Las primeras estaciones del metro de Moscú, inauguradas en 1935 por Stalin, debían ser como “palacios para el pueblo”. Pero las del siglo XXI son poco formales.
El metro de Moscú es conocido por sus fastuosas estaciones con mármol, candelabros gigantes y mosaicos de colores, pero la expansión de la red de metro moscovita llevó a los arquitectos a tomar la radical decisión de alejarse del estilo soviético.
Las primeras estaciones del metro de Moscú, inauguradas en 1935 por Stalin, debían ser como “palacios para el pueblo”. Pero los proyectos del siglo XXI son mucho menos formales.
En una ruptura con la tradición, la alcaldía de la capital rusa autorizó que arquitectos independientes presentaran proyectos alejados de la norma. En algunos casos los concursos se acompañaron de votaciones populares a través de una aplicación.
Estos cambios abren la vía a estaciones “originales que se alejan de las tradiciones”, destaca la periodista especializada en arquitectura Nina Frolova.
La primera de las 15 estaciones nuevas abrió en agosto en la periferia de Solntsevo, otrora bastión de la mafia. Los arquitectos moscovitas Nefa ganaron el concurso con un proyecto inspirado en la luz del Sol, que da su nombre a este barrio del oeste de Moscú.
“Queríamos dejar entrar el sol” en la estación, explica el arquitecto jefe de Nefa, Dimitri Ovcharov, quien ideó agujeros en los muros de la entrada para “crear un efecto de luces y sombras”, mientras que en los andenes unos cilindros luminosos hacen las veces de asientos para los viajeros.
Para Nina Frolova, directora editorial de la web Archi.ru, la estación de Solntsevo es un ejemplo claro de estas nuevas tendencias, que defienden un diseño más depurado, más luminosidad y temas sencillos relacionados con la ubicación o el nombre de la estación. Una tendencia mundial pero que representa una pequeña revolución para el metro de Moscú, conocido por su fastuoso estilo en todo el mundo.
La estación de Rjevskaya, en construcción, parece un vasto vestíbulo luminoso con arcos que dirigen a los trenes, una referencia al papel de puerta a la ciudad que desempeñaba la plaza bajo la que se encuentra. La idea era tener un ambiente “sin decoración excesiva”, explica Tatiana Leontieva, del despacho moscovita Blank Architects.
“El concurso tuvo mucha resonancia, no solo en el ámbito arquitectónico ruso, sino también en el extranjero”, señala.
Cuando fue concebido, el metro histórico de Moscú fue una obra monumental, pensado como ejemplo de calidad y solidez, que debía simbolizar la grandiosidad de Stalin y de la joven URSS, educar a las masas sobre la historia soviética, contada en mosaicos, y servir de búnker en caso necesario.
Las nuevas estaciones (más de 50 en los próximos cinco años) quieren ser más cómodas y funcionales, y menos impresionantes.
Los arquitectos lamentan, no obstante, que la calidad no siempre esté a la altura, como ocurrió con las grandes obras que cambiaron el rostro de Moscú en los últimos años, criticadas por haber sido realizadas a toda velocidad para cumplir con los plazos y por las acusaciones de corrupción, que habría llevado a elegir materiales menos costosos.
“Aunque un diseño pueda parecer bonito, puede ser incompatible con toda la tecnología del metro”, advirtió recientemente Alexandre Orlov, uno de los arquitectos de la empresa pública Metroguiprotrans, que tenía el monopolio de la arquitectura del metro moscovita.
Pero Metroguiprotrans también se moderniza y diseñó estaciones con motivos impresos con láser y paneles de aluminio de colores.
La empresa pública es responsable de la estación Fonvizinskaya, que muestra en paneles 3D a personajes de obras de teatro del escritor Denis Fonvizine, quien da nombre a la estación.
“Es la primera vez en el mundo que se hace algo así. Jamás habría pensado que me dedicaría al metro. Es un arte monumental”, afirma su creador, el artista digital Konstantin Judiakov.
Las reacciones de los usuarios son variadas. A la profesora Liudmila no le interesa la decoración, pero se alegra de que el metro llegue ahora a su barrio.
Pero para Konstantin Judiakov, el metro debe ser un medio de expresión artística. “No hay suficiente arte. La gente está privada de ello. Que al menos haya arte en el metro”.