Golpe chino a los obreros de EE.UU.

Los bienes trabajo-intensivos exportados por China son el 40% de las compras norteamericanas entre 1999 y 2007.

chinaDespués del ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio, en 2001, el comercio de la República Popular con EE. UU. se triplicó y alcanzó a US$577.000 millones en 2015 (3,2% del PBI estadounidense). Al mismo tiempo, el incremento del PBI per cápita estadounidense se redujo a la tercera parte). Pasó de 3% anual en los cinco años previos a 2000 a 1% por año entre 2001 y 2015.
En este período, el nivel de participación de la fuerza de trabajo norteamericana (161 millones de trabajadores) alcanzó su pico histórico en 2000, con el 67,3%, y cayó a 62,6% en 2015, el menor nivel de los últimos 50 años. Significa que 1 de cada 3 adultos norteamericanos entre 18 y 54 años de edad, con estudios secundarios, abandonó la búsqueda de un puesto de trabajo; y esto sucede cuando la tasa de desocupación es 4,7%, inferior al promedio vigente en la década anterior a la crisis 2008-2009.
El déficit comercial de EE.UU. con China ascendió a US$338.000 millones en 2015. Es consecuencia de que las importaciones de bienes provenientes de la República Popular aumentaron, en valor, US$416.000 millones entre 1999 y el año pasado.
Lo revelador es que las importaciones de productos manufacturados en EE.UU. provenientes de países con bajo nivel de ingreso per cápita eran 9% del total en 1991 y treparon a 28% en 2007. Las exportaciones chinas representaron 89% de este incremento en ese período.
El superávit de cuenta corriente chino ascendió a 11% del PBI en 2007 (equivalente a US$380.000 millones); y el déficit de cuenta corriente norteamericano alcanzó a 6% del producto ese año, un porcentaje igual – simétricamente invertido – a la brecha positiva de la República Popular.
Los bienes trabajo-intensivos exportados por China representaron más de 40% de las compras norteamericanas en ese período, y ese porcentaje fue superior al 30% en 28 industrias vinculadas.
El empleo manufacturero estadounidense se redujo en más de 5 millones de puestos de trabajo entre 1991 y 2011. Pasó de 17 millones de trabajadores a 11,4 millones, y esa reducción aumentó 20% entre 2000 y 2007. Esto ocurrió sobre todo en los Estados del Medio Oeste y Noreste (Pensilvania, Ohio, Wisconsin, Michigan, Illinois).
En estos estados, entre los trabajadores industriales blancos sin estudios terciarios, Donald Trump se impone a Hillary Clinton 57% a 31%; y más de 40% de los votantes de Bernie Sanders señalan que si tienen que elegir en noviembre entre Trump y Clinton, votarán al primero.
Lo que ha ocurrido en EE.UU. entre 1999 y 2011 es que las importaciones chinas han costado 2,4 millones de puestos de trabajo, con especial énfasis entre 2001 y 2007, desde la incorporación de China a la OMC hasta el apogeo del superávit de cuenta corriente de la República Popular.
Lo más importante que sucedió entre los dos países a partir de 2001 no ocurrió en el comercio bilateral, sino que fue la aceleración del proceso de convergencia estructural de China hacia EE. UU., realizada a través del alza de la productividad y el auge del ingreso per cápita, que creció más de 6% anual en la República Popular en este período.
Este proceso de catch up es sinónimo de la plena integración protagonizada por China en la economía capitalista avanzada del siglo XXI, cuyo epicentro es EE.UU.
El punto de inflexión de esta hazaña histórica se alcanzó en 2001, con el ingreso de China en la OMC y culminó en 2008-2009, con el colapso de Lehman Brothers).
A partir de entonces, China no puede crecer sostenidamente imitando o comprando la tecnología norteamericana, como hizo en los 30 años previos.
Ahora, para expandirse, China necesita innovar, desplegar un crecimiento de la productividad de todos los factores (PTF) –o plusvalía relativa–, que es la forma de alza del capitalismo avanzado, sobre todo del país-frontera, que es EE.UU.