Así lo indicó la antropóloga Diana Lenton respecto de los violentos actos contra los pueblos originarios que se producen en el norte de nuestro país.
¿Cómo explicar la violencia actual con los pueblos indígenas?
Estamos en un momento muy especial, en que nuevas tecnologías de producción favorecen la inclusión de territorios que antes estaban fuera de ese circuito. El ejemplo de la soja es claro. Las variedades transgénicas permiten usarlas en nuevas zonas habitadas por indígenas o campesinos. Ante esta posibilidad, hay desalojos con mayor o menor violencia. Los indígenas son la oposición más decidida, pero se niega sus denuncias. Cuando denuncian la violencia, la reacción suele venir acompañada de racismo, que se manifiesta en la sospecha de que hay oscuras intenciones detrás de la defensa de su tierra porque no puede admitir que el indígena tenga una idea esclarecida y honesta acerca de su situación. Esto es afirmar que es imposible que un indígena tenga una idea política propia. Este racismo genera más violencia: justifica toda clase de actos. Se lo puede ver en los comentarios de lectores sobre los episodios de violencia contra indígenas: son demasiados quienes piensan que esa es la única forma de hacerles entender lo que es bueno. Por eso prefiero hablar de una sociedad racista, violenta, ya que no se trata sólo de una gestión de gobierno sino de una estructura social. Esto no exime al gobierno de su responsabilidad específica. Creo que la lectura binaria de la realidad ayuda al crecimiento del racismo.En el caso concreto de Formosa, hay una posibilidad fuerte de que la Presidenta esté haciendo una mala lectura de los hechos en función de las informaciones que recibe. El problema es que hasta se olvida la Constitución cuando lo que está en juego es la ejecución de grandes negocios. Es tan fuerte la ideología del progreso, que ante la posibilidad de que ciertos sectores se nieguen a éste, se entra en zonas de “excepción” de las garantías acordadas. Por eso, no se percibe la contradicción entre el discurso progresista y las violencias ejercidas, porque se trata de “excepciones” que no lo contradirían sino que se justifican por su carácter de excepción.