Integrantes de una tribu amazónica abandona su aislamiento

Desnudos, con arcos y flechas y comunicándose con sonidos de animales, salieron de la selva en busca de comida y utensilios.

aborigenesHace ya más de un mes, exactamente el 26 de junio, trabajadores de la Fundación Nacional del Indio (Funai) de Brasil, mantuvieron un contacto con integrantes de la tribu ashaninka, un grupo que vivía hasta hace poco en completo aislamiento en el Amazonas, en la frontera de Brasil y Perú.
El contacto fue filmado: puede observarse cómo reciben alimentos que habían solicitado y entregan una tortuga en forma de agradecimiento. Todo ocurrió en la aldea Simpatía del estado de Acre, Brasil, cerca del límite con Perú.
Las imágenes fueron difundidas anteayer por el blog de la Amazonia del portal Terra Magazine de Brasil. Algunos indígenas estaban armados con arcos y flechas, machetes y hachas, y hasta se llegó a observar a uno de ellos con una escopeta.
De acuerdo a la Funai, el grupo aislado escapaba de Perú, donde sufre los ataques de narcos y contrabandistas de madereras, cuando entró en contacto con otra tribu, la ashaninka, que está integrada.
Algunos indígenas aislados tenían gripe y recibieron asistencia médica. Los trabajadores de la Funai les encontraron municiones, fósforos y paquetes de productos peruanos.
El diario El País recuerda que, al menos hasta 2013, en la última década han sido asesinados en Brasil 560 indígenas (un 168 por ciento más que entre 1995-2002). En 2013, 53 fueron asesinados, según el Consejo Indigenista Misionero. En 2012 fueron registrados 60 asesinatos. En 2011, 51.
La Funai difundió el video (disponible en la dirección https:// www.dropbox.com/s/j0aangytcgymovi/indios-isolados-envira.avi) que muestra el momento del contacto en las orillas del río Envira, en el estado brasileño de Acre, fronterizo con Perú.
“El video es una de las escenas registradas en el momento en que indígenas aislados entran en contacto con el equipo de la Funai y los ashaninkas. Fue el segundo día de contacto, el 27 de junio”, explicó Carlos Travassos, director del departamento de indígenas aislados de la Funai.
El servicio de prensa de la Funai indicó ayer que Travassos se encuentra actualmente en Acre y es imposible contactarlo telefónicamente.

El lenguaje de la jungla

El primer contacto con esta tribu de indígenas aislados fue el 26 de junio. Estaban tratando de atravesar el río Envira, en cuyas riberas se halla el poblado Simpatia de los indígenas ashaninkas.
“Silbaban y hacían ruidos de animales”, contó Travassos. Este experto en indígenas aislados explicó que los acercamientos fueron breves y que los indígenas regresaron a la selva.
Hubo nuevos avistamientos los días siguientes, hasta el contacto directo y pacífico que fue facilitado por dos intérpretes indígenas que hablan la lengua pano y establecieron con ellos una relación de confianza.
Según el antropólogo Terri Aquino de la Funai, el acercamiento fue realizado probablemente para adquirir hachas, cuchillos y cacerolas.
Según el indígena jaminawa José Correia, una de las personas que se comunicó con los indígenas aislados, llegaron en busca de armas y aliados. “Contaron que fueron atacados por no indígenas y muchos murieron de gripe y difteria”, agregó Correia.
Un equipo médico del gobierno fue enviado a la zona y trató a siete indígenas enfermos para evitar la contaminación de la tribu, que tendría unos 50 integrantes.
Esta información fue calificada de “extremadamente preocupante” por la ONG británica Survival International, que lucha por los derechos de los pueblos indígenas en el mundo, ya que epidemias de gripe han aniquilado tribus enteras en el pasado.
La voluntad de estos aborígenes de no establecer contacto con otras tribus o con el mundo exterior resulta probablemente de contactos anteriores desastrosos, de la invasión continua de sus territorios y de la destrucción de su hábitat en la selva, según Survival.
Survival lanzó un llamado urgente a los gobiernos de Brasil y Perú para que protejan el territorio de los indígenas aislados, y urgió a las autoridades a honrar sus compromisos en materia de cooperación transfronteriza.

Sobrevivientes que huyen de guerras y talas

La Amazonia brasileña es el hogar de más pueblos indígenas no contactados que ningún otro lugar del mundo. Según la Funai, se piensa que hay al menos 77 grupos de indígenas aislados en la selva.
Los grupos no contactados que viven en el estado de Acre son probablemente los supervivientes de la fiebre del caucho, que supuso la esclavización de muchos indígenas.
Es probable que los que sobrevivieron huyeran remontando los cursos de los ríos. Los recuerdos de las atrocidades cometidas contra sus ancestros aún pueden estar muy vivos.
Se sabe muy poco de estos pueblos. Lo que sí se conoce es que desean permanecer sin contactar: han disparado sus flechas tanto a foráneos como a aviones o, simplemente, han evitado el contacto adentrándose aún más en la selva.
Algunos, como los awas -no contactados-, son cazadores-recolectores nómadas que continuamente se desplazan por la selva, pueden construir una casa en unas horas y abandonarla unos días después.
Otros pueblos más asentados viven en casas comunales y plantan mandioca y otros cultivos en claros de la selva, además de cazar y pescar.
En Acre podrían vivir hasta 600 indígenas en cuatro grupos diferentes. Allí viven en relativa tranquilidad en varios territorios que han sido demarcados y que, en su mayor parte, han permanecido intactos.
Quizás unos 300 indígenas no contactados vivan en Massacó (Rondonia).
Usan arcos y flechas enormes -se ha encontrado un arco que medía más de 4 metros- muy similares en tamaño y en diseño a los del pueblo indígena sirionó, de la vecina Bolivia.
Está claro que les gusta comer tortuga: se han encontrado montones de caparazones en campamentos abandonados.
Sin embargo, otros grupos no contactados están tambaleándose al borde de la extinción con tan solo un puñado de individuos.
Estos grupos tan pequeños y fragmentados viven sobre todo en los estados de Rondonia, Mato Grosso y Maranhao y son los supervivientes de brutales robos de tierras, cuando eran el blanco de madereros, terratenientes y otros por los que fueron asesinados.
Hoy día aún son deliberadamente perseguidos y cazados y las selvas donde viven están siendo rápidamente destruidas.