Integración global

Cuando todo está interconectado, el trabajo se desplaza geográficamente. Y esto se refiere tanto al trabajo realizado directamente por las computadoras como al trabajo de los profesionales. Hoy, por primera vez en la historia, todo está conectado. Todos estamos conectados…

La pregunta que toda empresa, todo gobierno, toda universidad y toda comunidad debe plantearse, es: ¿qué puede hacer que el trabajo venga a mi país, mi región, mi ciudad? ¿Qué puedo hacer para conseguir importancia en ese mercado global que crece constantemente?

Un nuevo modelo empresarial basado en la innovación colectiva, la integración de la producción y la subcontratación de especialistas en otros países, surge como respuesta a la globalización y la nueva tecnología. Tales empresas, integradas globalmente, terminarán por reestructurar la geopolítica, el comercio y la educación mundial.

La pregunta que toda empresa, todo gobierno, toda universidad y toda comunidad debe plantearse, es: ¿qué puede hacer que el trabajo venga a mi país, mi región, mi ciudad?

La corporación multinacional adopta una nueva forma. Desde una perspectiva de negocios, este nuevo tipo de empresa debe entenderse más como “global” que como “multinacional”. Cambian de manera fundamental (en lo estructural, lo operativo y lo cultural), en respuesta a los imperativos de la globalización y de las nuevas tecnologías.

Sus defensores dicen que a diferencia de las multinacionales, que creaban mini versiones de sí mismas en mercados de todo el mundo, las empresas  globalmente integradas ubican el trabajo, las habilidades y las operaciones donde tienen más sentido, en base a la disponibilidad de recursos, ambientes y tecnología.

Durante el siglo XX hubo muchos productos reconociblemente globales, desde la Coca-Cola al walkman de Sony, cuyo éxito mundial marcó la creciente importancia de las marcas. Pero en términos generales, las corporaciones continuaron organizando la producción mercado por mercado, dentro de las fronteras tradicionales del Estado-nación. Pero desde las tres últimas décadas del siglo XX se registraron cambios importantes: se ultra liberalizó el comercio, y también los flujos de inversión, lo que cambió las percepciones de las empresas en cuanto a la clase de globalización posible.

La transición de la corporación multinacional a la empresa integrada globalmente asume dos formas distintas. La primera implica cambios en el lugar donde las compañías producen. La segunda, en quienes lo hacen. Hasta hace poco, las empresas elegían producir bienes cerca de donde los vendían; en consecuencia, la mayoría de las inversiones extranjeras se destinaba a mercados extranjeros específicos. Hoy, las inversiones en ultramar continúan realizándose con la mira puesta en ganar acceso a fuentes importantes de demanda externa. Pero las compañías invierten más en modificar la forma de proveer al mercado global en su conjunto. La integración global de la producción, dicen, reduce los costos.

Los signos más visibles de este cambio se ven en los dos grandes mercados emergentes: China e India. Según un cálculo, tan sólo en los tres años anteriores a la crisis financiera las empresas extranjeras construyeron 60.000 plantas manufactureras en China, algunas de las cuales se orientaban al mercado local, pero otras, al global. Empresas europeas de productos químicos, fabricantes japoneses de automóviles y conglomerados industriales estadounidenses abren fábricas en el gigante de Oriente. De igual manera, bancos, compañías de seguros y firmas de servicios profesionales construyen centros en India como apoyo a empleados, clientes y la producción en todo el mundo.

Sin embargo, estos cambios van mucho más allá de China e India. Los radiólogos estadounidenses mandan radiografías a Australia para su interpretación. Los centros de servicio a clientes en Nueva Escocia atienden consultas sobre garantías de consumidores estadounidenses. Los centros de gestión en Manila procesan decisiones de compra en nombre de empresas grandes y pequeñas de todo el mundo. Las oficinas de apoyo en Dublín procesan transacciones derivadas para bancos de inversión globales. Por todas partes, la actividad económica se abre al exterior para adoptar negocios compartidos y normas tecnológicas que permitan a las empresas conectarse a sistemas de producción verdaderamente globales.

A medida que se extienden las prácticas empresariales compartidas, cada vez es más frecuente que las empresas deleguen en especialistas externos el trabajo que antes hacían internamente: desde soporte de oficina, facturas y administración de beneficios para el personal, hasta ventas y servicio a clientes.

Hasta ahora, la corporación se veía como una colección de subsidiarias, unidades de negocios o líneas de producción ubicadas en distintos países. Ahora, la expansión de la subcontratación a otros países alienta a las compañías a verse como un conjunto de componentes especializados: gestión, manufactura, investigación, ventas, distribución y demás. Para cada uno de estos componentes, la integración global de operaciones obliga a las empresas a escoger dónde quieren que se realice el trabajo y si se lleva a cabo en lo interno o mediante un tercero.

La empresa globalmente integrada requerirá, en lo fundamental, distintas formas de encarar la producción, la distribución y el despliegue de la fuerza de trabajo; lo cual ya ocurre. Como la nueva tecnología y los nuevos modelos de negocios permiten a las empresas tratar sus distintas funciones y operaciones como piezas componentes, las compañías pueden separarlas y reintegrarlas en nuevas combinaciones como les parezcan más apropiadas para sus socios.

La verdadera innovación abarca mucho más que la simple creación y lanzamiento de nuevos productos. También se refiere a cómo se brindan servicios, se integran los procesos de negocios, se administran compañías e instituciones, se transfiere el conocimiento y se formulan las políticas públicas. Así como a la manera en que empresas, comunidades y sociedades participan en todo el proceso y se benefician de él.

Sin embargo, cambiar hacia el modelo de empresa integrada a nivel mundial también representa grandes retos para los líderes de todos los sectores de la sociedad. El desafío más importante será asegurar una oferta de habilidades de alto valor. Naciones y empresas deben invertir en mejorar sus programas de educación y capacitación básicas. También se necesitan nuevas capacidades administrativas. Los enfoques jerárquicos de mando y control ya no van a funcionar, pues impiden que fluya la información dentro de las empresas y obstaculizan la naturaleza maleable y comunitaria del trabajo actual.

Avanzar hacia la empresa globalmente integrada requerirá visión de largo plazo e inversión continua, dos cosas que no sobran en nuestro país. Necesitará, además, enfocarse no en las ganancias probables sino en las ganancias verdaderas que generan capital para el crecimiento y la innovación. Esto requerirá paciencia y comprensión de los inversionistas.

La empresa integrada a nivel global es un actor nuevo y prometedor en el escenario mundial. Ahora, los líderes en las empresas, los gobiernos, la educación y toda la sociedad deben aprender sobre su dinámica y ayudarla a madurar de forma tal que contribuyan al progreso social, económico y humano en todo el planeta.

También las PYME pueden

Las organizaciones de menor tamaño también están pasando por períodos de cambios y descubriendo que ser pequeño no necesariamente significa ser local.

En el pasado, una PYME atendía un mercado local con proveedores locales, fuerza de trabajo local y fuertes relaciones con el territorio que la circunda. Este modelo “local a local” seguiría existiendo, pero está siendo complementado por algo novedoso: muchas pequeñas empresas han advertido que los potenciales consumidores de sus productos y servicios no son sólo sus vecinos; ahora también pueden llegar a la clase media global en rápido crecimiento que, se estima, incluirá otros 1.200 millones de personas en los países en desarrollo hacia el 2030. Serán nuevos consumidores que tendrán un poder adquisitivo anual de entre  4.000 y 17.000 dólares per cápita y gozarán de acceso a viajes, automóviles, niveles internacionales de educación y otros productos. Y seguramente no les importará dónde fueron creados esos productos y servicios.

 

Talento global

Gracias a la novedosa infraestructura interconectada, esta nueva especie institucional, las pequeñas empresas globales, también podrán aprovechar las cadenas de abastecimiento y los grupos de talento de todo el planeta. También les será posible adoptar nuevas formas de gestión: conectados, en tiempo real y con un alto grado de colaboración. Esto tiene gran importancia para la economía y la sociedad, considerando que las PYME son el gran motor de la creación de empleos.

Estamos rodeados de un número increíble de nuevas posibilidades, que vienen acompañadas de una gran complejidad en la vida social y económica. A pesar de sus desafíos, millones de emprendedores, profesionales y ciudadanos de todo el mundo están ansiosos por empezar de una vez este viaje.