“Hay una fuerte exclusión y desigualdad social”

Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social Argentina, analizó las cifras de un estudio que presentaron, donde llamó la atención la identificación de existencia de traficantes e intercambio de estupefacientes en los barrios. “Al menos uno de cada tres hogares identifican a nivel urbano que existe venta de estupefacientes”, sostuvo.


El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica (UCA) sigue trabajando sobre el flagelo de la droga y su relación con los sectores sociales más necesitados. El último estudio que realizaron mostró la preocupación sobre este tema y el reconocimiento de los propios vecinos acerca de la venta de droga en el barrio.
Uno de los autores de este trabajo fue Agustín Salvia, que esta mañana en la 99.9 señaló: “La encuesta releva todos los años a 5.700 hogares a nivel urbano en todo el país. Lo destacable es la identificación de la existencia de traficantes e intercambio de estupefacientes en el barrio. Esto ocurre mucho más en el conjunto de la sociedad y más aún desde el 2007, cuando creció de un 25% a un 36%; al menos uno de cada tres hogares identifican a nivel urbano que existe ventas de estupefacientes”.
Una cosa va de la mano de la otra y el especialista subrayó la relación entre este tema y otros que golpean duro en el país, como la inseguridad. “Todo esto está asociado a un aumento de los hechos delictivos: desde el 2004 teníamos una tasa del 21% y ya estamos en 29,7%, es decir 3 de cada 10 hogares son víctimas una vez al año de algún delito. El miedo tiene una raíz importante en estos temas y en la impunidad de cómo se venden y trafican estupefacientes, cuando el barrio no tiene la seguridad adecuada”, puntualizó.
A pesar de estos datos, Salvia no identificó a la pobreza como la responsable de esta situación: “Los estimulantes o drogas son inhibidores de normas morales, y la marginalidad no es responsable de este proceso. Hay bandas y organizaciones criminales que reclutan a los sectores más pobres donde la droga se vuelve una herramienta importante de captación y manipulación de esta población que no tiene otros recursos. Los que se vuelcan a vender tienen mayores ingresos que el que trabaja como albañil y se levanta temprano a la mañana; hay condiciones estructurales que hacen que la delincuencia siga creciendo”. También subrayó que “hay una fuerte exclusión y desigualdad social, además de la ausencia de una política integral para esto. Se requiere un hábitat digno de vida y un proceso digno de trabajo decente. Esto no está garantizado para una de cada tres familias del país”.
Progresivamente se ha ido metiendo la droga en el corazón de la sociedad y eso es un factor negativo. “El tráfico de drogas se ha metido en los últimos 10 o 15 años en el país. Antes podíamos prevenirlo, pero ahora debemos hacer algo. Las bandas criminales se refugian en las villas porque no hay Estado. Esto se agravó con el crecimiento económico que genera más dinero, más productos robados, mayor capacidad para consumo de drogas. La presencia policial no es suficiente para resolver el problema de la delincuencia”, advirtió.
Otra de las aristas que incluyó en su análisis fue el de los planes sociales: “Se han convertido en parte de la sociedad, en una herramienta de cohesión, control social y manipulación. Esa manipulación política esclaviza al ciudadano”.
Con Mar del Plata como parte del estudio de más de 20 ciudades intermedias o grandes, se podrá sacar una muestra para ver la evolución de las cifras, aunque no el total de la ciudad en relación con esta problemática. “Tenemos 190 casos en la ciudad, que no son representativos; lo que podemos hacer es sumar las distintas muestras que tenemos cada tres año, para poder decir lo que sucede entre 2010 y 2013”, concluyó.