Para eso están desarrollando habitáculos que instalarán en túneles lunares y crean papas y tomates que crecen en el agua.
En Japón ya no solo se habla en serio de que un hombre de ese país llegue próximamente a la Luna, sino que van mas allá y ya están desarrollando un sistema para instalar una colonia humana en el satélite natural de la Tierra.
Esas primeras colonias espaciales se desarrollarán en túneles especiales que ya están siendo diseñados por el Centro de investigación de colonias espaciales (RCSC) nipón.
Es que Japón prevé que los humanos se instalen en la Luna en el año 2030, es decir dentro de solo 12 años, en enclaves que resulten autosuficientes.
Para ello, los nipones están trabajando desde noviembre de 2017 con profesionales de la Universidad de Ciencias de Tokio (TUS), al mando de la primera mujer japonesa astronauta, Chiaki Mukai.
UN OBJETIVO CERCANO
Este centro, el RCSC, tiene la tarea de desarrollar la tecnología óptima para garantizar la supervivencia del hombre en el espacio.
Para esta astronauta, el satélite natural de la Tierra “es un destino muy prometedor y muy realista” dada su cercanía, ya que apenas se tardan tres días en llegar, y por ello incluso la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) se ha sumado a la conquista lunar.
Según explica Mukai, el Centro de Investigación de Colonias Espaciales agrupa a una treintena de “brillantes científicos nipones que buscan alternativas a la Estación Espacial Internacional (EEI)”, cuyas operaciones está previsto que acaben la próxima década.
“Si lo pensamos -reflexiona Mukai- la EEI no es más que un ‘camping’ al que tenemos que llevar todo lo necesario desde la Tierra: agua, comida, ropa, cualquier cosa, excepto los paneles solares. Si vamos a la Luna, necesitaremos usar sus recursos y hacer que todo sea eficiente mientras reciclamos”.
Con esta visión, se trabaja en resolver cuatro grandes problemáticas: el diseño de un espacio habitable, con capacidad de abastecerse de energía y almacenarla, con tecnología para reciclar aire y agua, y en el que se puedan cultivar alimentos.
TUNELES PARA TURISMO
La propuesta del RCSC japonés presenta un habitáculo con forma de cápsula construido en los túneles ya hallados bajo la superficie de la Luna, una ubicación ideal para protegerse de los efectos de la radiación.
“En el futuro imaginamos que podría haber varios módulos de vida acoplados los unos a los otros”, dice Mukai, así como instalaciones en la superficie, orientadas para estancias cortas y hasta uso turístico.
Para la astronauta, de 66 años y con dos viajes al espacio en su trayectoria (1994 y 1998), la visión de una colonia en el espacio es más la de turistas acudiendo a hoteles que la de grandes urbes.
Para garantizar la viabilidad de esta residencia, los científicos están priorizando el estudio del uso de la termoelectricidad (producción de electricidad por calor) para el abastecimiento de energía y el diseño de un dispositivo que se instalaría en las paredes de los túneles.
Otro obstáculo es la temperatura. Es que la diferencia de temperatura entre el interior de la colonia y el exterior es mucha, de los +10/30 grados Celsius del interior a los +90/130 grados del exterior durante el día y los -170/230 grados de la noche. Frente a esto, los científicos japoneses aseguan que la termoelectricidad es el sistema más idóneo.
No obstante, el profesor Tsutomu Iida, miembro del RCSC, afirma que “pese a su sencillez, todavía hay que desarrollar los sistemas para mantener la temperatura constante, así como escoger un material adecuado para su implementación”.
Otro de los puntos de este sistema es que si bien la termoelectricidad tiene un larga historia, su uso es limitado, porque los materiales que suelen usarse son tóxicos y muchos han sido prohibidos en lugares como la Unión Europea.
Es por esto que el equipo japonés centra sus estudios en el siliciuro de magnesio (Mg2Si), un compuesto benigno y con reservas naturales abundantes con un tiempo de vida de una década, un período que podría ser superior en mejores condiciones en el espacio, según estiman los científicos.
Por otra parte, y como asegurar la producción de alimentos es otro de los puntos complejos, los investigadores del RCSC trabajan en pequeños invernaderos en los que realizan pruebas con papas, tomates, albahaca y lechugas sumergidas en agua en vez de plantadas en tierra. Y también, en obtener plasma por primera vez en estado liquido de manera artificial a partir de orina, para crear un compuesto capaz de ayudar a abonar los cultivos y mantener el agua libre de algas.