El ejército de Israel consideró que tenía un estrecho margen de actuación antes de que el líder de Hizbulá volviera a desaparecer, según tres altos mandos israelíes.
Los dirigentes israelíes conocían el paradero de Hassan Nasrallah desde hacía meses y decidieron atacar la semana pasada porque consideraron que solo contaban con una breve oportunidad antes de que el líder de Hizbulá desapareciera a otro lugar, según tres altos funcionarios de defensa israelíes.
Dos de ellos dijeron que se lanzaron más de 80 bombas durante varios minutos para matarlo. No confirmaron el peso ni el modelo de las bombas.
Integrantes de Hizbulá encontraron e identificaron el cadáver de Nasrallah a primera hora del sábado, junto con el de un alto mando militar de Hizbulá, Ali Karaki, según los funcionarios, que citaron información obtenida desde el interior del Líbano. Los tres funcionarios hablaron bajo condición de anonimato para discutir un asunto delicado.
Hizbulá confirmó el sábado que Nasrallah había muerto en los ataques israelíes.
La operación se había planeado desde principios de semana, cuando los dirigentes políticos israelíes sostenían conversaciones con sus homólogos estadounidenses sobre la posibilidad de un alto al fuego en Líbano, y antes de que Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel, saliera del país para pronunciar un discurso en Naciones Unidas, según dos de los funcionarios.
Los tres funcionarios dijeron que Hashem Safieddine, primo del Nasrallah y pieza clave en la labor política y social del movimiento, era uno de los pocos altos dirigentes de Hizbulá que no se encontraban presentes en el lugar del ataque. Dijeron que Safieddine, a quien se considera desde hace tiempo posible sucesor de Nasrallah, podría ser anunciado en breve como nuevo secretario general de Hizbulá.