Uno de los integrantes del equipo de jóvenes argentinos que ganó una de las categorías de la RoboCup, el Mundial de Robótica que se desarrolló en Países Bajos, contó la experiencia en la 99.9.
Los jóvenes vinculados a la ciencia suelen obtener importantes logros a nivel internacional apelando a la aplicación del conocimiento que absorben en la escuela. Eso sucedió con un grupo de jóvenes que ganó una de las categorías del Mundial de Robótica que se realizó en Países Bajos, conocido como RoboCup.
Se trata de Martina Talamona que junto con Ian Molina fueron los que representaron al resto del equipo compuesto por Zoe Casares, Milagros Lalli, Tania Arenas y Joaquín Bares.
Molina comentó como surgió esta posibilidad a través de la 99.9: “nosotros no nos conocíamos de nada, hace aproximadamente cuatro meses nos mandaron a llamar a todos por nuestros distintos colegios para participar sin que ninguno lo esté esperando. En mi caso, por ejemplo, me mandó a llamar mi directora y me comentó que había sido preseleccionado para formar parte del equipo que iba a representar a Argentina en el Mundial de Robótica o en la Robocup. Yo me emocioné porque claramente no lo esperaba y era una gigantesca noticia. Me dijo mañana tenés la entrevista con los que eligen todo para charlar con ellos y ver qué sucede. Tuve la entrevista, me fue muy bien y a partir de ahí empezó el desafío de estar tres meses seguidos, casi todos los días trabajando en los robots, mejorándolos”.
El proceso no era sencillo porque no se conocían y tenían que trabajar en este desarrollo: “como no nos conocíamos ninguno, también los conocimientos que teníamos eran distintos. El primer mes casi que estuvimos aprendiendo el lenguaje de programación que utilizamos para el robot, que se llama python, que es el más utilizado en el mundo”.
Una vez que terminaron con su desarrollo, podían participar en distintas categorías y en todas, terminaron compitiendo por los primeros lugares: “en nuestra categoría todos los robots son iguales en cuanto a forma, pero no en lo que tienen adentro, digamos, puede tener cámaras, sensores, gps, etc. En nuestro caso teníamos dos cámaras, un Gps, las dos ruedas que todos tienen, sensores de distancia, etc. Todo esto se hacía sobre un presupuesto que eran 3000 x, ponele dólares, pero es todo virtual, así que no tiene un valor real. A partir de ahí inicia todo el código, la programación; entre todos, pusimos un poquito cada uno. En la competencia hubo tres categorías distintas, en la categoría general salimos quintos del mundo, no esperábamos terminar en tan buena posición. Después habían otros dos desafíos; el Desafío Técnico y el Superteams, salimos segundos en el Desafío Técnico y primeros en el Superteams, en conjunto con un equipo de Taiwán”.
Todo el grupo fue forzado en el Centro de Altos Estudios en Tecnología Informática (CAETI) y coordinado por Gonzalo Zabala y Ricardo Morán: “Gonzalo fue el creador de la Roboliga en el 2000. Es como el paso anterior a la Robocup, en realidad es como la Robocup con dos categorías menos, pero de acá de Argentina. Se supone que es por esos rendimientos y los que tuvimos en nuestras materias de robótica que nos eligieron. Me parece que representamos bien la UAI y el CAETI”, finalizó Molina.