El ministro de Finanzas informó el comienzo de un período de austeridad fiscal en el que aumentará los impuestos en especial “a los que tienen más”.
El ministro de Finanzas de Gran Bretaña, Jeremy Hunt, confirmó que el país se encuentra en recesión al presentar este jueves su presupuesto de otoño, que contempla subidas de impuestos y menos gasto público para ahorrar 55.000 millones de libras (65.000 millones de dólares).
“Nuestras prioridades son la estabilidad, el crecimiento y los servicios públicos”, afirmó Hunt en la presentación de su “presupuesto de otoño” ante el Parlamento. “Somos honestos sobre los retos que enfrentamos y justos con nuestras soluciones”.
Gran Bretaña enfrenta “vientos globales en contra sin precedentes”, dijo en la Cámara de los Comunes. “Este es un plan equilibrado para la estabilidad, un plan para el crecimiento y un plan para los servicios públicos. Demuestra que uno no está obligado a optar entre una economía fuerte y buenos servicios públicos”.
El ministro confirmó que, según datos de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR), Gran Bretaña ya entro en recesión y se prevé que su PBI caiga 1,4% en 2023. De acuerdo al Banco de Inglaterra, esta recesión podría durar hasta mediados de 2024 y ser la más larga de la historia británica.
Hunt detalló un paquete de medidas para imponer el regreso de Gran Bretaña a la austeridad, incluyendo un aumento de la tasa aplicada a las ganancias extraordinarias de las empresas energéticas, y una reducción del umbral del tramo superior del impuesto sobre la renta, que aumentará el número de declarantes afectados.
Entre las subidas de impuestos anunciadas, Londres incrementará del 25% actual al 35% su impuesto a los beneficios excepcionales de las empresas petroleras- impulsados por la disparada de precios en el contexto de la guerra en Ucrania- y lo prologará tres años hasta 2028. Hunt anunció asimismo “un nuevo impuesto temporal de 45% a los productores de electricidad”, incluidas las renovables, que se benefician del aumento de tarifas.
En total, estos impuestos combinados supondrán una recaudación de 14.000 millones de libras el próximo año, agregó.
Empresas energéticas como BP y Shell, con sede en Londres, reportaron enormes beneficios en los últimos meses, mientras la guerra de Rusia en Ucrania incrementa el precio de la energía en todo el mundo.
El gobierno británico se ha visto presionado para aumentar los impuestos a las compañías de petróleo y gas para financiar las ayudas estatales a los millones de británicos que tienen problemas para hacer frente al alza de la factura eléctrica.
Gran Bretaña intenta con estas medidas cumplir su delicada misión de tranquilizar a los mercados sobre su fiabilidad, tras el caso provocado por las políticas económicas anunciadas en septiembre por el gobierno de la efímera primera ministra conservadora Liz Truss.
La expremier presentó un plan para “impulsar el crecimiento” que combinaba importantes subvenciones a la energía con fuertes bajadas de impuestos sin más financiación que engordar la ya muy abultada deuda pública británica.
En un contexto de altísima inflación, esto provocó desasosiego en los mercados financieros, la libra cayó a mínimos históricos y se dispararon los intereses de la deuda pública, arrastrando con ellos los créditos a empresas y familias.
El también conservador nuevo primer ministro, Rishi Sunak, designado hace menos de un mes para reemplazar a Truss, expulsada del poder al cabo de mes y medio, prometió corregir los “errores” de su predecesora.
Con esta misión, Hunt se declaró determinado a “dar al mundo confianza sobre nuestra capacidad para pagar nuestras deudas” y anunció nuevas reglas de control del endeudamiento público.
El Reino Unido ve así regresar unas políticas de austeridad comparables a las adoptadas a raíz de la crisis bancaria de 2008, cuyas consecuencias aún se sienten, especialmente en la sanidad pública.
Hunt incluyó entre sus prioridades “proteger a los más vulnerables” y “evitar las subidas de impuestos que perjudican al crecimiento”.
Tras registrar un decrecimiento de 0,2% del Producto Interior Bruto (PIB) en el tercer trimestre, la economía británica se ve abocada a una inevitable recesión -definida técnicamente como dos trimestres consecutivos de contracción- que según el Banco de Inglaterra podría durar hasta mediados de 2024 y ser la más larga de su historia.