Científicos han sugerido que podría estar detrás de un importante enfriamiento climático y la extinción de especies de grandes animales.
Durante los últimos dos millones de años el clima de la Tierra se ha enfriado y calentado una y otra vez, haciendo que las temperaturas máximas y mínimas oscilasen y dibujasen una especie de cardiograma. Aparecieron ciclos de milenios de duración, en los que se alternaron periodos glaciales (fríos) y periodos interglaciales (más cálidos). Finalmente, después del último periodo glacial arrancó un periodo de tiempo conocido como Holoceno, hace unos 11.700 años, en el que el ser humano se expandió catapultado por la revolución del Neolítico y el desarrollo de la agricultura.
A partir de ese momento, e incluso hasta nuestros días, se culminó una larga tendencia, de cientos de miles de años, en la que se han estado extinguiendo especies de grandes animales (la megafauna) en todos los continentes. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Witwatersrand, en Johanesburgo, Sudáfrica, ha sugerido que, en parte, la desaparición de estos animales podría estar vinculada con el impacto de un asteroide, ocurrido hace unos 12.800 años. El hallazgo de restos de platino en unos sedimentos sugiere, según los autores del trabajo, que un choque lo suficientemente catastrófico pudo contribuir a un enfriamiento climático, que tuvo efectos sobre la desaparición de especies e incluso sobre la cultura humana. Sus conclusiones se han publicado en Palaeontologia Africana, y se suman a una decena de trabajos que también han hallado restos de platino de la misma antigüedad en sedimentos.
«Sin llegar a decir necesariamente que existe un factor único que afectara a todo el globo –ha dicho en un comunicado Francis Thackeray, director del estudio– sugerimos cautamente la posibilidad de que los cambios en la tecnología humana, ocurridos en América del Norte y África, más o menos a la vez, podrían estar asociados indirectamente con el impacto de un asteroide de importantes consecuencias globales».
Los humanos, también sacudidos
Thackeray se refiere a dos claras transiciones detectadas en el registro arqueológico, y que ocurrieron más o menos a la vez que pudo tener lugar el impacto del asteroide, hace 12.800 años. Por una parte, desaparecieron las herramientas de la cultura de Clovis, en América del Norte y, por otra, en algunas zonas de Sudáfrica desaparecieron los utensilios de piedra de la industria Robberg.
El origen de estas suposiciones está en un importante «pico de platino» detectado en los sedimentos del yacimiento Wonderkrater, al norte de Pretoria, en Sudáfrica, en una capa con una antigüedad de 12.800 años. Dicho metal parece ser un chivato de la presencia de un asteroide, puesto que este elemento es muy abundante en algunos de ellos.
«No podemos estar seguros –ha comentado Thackeray–, pero un impacto “cósmico” podría haber afectado a los humanos como consecuencia de los cambios locales en el medio ambiente y a la disponibilidad de alimentos, asociados con un repentino cambio climático».
El repentino «Dryas reciente»
El cambio al que se refiere es el Dryas Reciente («Younger Dryas», en inglés), sin duda un buen ejemplo de cambio climático abrupto. Desde hace unos 14.500 años el clima de la Tierra se estaba calentando, y el planeta estaba abandonando su último periodo glacial. Pero, tal como el polen hallado en los sedimentos atestigua, algo cambió, porque las temperaturas volvieron a descender drásticamente en el hemisferio norte, iniciando el Dryas Reciente: un periodo frío y con difícil explicación, bautizado en honor a la flor Dryas octopetala, que creció en las frías condiciones que se hicieron comunes en Europa durante ese periodo. Más o menos hace unos 11.500 años, el Dryas Reciente finalizó, también de forma muy abrupta.
El misterio de Dryas no es nuevo. Se ha propuesto que millones de años antes de eso, las extinciones de la megafauna del planeta estaban originadas por una explosión de supernova. En tiempos más próximos, se ha dicho que el impacto de un cometa fue el que arrancó el Dryas Reciente, ese cambio rápido y abrupto hacia un clima frío. Y que, por ello, se aceleró la desaparición de animales como mamuts, camellos, perezosos terrestres gigantes y gatos de dientes de sable en América del Norte, donde el pueblo de Clovis los cazaba para subsistir. De forma, se cree que el descenso de las poblaciones de grandes animales acabó impactanto también a los pobladores humanos.
«Nuestro hallazgo –el “pico del platino”– al menos sostiene parcialmente la hipótesis del impacto para explicar el origen del Dryas reciente», ha dicho Thackeray. «Realmente necesitamos explorar la idea de que el impacto de un asteroide pudo provocar un cambio climático global y contribuir en cierta medida a los procesos de extinción de grandes animales a finales del Pleistoceno, después de la última edad de hielo –es decir, justo antes del Holoceno–».
¿El lugar donde ocurrió el impacto?
El yacimiento de Wonderkrater explorado ahora, en Sudáfrica, es el trigéismo lugar del planeta donde se han encontrado evidencias del pico de platino, además de en Groenlandia, regiones de Asia, Europa, América del Norte, México y Chile. Por ello, según Thackeray, es posible que grandes cantidades de polvo rico en platino, procedentes del impacto de un asteroide, se dispersaran por todo el planeta, causando un enfriamiento global.
De hecho, recientemente se descubrió un cráter de impacto bajo los hielos que retroceden en el glaciar Hiawatha, en Groenlandia. «Hay algunas señales para apoyar la idea de que este fue el lugar donde ocurrió el impacto de un gran meteorito hace 12.800 años», ha dicho Thackeray. «Si este fuera el caso, debería haber tenido consecuencias globales».
¿Si no fue un asteroide o un cometa, qué pudo ocurrir? La explicación más aceptada y menos polémica es que, después de que el planeta pasara milenios calentándose de nuevo, tras el último periodo glacial, el agua dulce del deshielo se vertió en los océanos. Hay evidencias que sostienen la hipótesis de que el deshielo cambió las corrientes termohalinas en el Atlántico Norte, lo que enfrió el clima durante milenios hasta que se restauraron dichas corrientes.
Pasara lo que pasara, el registro paleontológico indica que en ese periodo se culminó la extinción de muchos grandes animales, lo que también acabó afectando a las poblaciones humanas de entonces.
Un peligro presente
Tal como ha auntado Jorge Morales, paleontólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), y experto en megafauna del Cenozoico, «pudo haber un asteroide, pero las extinciones así ocurren continuamente». De forma gradual, los cambios naturales del clima van transformando la composición y distribución de las especies, porque la inestabilidad perjudica especialmente a la megafauna, «animales muy especializados».
Pero, según Morales, «para los animales, es más peligroso el hombre que el asteroide». El rápido y abrupto calentamiento global provocado ahora, junto a la destrucción de hábitats y a la contaminación, tienen la capacidad de provocar transformaciones profundas y rápidas mucho más dañinas. «La megafuna es muy delicada. Puede cambiar y adaptarse, pero no puede aguantar un cambio tan drástico como el que están produciendo los humanos».