La nave no tripulada despegó este jueves e investigará la superficie lunar. Un científico argentino participa en el proyecto.
Por primera vez en la historia, Israel lanzó una misión no tripulada a la Luna. Se trata de Bereshit, que despegó este jueves a las 22.45 (hora Argentina) desde Cabo Cañaveral, en Orlando. Buscan investigar la superficie lunar y fomentar el interés de los jóvenes en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática). En el interior de la nave, que está previsto que arribe el 11 de abril, lleva una cápsula del tiempo con información del Estado de Israel y testimonios de un sobreviviente del Holocausto. Clarín habló con Diego Saikin, un ingeniero argentino que vive en ese país y forma parte del proyecto.
“Estamos emocionados y con muchas expectativas. No sólo es el debut de Israel en otro cuerpo celeste sino que es la primera vez que en el mundo se encara una iniciativa así por parte de un grupo no gubernamental. En este caso, lo lidera Space IL que es una fundación sin fines de lucro”, explica Saikin, que tiene 37 años y vive desde hace 23 en Israel.
Cuenta que nació en Avellaneda y emigró a Israel con sus padres y su hermano. Hizo un primer título en Ingeniería Electrónica y de Computación en Beer Sheva, Israel, y un segundo título en Cibernética y Robótica en Praga, República Checa. Trabajó durante cuatro años en la misión no tripulada que hoy tiene su tan esperado comienzo. “En hebreo, Bereshit quiere decir ‘Al comienzo’ y, a la vez, son las primeras palabras de la Biblia. Hubo una consulta popular vía redes sociales en Israel y la gente eligió ese nombre para la nave”, agrega Saikin, que para el despegue estará en la ciudad de Yahud, cercana a Tel Aviv, monitoreando el dispositivo.
El vehículo lunar, sobre el que trabajaron 240 personas y que tuvo un costo de alrededor de 100 millones de dólares, llegó al espacio en el interior de un cohete modelo Falcon 9 de la empresa Space X. A los 32 minutos de lanzado al espacio se desprendió Bereshit y ahí inició una travesía guiada desde un centro de control ubicado en Israel.
Es el dispositivo más pequeño enviado a la Luna: pesa 150 kilos vacío y 600 con combustible, mide dos metros de diámetro y un metro y medio de alto. A su vez, puede alcanzar los 10 kilómetros por segundo (36.000 kilómetros por hora). Viajará 6,5 millones de kilómetros en órbitas elípticas durante dos meses.
Si la misión tiene éxito, Israel se convertirá en el cuarto país en llegar a la Luna, luego de grandes potencias como la ex URSS (1966), Estados Unidos (1969) y China (2013). “Sería un logro impresionante para un país tan chiquito”, se suma Leo Vinovezky, que nació en Rosario, vive hace 32 años en Israel y es diplomático de la Agencia Espacial Israelí.
La intención del proyecto, aporta Vinovezky, es “entender los componentes de los que está hecha la Luna y sus campos magnéticos”. Además, pretenden generar un efecto similar al que tuvo la expedición del Apolo XI, con el primer hombre pisando la Luna. “La idea es que los jóvenes se entusiasmen con las STEM, tanto en Israel como en otras partes del globo”, resalta.
En territorio lunar planean analizar rocas magnetizadas con la colaboración del Instituto de Ciencia Weizmann. La NASA aportó un retro-reflector con el que también realizarán mediciones con láser.
No se espera que el artefacto regrese a la Tierra, quedará allí junto con la capsula del tiempo, en la que dejarán la bandera de Israel, el himno de ese país (“Hatikva”), dibujos de niños, poemas, notas escritas por el Premio Nobel de la Paz y ex presidente fallecido, Shimon Peres, y memorias de un sobreviviente del Holocausto.