sanos, en lugar de afirmar la realidad biológica”, dicen los firmantes de la declaración.

“La toma de decisiones médicas no debe basarse en los pensamientos y sentimientos de una persona”, agregan sino que “debe respetar la realidad biológica y la dignidad de la persona, abordando compasivamente a la persona en su totalidad”.

Por otra parte, la ACP creó en septiembre de 2023 la página www.biologicalintegrity.org que ofrece “asesoramiento médico fiable sobre el tema de la disforia de género para padres, adolescentes, médicos, escuelas y responsables políticos”.

Vale señalar que en Argentina la Ley de Identidad de Género (2012) actualmente vigente habilita todos estos tratamientos con la sola expresión de la voluntad del paciente -algo equivalente a un autodiagnóstico- y ello vale también para los menores de edad. En el país se aplican tratamientos con bloqueadores de pubertad -cuyo efecto es frenar el desarrollo sexual de los adolescentes-, la hormonización cruzada -dar hormonas del sexo opuesto al biológico a quien desee transicionar- y cirugías de reasignación de sexo, lo que incluye la extirpación de órganos sexuales sanos (castración, penectomía, histerectomía, mastectomía, etc.)

En noviembre del año pasado, la agrupación MANADA Argentina (Madres de Niñas y Adolescentes con Disforia de Género Acelerada, manada.arg@gmail.com) reclamó reformar la llamada Ley Trans: “En Argentina, en 2012, se sancionó una ley [de Identidad de Género, n° 26743] que otorgó derechos merecidos a una minoría muy desprotegida y vulnerable, pero se hizo sin tener en cuenta que se proyectaría en un rango etario mayor, arrastrando a un porcentaje escandaloso de niñas y adolescentes a terapias hormonales y cirugías de afirmación y reasignación de sexo a muy temprana edad”, advertían en el comunicado enviado a las autoridades.

Pese a que la ley y los tratamientos se aplican desde hace más de una década no existe todavía en Argentina un estudio documentado de los casos y su seguimiento.