En menos de 100 días, 52 personas han sido asesinadas en una ola de crímenes que ha despertado todas las alarmas en Londres. El antiguo líder de una banda explica las causas del fenómeno.
La vida de Sheldon Thomas cambió cuando sólo tenía 20 años. Estaba a punto de subir al escenario para actuar en un concierto en Brixton, al sur de Londres. “En un momento dado estás hablando con tu amigo y al instante siguiente le vuelan la cabeza y quedas cubierto con su sangre”, explica a El Confidencial. Para entonces, Sheldon ya era líder de una las bandas más violentas de la capital británica. “Te metes con 11 años, a los 15 o antes llevas pistola y haces dinero con la droga. Torturas a gente, te sientes respetado y sobre todo protegido”, asegura.
No era la primera vez que vivía en directo un asesinato. En otra ocasión, otro de sus amigos llegó a recibir hasta 57 disparos. Pero aquella noche fue un punto de inflexión. “Cuando cuatro tipos entran en un local para matarte pegando tiros y ninguna de las balas te alcanza sientes que ha ocurrido un milagro”, recalca.
Decidió salir de aquel mundo. Y pudo hacerlo. “Por aquel entonces, otra persona ocupaba tu puesto y punto. Pero ahora han cambiado mucho las cosas. Sencillamente estás atrapado. Si pretendes salir, secuestran a tu madre o tu hermana y las violan”, matiza.
Sheldon, de origen jamaicano, tiene ahora 54 años y es fundador de Gangsline, una consultora que trabaja activamente con el Ejecutivo y Scotland Yard para prevenir la criminalidad de las bandas. Desde hace años, venía advirtiendo que existe un problema en las calles. Y ahora la bomba ha explotado: en menos de 100 días, 52 personas han sido asesinadas en la capital británica en una ola de crímenes que ha despertado todas las alarmas. Por primera vez en la historia contemporánea, hay más violencia en Londres que en Nueva York, dos urbes muy semejantes en cuanto a nivel de población con alrededor de 8,5 millones de habitantes.
“Vivimos una auténtica crisis. No hay una causa concreta es un cúmulo de circunstancias: drogas, familias desestructuradas, pobreza, reducción del número de policías, el protagonismo que han tomado ahora las redes sociales. Por otro lado, las bandas de Londres y sus miembros no tienen nada que ver con las de Manchester o Sheffield”, señala. “Lo que está claro es que los políticos deben de empezar dejar a liderar a personas que saben cómo es el problema desde dentro para poder crear estrategias efectivas. En definitiva, que dejen sólo de consultarnos, que nos den fondos, recursos para poder elaborar estrategias e implementarlas”, matiza.
Cuando Sheldon se unió a una banda con apenas 11 años buscaba refugio de las agresiones racistas que recibía tanto por miembros de otras bandas como de la policía. En los 60, 70, 80 las cosas funcionaban de otra manera. “Al principio te daban un bate de béisbol y luego una pistola. En mis tiempos eran caras, pero ahora las puedes conseguir por menos de lo que cuesta un abono de transporte. Y luego está el tema de los cuchillos, todo el mundo lleva”, explica.
En los doce meses previos a septiembre de 2017, los crímenes con cuchillos aumentaron un 21%, los delitos con armas de fuego un 20% y las tasas de homicidios un 17% en Inglaterra y Gales.
En Londres, el problema afecta a toda la ciudad. No hay un distrito específico. En cada barrio, las calles inundadas por viviendas valoradas en más de un millón de libras se cruzan con otras donde los chicos de ocho años empiezan a consumir drogas para olvidar los problemas que tienen en casa. Son realidades paralelas que, como tal, nunca acaban juntándose en ningún punto.
El jueves pasado en Hackney, mientras la gente hacía cola para pasar a los clubes de moda y teatros independientes que ahora han transformado la zona, vecinos de todas razas y edades formaban un gran círculo, agarrados de la mano. La concentración tenía lugar a escasos metros del sitio donde un joven llamado Israel Ogunsola, de 18 años, había sido apuñalado el día anterior.
Pero, esa misma tarde, otras siete personas fueron atacadas en diferentes puntos de la ciudad con arma blanca en un espacio de tiempo de apenas 90 minutos. La víctima más joven tan sólo tenía 13 años.
“Las guerras de código postal”
Según ‘The Independent’, esto supone que cada tres días, alguien es apuñalado con consecuencias mortales en la ciudad del Támesis, una situación motivada por un conflicto entre bandas callejeras que la prensa inglesa identifica como el “resurgir de las guerras de código postal”.
Las redes sociales toman cada vez más protagonismo. “Las bandas las utilizan para colgar sus ataques, crear su propia marca… es desde allí donde convocan a sus miembros, donde comparten sus músicas con letras violentas, donde viven en otra realidad”, asegura Sheldon.
Este lunes, la ministra del Interior, Amber Rudd, presentó una nueva estrategia valorada en 40 millones de libras para combatir esta ola de criminalidad con especial atención en los ‘social media’.
Las 114 páginas del documento elaborado por el Gobierno ofrecen un impresionante nivel de análisis sobre la forma en que las drogas ilícitas pueden estar generando esta situación e inciden en la importancia de la intervención temprana.
Pero en ningún momento se hace referencia a la falta de recursos policiales descritos que alertaba otro documento de Interior que se filtró horas antes a la Prensa. El número de oficiales de Policía en Inglaterra y Gales ha descendido hasta los 21.500 desde los recortes acometidos en 2010 por el anterior Ejecutivo de David Cameron, donde Theresa May, hoy primera ministra, era la responsable de Interior.
El nuevo programa gubernamental destina una partida de 11 millones de libras para apoyar proyectos locales y 3,6 millones de libras para hacer frente a la distribución de drogas que utilizan a niños “como correos”.
Pero los activistas como Sheldon se muestran escépticos. “Los políticos deben confiar en nosotros, trabajar con gente que realmente esté en contacto con estos chicos. De lo contrario, no habrá un cambio real”, concluye.