Miles de niños ucranianos están siendo forzados a entrar en un sistema para convertirlos en rusos, un proceso que Moscú parece haber puesto en marcha con mucha ímpetu poco después de comenzar su invasión el año pasado.
Rusia ha empleado diversas tácticas para trasladarlos a territorio bajo su control.
Los niños bajo cuidados institucionales son deportados con el pretexto de una evacuación, mientras que otros son separados de sus familias en campos de filtración. En muchos casos, las familias envían a sus hijos a campamentos en territorio ocupado para refugiarse de la guerra. Entonces se corta la comunicación entre ellos y desaparecen.
Inteligencia artificial para buscarlos
Se está empleando inteligencia artificial para encontrar a los niños y las instalaciones en las que son retenidos, líneas especiales conectan las denuncias con la policía y los familiares han estado cruzando a Rusia para llevarlos físicamente de vuelta a casa.
Pero la mayoría de los pequeños acaban en “campos de reeducación”, son adoptados ilegalmente por familias rusas o se pierden.
La deportación y naturalización forzadas de niños ucranianos por parte de Rusia ha sido calificada de crimen de guerra por los investigadores de la ONU. También fueron la causa de que la Corte Penal Internacional dictara órdenes de detención la semana pasada contra el presidente Vladímir Putin y Maria Lvova-Belova, Comisionada para los Derechos del Niño de Rusia.
“Tiene que ser el tutor quien emprenda este viaje”
Liudmila Motichak es uno de los padres que cruzó a territorio ocupado para buscar a su hija.
El pasado noviembre tomó un transbordador hacia la Crimea ocupada por Rusia, cruzando desde Jersón para recuperar a su hija Anastasia, de entonces quince años. El tiempo corría en su contra.
Un mes antes, el director de la universidad de Anastasia había convencido a Motichak para que enviara a su hija a un centro de bienestar de Crimea, donde podría descansar y refugiarse de la guerra. Ella era escéptica, pero “el director fue muy convincente”. Motichak se vio obligada, tras ver que otros estudiantes iban y volvían sanos y salvos.
Pero las cosas no salieron según lo planeado
“Primero dijeron que los estudiantes no se quedarían más de dos semanas”, cuenta Motichak a Euronews. “Luego, empezaron a retrasar la fecha… dijeron: ‘no se preocupe, volverán a finales de octubre, luego en noviembre… luego incluso más tarde”.
El director le dijo entonces que tendría que recoger a Anastasia personalmente. Poco después de que las fuerzas ucranianas recuperaran Jersón, se cortó todo contacto entre la madre y el director. Viéndolo retrospectivamente, cree que el director colaboraba con Rusia y huyó cuando el control cambió de manos.
Motichak estaba asustada, manteniéndose en contacto con Anastasia a través de Telegram.
Contactó con organizaciones en busca de ayuda. Mientras, Anastasia había sido trasladada a un hospital tras contraer varicela, lo que ella cree que la salvó de ser enviada a Rusia. Finalmente, madre e hija consiguieron rencontrarse.
Viajes de miles de kilómetros
“Creemos que los niños tienen que estar acompañados físicamente por alguien que tenga permiso para llevárselos”, comenta Laura Mills, investigadora de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional. “Por lo que sabemos, tiene que ser el tutor quien emprenda este viaje”.
Viajar hasta miles de kilómetros -y en última instancia a lo que se percibe como territorio enemigo- es peligroso, caro y arriesgado. Pero el primer obstáculo suele ser saber dónde buscar.
“Pedimos que haya algún tipo de sistema de localización de familias… la carga de organizar todo el viaje no debería recaer en los tutores en Ucrania”, explica Mills. “Además, luego tienen que encontrar ellos mismos a los niños”.
Cambio de nombre, nuevos pasaportes, adopciones ilegales
La línea especial 116000, las ONG Magnolia, Save Ukrain, la web Children of War (Niños de la guerra) y otras organizaciones trabajan junto a las autoridades locales para denunciar y localizar a los niños desaparecidos. Pero lo que pueden conseguir desde fuera es limitado.
“A menudo es a través de voluntarios u otras personas que conocen el paradero de esta persona desaparecida y son ellos los que luego los ayudan a ponerse en contacto”, dice Mills. “No está organizado por el Estado ruso ni por los servicios de protección de menores. Lo ideal sería que hubiera contacto entre los Gobiernos y que dijeran ‘aquí están todos los niños que cruzaron a Rusia durante este tiempo’, y dieran toda la información que tienen. Pero este intercambio no se está produciendo”.
Rusia presenta las adopciones como actos de benevolencia y difunde vídeos de niños ucranianos en campos de reeducación a través de las redes sociales. A menudo se los enseña cantando el himno ruso o llevando su bandera.
“Cambios de nombre, nuevos pasaportes, adopciones ilegales… están comercializando esto y utilizándolo como propaganda, asegurando que están salvándolos y dándoles una vida en Rusia”, comenta Aagje leven, Secretaria General de Missing Children Europe.
La información es sacada de la propia propaganda rusa
Irónicamente, la propaganda de Rusia se está empleando para localizar a los niños.
La Universidad de Yale y el programa Observatorio de Conflictos del Departamento de Estado de Estados Unidos han publicado un extenso informe basado sobre todo en material de fuentes abiertas, como mensajes en redes sociales, fotografías y publicaciones difundidas por las propias autoridades del Gobierno ruso.
“Tradujimos todo lo que las autoridades locales contaban sobre los traslados, lo hacían públicamente”, cuenta Nathaniel Raymond, Director Ejecutivo del Laboratorio de Investigación Humanitaria de Yale.
La investigación señala 43 centros entre Siberia y Magadán
“Creemos que el número de instalaciones es muy superior a cuarenta y tres… se trata de un complejo sistema logístico que tiene elementos militarizados”, añade Raymond. “Es disperso, diverso y extremadamente amplio geográficamenta hablando”.
Planes para convertir a niños ucranianos en rusos
Normalmente, en tiempos de guerra se aplica una moratoria a las adopciones para localizar y reconectar a las familias.
Pero los campos de reeducación empezaron a aparecer en 2014, tras la anexión rusa de la península de Crimea, una medida considerada ilegal por la comunidad internacional.
La primavera pasada, el país flexibilizó sus normas de adopción y concesión de la nacionalidad para facilitar a los ciudadanos rusos la adopción de niños ucranianos sin cuidado parental y concederles la ciudadanía, lo que señala una posible aceleración de su política.
Missing Children Europe también observó poco después que el currículo educativo ucraniano en los territorios ocupados se estaba cambiando al ruso.
“Todas estas cosas empezaron a apuntar a planes de conversión de niños ucranianos en rusos”, afirma Ieven.
Las adopciones forzosas corren el riesgo de impedir la posibilidad de regresar a Ucrania, tanto ahora como a largo plazo.
“Se les privará de su identidad nacional, lo que constituye una clara violación del derecho internacional”, subraya Mills. “Las leyes de adopción que se han aprobado en Rusia para facilitar la ciudadanía y la adopción por parte de familias rusas… existe un enorme riesgo de que los niños desaparezcan sin dejar rastro dentro de la sociedad rusa”.
Los efectos podrían ser permantentes
“Es una forma de robar una generación”, sentencia leven. “Si no los puedes conquistar, conviértelos en rusos”.
La entrevista con Liudmila y Anastasia Motichak ha sido traducida por Salvatore Del Gaudio, Profesor de Filología y Lingüística Eslava de la Universidad de Salerno.