La propuesta es de Javier González Fraga y plantea una posible solución para revertir el proceso de recesión que está viviendo el país.
El ex presidente del Banco Central, Javier González Fraga, consideró que el país debería endeudarse para financiar una baja de impuestos mientras el gasto público siga siendo alto. El jefe de economistas del radicalismo dijo, en una entrevista con La Nación en su casa de Palermo, que “de esta decadencia se sale creando condiciones para la inversión“, y elogió la política de tasas del Banco Central.
-¿Cambió algo con la llegada de Axel Kicillof como ministro?
-Sí, más allá de algunas disidencias, al menos tenemos un equipo económico consistente, mejor que cinco personas que no querían estar juntas. Pero la diferencia fundamental es Juan Carlos Fábrega en el Banco Central, porque es una persona que conoce el sector y que trabaja con la línea del organismo. Tiene el rol específico de asegurar el nivel de las reservas, en el entendimiento de que cada vez que un presidente tuvo que irse del poder anticipadamente fue por un tema relacionado con la baja de las reservas . Así que, si queremos que Cristina Kirchner llegue al final de su mandato, hay que cuidar ese activo. Con la caída de las reservas por debajo de determinado nivel empieza una especulación sin techo, que provoca un salto en los precios y un cambio en la conducta de los consumidores, y a la hiper no se llega por una expansión grande de la emisión, sino por la conducta de la gente. Estuvimos, en enero, muy cerca de ver ese cambio.
-¿El Central retomó una política expansiva ¿es un riesgo?
-Sí. Si insisten con armar una fiesta de consumo, vamos a armar una especulación cambiaria. Pero no tengo dudas de que ahí están las cualidades de Fábrega para poner en orden este tema. También me gustaría que se empezara a devaluar la moneda unos 10 a 12 centavos por mes para que no se siga agrandando el atraso cambiario. Creo que con esto ya lograron bajar la inflación en mayo a 1,5%, lo que es un logro importante, porque terminaría el año en 30%. Me gustaría que el Ministro, en vez de quejarse de los que criticamos los Precios Cuidados, diga cuál es su meta de inflación para este año. Ahora no hay que agigantar el rumor de otra devaluación, que sería suicida para el Gobierno, porque generaría otro salto de recesión y pobreza y que sigan ganando los que apostaron al dólar. Para eso hay que reducir los subsidios, absorber todo lo necesario de dinero y generar, no una fiesta de consumo, sino de inversión. Hay que liberar las restricciones financieras y turísticas, eliminando el cepo, sin devaluar el tipo de cambio comercial oficial. Así, se minimizaría el impacto recesivo.
-¿Pero liberar el cepo no generaría más riesgo financiero?
-De ninguna manera. En el mundo financiero hay cola para invertir en la Argentina. Están todos agazapados para comprar bonos y acciones, no por mérito de Cristina sino porque Cristina se va. Así que, a menos que los convenzan de que se quedará algún kirchnerista ortodoxo, la gente apuesta a UNEN o a Massa, con posturas razonables.
-¿Se pueden bajar las retenciones para subir la inversión?
-Sí, sin dudas. Y también el IVA. Y para mantener la brecha fiscal mientras el gasto público sigue siendo muy alto, hay que aprovechar el bajísimo nivel de endeudamiento para financiarla. Si la Argentina tuviera una relación deuda PBI del 30% con los privados, en vez del 10%, significaría que podríamos tener US$ 80.000 millones de deuda en los próximos años. Si estuviera ese dinero, nadie estaría hablando del dólar.
-¿No es un peligro ese camino para un país que suele tomar créditos para no solucionar sus problemas de fondo?
-Después del arreglo de la deuda deberíamos haber mantenido un nivel de deuda razonable, no tan bajo, pero no lo tuvimos por el error garrafal del INDEC, que nos sacó del menú de los inversores. Y el desendeudamiento fue la consecuencia de los errores de Néstor Kirchner y Guillermo Moreno en torno de las estadísticas públicas.
-¿Qué herencia le tocará al próximo gobierno?
-Será sumamente manejable en la macroeconomía, pero complicada en términos sociales, porque hay una población que cree que se puede comer sin trabajar. Así que el desafío es recrear la cultura del trabajo y de la educación.