La revelación de que su peluquero gana 9895 por mes generó revuelo en el país.
Como al Sansón de la Biblia, al presidente François Hollande su pelo podría costarle la vida, aunque sólo sea la existencia política. El jefe de Estado está sumergido en un torbellino desde que los franceses supieron que su peluquero personal, que no lo deja ni a sol ni a sombra, cobra un salario mensual de casi 10.000 euros: casi igual que un ministro y más de ocho veces el salario mínimo en el país.
“El coiffeur del presidente se corta los pelos en cuatro desde el 16 de mayo de 2012. Y lo hace por 9895 euros de salario bruto mensua l”, escribió el semanario político-satírico Le Canard Enchaîné en su edición de ayer. La expresión “se corta los pelos en cuatro” usada por la centenaria publicación, célebre por no equivocarse jamás en sus primicias, significa que el fígaro en cuestión, Olivier Benhamou, vive dedicado exclusivamente al mandatario francés desde que asumió sus funciones.
La noticia, que cayó como una bomba en un país con más del 10% de desempleo y donde el salario mínimo es de 1200 euros mensuales, fue confirmada ayer por el propio vocero presidencial. Stéphane Le Foll tuvo serias dificultades para justificar la absurda decisión de Hollande, que llegó al Palacio del Elíseo presentándose como “un presidente normal”, para distinguirse de su antecesor. Entre otros excesos, el conservador Nicolas Sarkozy gastaba 8000 euros por mes en una experta en belleza, encargada de maquillarlo para las cámaras.
“Puedo comprender los interrogantes. Puedo comprender que haya juicios… Todos nos peinamos, ¿no? No se trata de cualquiera. En fin, es todo”, balbuceó Le Foll, lo que provocó el sarcasmo de los periodistas acreditados ante la presidencia.
Según el periódico, el convenio de trabajo del “coiffeur personal del jefe del Estado” estipula que es empleado “por toda la duración del mandato presidencial”. Se trata de un contrato por cinco años, que representa una remuneración acumulada de 593.000 euros. Esos ingresos están acompañados de “eventuales compensaciones de alojamiento” y otras “ventajas familiares”, precisa. Los colaboradores de Hollande no verían, al parecer, nada de extravagante en ese contrato.
“Olivier B.”, nombre en código atribuido por la presidencia al artista del brushing, empieza temprano su jornada laboral, con una enorme amplitud horaria: peina y vuelve a peinar al presidente todas las mañanas y siempre que es necesario, cada vez que Hollande tiene que hablar en público, incluso los fines de semana y durante los viajes al exterior.
Interrogada por Le Canard Enchaîné, la abogada del peluquero explicó que se trata de un contrato de exclusividad. Eso significa que su cliente tuvo que cerrar su salón, situado en el elegante distrito XVII de París. “Está a disposición del presidente las 24 horas del día. Jamás se hace reemplazar por nadie”, agregó.
Es verdad, Benhamou tuvo que vender rápidamente su comercio. Su abogada afirma que, incluso, “tuvo que regalarlo”, después de que Hollande le propuso ocuparse de cortarle el pelo, teñirlo y peinarlo todos los días. Y si bien para muchos el resultado deja bastante que desear, sobre todo cuando se trata del color, el presidente francés parece estar satisfecho.
Imprudencia
Los allegados a Hollande cuentan que fue su ex compañera sentimental Valérie Trierwailer la que descubrió a ese genio de las tijeras. También se sabe que todo este escándalo no se habría desatado sin la imprudencia del propio interesado.
Extremadamente puntilloso, Olivier B. decidió enjuiciar a la revista Closer, que, sin saber de quién se trataba, incluyó su nombre en una larga lista de individuos que vivirían “a expensas del Elíseo” sin hacer nada. Lo que nunca imaginó fue que, para justificar su presencia en el palacio presidencial, tendría que presentar ante la justicia su contrato de trabajo y sus recibos de sueldo.
Es probable que Hollande tenga que dar una explicación a los periodistas que lo interrogarán hoy durante la tradicional entrevista televisada con motivo del 14 de julio, fiesta nacional que conmemora la toma de la Bastilla. Pero este lamentable episodio podría significar un golpe mortal para sus intenciones de reelección en 2017.
Justo ahora que, gracias a una incipiente reactivación económica, su popularidad comenzaba a aumentar. Según un sondeo del instituto IFOP publicado anteayer, después de haber permanecido estancado en el 13% de opiniones favorables durante casi un año, Hollande alcanzó el 21% en junio y el 28% este mes.