La madre del policía Cristian Agusti habló en la 99.9 luego de la detención de Javier Salaberry y señaló que buscará justicia: “espero que hable porque hubo cómplices que fueron ex compañeros de mi hijo”.
La detención de Javier Salaverry Gabarain luego de 15 años prófugo de la justicia, reabrió una herida latente en la familia del policía Cristian Agusti que fue asesinado durante un robo en octubre de 2003. Luego de la detención en el Museo MAR, la madre de la víctima Graciela Panebianco, habló a través de la 99.9 sobre el momento que tuvo que vivir: “lo tuve a 20 centímetros mío y lo único que pude decirle fue “hola Alejandro, como estas?”. Él agachó la cabeza, pero lo tuve a 20 centímetros, me quería morir”.
Ahora, luchará para que la causa pueda ser reabierta y reciba la condena por lo que hizo: “cuando vino a Mar del Plata estaba prófugo de otra causa y por eso tiene que caer la prescripción de la causa de Cristian”. El problema pasa por lo que sucedió con los propios compañeros de su hijo durante todos estos años y Graciela denunció esa complicidad: “cuando yo entraba a la DDI desaparecía todo el mundo. Hay traidores ahí adentro, yo nunca fui agresiva pero vivía más en Tribunales que en mi casa. Mi conducta fue la misma en todas las entrevistas que tuve con los asesinos de mis hijos, no fui agresiva”.
Durante muchos años tuvo que padecer el dolor de la pérdida de un hijo, pero también incluso un atentado que relató en la 99.9: “me han hecho la vida roja, me desangraron. Este señor me cortó los brazos y las piernas. Tuve un atentado, me quisieron secuestrar, me querían meter adentro de un coche y me arrastraron 80 metros por el asfalto. Ese mismo día, cuando estaba en mi casa me llamó una persona del Penal y me dijo “la felicito pero fue un vuelto de acá adentro, ordenado desde acá”. El juez me dijo si quería hacer la denuncia, pero si me pasó eso sin hacer denuncia, ¿que me pasaría después? Además, ¿Cómo compruebo que fueron ellos?“.
Todo eso forma parte del pasado, pero lo más importante es que con la detención recuperará algo de paz para Cristian Agusti: “mi hijo ahora va a estar en paz. Lo único que lamento es que Salaberry tiene cáncer, lo quiero sano para que esté atrás de una reja, no me sirve que esté enfermo. Siempre lo quise vivo, cada vez que se iban a buscarlo en los operativos, les pedía que si tira, no lo maten”.
Graciela espera. Primero porque reabran la investigación y lo vuelvan a sentar en el banquillo de los acusados, pero también porque cuente todo lo que sabe, ya que se rumorea que alguna vez lo detuvieron y negoció una salida con la propia policía: “ojalá hablara, porque entonces el mote que me pusieron de loca, se borrará. Muchos tendrían que poner la cara lamentablemente, ojalá hable. Se lo pido a Dios. Me prohíben dar nombres, pero tengo unas ganas de vomitarlos…hubo complicidad de ex compañeros y si ellos dicen que no, que me lo digan en la cara”.