Esta semana, la fragata Libertad, símbolo de la Armada Argentina, sufrió un desperfecto y tuvo que regresar a puerto en pleno viaje hacia Ushuaia. La falta de presupuesto y el desinterés K hacia la defensa nacional. Opinan los especialistas.
Como el mar, la fragata ARA Libertad parece haber existido desde siempre. Porque, con el tiempo, este buque escuela de la Armada Argentina, cuya construcción comenzó el 11 de diciembre de 1953, bajo el segundo mandato del general Juan Domingo Perón, se convirtió en un símbolo patrio. Pero 62 años después, al cabo del ciclo kirchnerista, ya no hay vientos de cola que empujen a la nave insignia.
Esta semana, la fragata zarpó desde Puerto Belgrano hacia la ciudad de Ushuaia en un viaje de adiestramiento, pero, a pocas horas de partir, una emergencia obligó al comandante, Capitán de Navío Ignacio Martín Errecaborde, a regresar a puerto, tras comprobar la “pérdida de agua en un generador” del barco.
Lejos de haber sido un incidente aislado, fue parte de una triste práctica del kirchnerismo: la destrucción, como en tantas otras áreas, de las Fuerzas Armadas (FF. AA.), que, tal como lo establece la Constitución Nacional, deberían garantizar la paz del pueblo argentino, ser respetuosas de la soberanía nacional y capaces de defender al país ante cualquier agresión extranjera. Pero no, en estos 12 años K, sopretexto de una política pro Derechos Humanos, no se distinguió a los militares genocidas de 1976, de la nueva camada apegada a las reglas democráticas (paradójicamente, tal vez por eso fue posible que César Milani se erigiera como jefe del Ejército).
Según le dijo a Hoy el director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, “el discurso del gobierno y del Ministro de Defensa, Agustín Rossi, sigue centrado en los años setenta, por eso desatienden a las FF. AA. Siguen pensando que son una amenaza política y reducen su capacidad de acción. Esta visión, que ha predominado en la política de defensa de Cristina Kirchner, ha llevado a las FF. AA. a la situación de mayor desatención que se haya registrado”.
La fragata, la punta del iceberg
Es claro que las fuerzas están cada vez más desarmadas, y este grado de desidia explica el reciente incidente ocurrido con la fragata Libertad. Y otros mayores, como su retención en Ghana, en octubre de 2013, a raíz de un reclamo judicial impulsado por el fondo buitre NML de los Estados Unidos. Este antecedente la obligó a quedar confinada a puertos jurídicamente “seguros”, a navegar en aguas latinoamericanas.
Lejos de sus fines, a principios de este año formó parte de la campaña Verano de emociones, que convirtió a la base naval de Mar del Plata en una verdadera kermese estudiantil; también, la nave fue utilizada para transportar a militantes de La Cámpora en viajes de turismo.
En 2009, se dijo, se la reparó “a nuevo” en los astilleros Río Santiago, pero la realidad es que sus materiales originales fueron reemplazados por otros de dudosa calidad, tal como quedó en evidencia tras el último suceso.
No obstante, la fragata es apenas un botón de muestra de la ruina actual de las FF. AA. Porque Cristina terminará su gobierno con la Fuerza Aérea sin aviones de combate operativos; con el rompehielos Almirante Irizar, fuera de servicio hace siete años, sin ser reparado; con el Ejército limitado en materia de respuestas, munición para instrucción, renovación de equipos.
En este sentido, los números, tan fríos como lapidarios, permiten sopesar el desinterés del kirchnerismo hacia un área que en cualquier lugar del mundo es símbolo de respeto y prestigio: mientras países vecinos como Chile y Brasil destinan 2,80% y 1,67%, respectivamente, de su PBI a defensa; en la Argentina, apenas se gasta el 0,87%.
“Hay que devolverle la dignidad a las FF. AA.”
Por Ángel Tello (Exviceministro de Defensa)
Especial para Hoy
Es lamentable lo que ocurre con la fragata Libertad, es tremendo y se suma a la falta de aviones, a la falta de capacidad operativa del Ejército. Son muchas cosas las que indican que este gobierno le ha prestado muy poca atención a la defensa nacional.
Por esta desidia, llegamos a la situación de desastre actual, porque no se le destina presupuesto a la Armada. Eso sí, el Ministerio de Defensa ha incorporado una enorme cantidad de personal, la mayoría de ellos ñoquis, y el 80% del presupuesto se lo llevan los sueldos. Sin inversión, las Fuerzas Armadas tienen muy poca capacidad para operar, porque el kirchnerismo las considera irrelevantes.
Habrá que devolverle el prestigio y el respeto, la importancia y la dignificación de la profesión militar, su valor irremplazable. Esta es una de las funciones indelegables del Estado y los gobiernos tienen que hacerse cargo; es una especie de seguro de vida de la nación frente a las agresiones que pueda sufrir el país.
Por todo esto, el próximo gobierno, aún en las condiciones económicas adversas en que quedará el país tras el kirchnerismo, tendrá que destinar una parte importante del presupuesto a la defensa nacional, para recuperar lo que perdimos en estos años.