El armador y capitán Juan Taranto comentó molesto en la 99.9 la situación que está atravesando la pesca en el sur: “son cosas que nunca habíamos vivido y forman parte de un sistema patotero”; advirtió. “No tengo más ganas de trabajar, todo esto es una basura”; agregó luego.
La flota pesquera que se acerca al sur para cumplir con su tarea, se ha topado con un problema inesperado. Un delegado del SICONARA de Rawson decidió bajar de los barcos a todos los maquinistas dejando a las tripulaciones sin manera de trabajar ni de volver.
El Capitán y Armador Juan Taranto explicó en la 99.9 como se fue dando esta extraña situación: “estamos viviendo situaciones que nunca vivimos con un sistema patotero. Los barcos salieron de puerto con convenios firmados y pre-acordados. Cuando llegaron al sur se encontraron que luego de trabajar 15 días, los delegados de SICONARA en Rawson decían que los barcos así no pueden trabajar y obligaron a los maquinistas a bajarse”.
Lo que indican es que es un apriete que no están dispuestos a tolerar: “este sistema es viejo, corrupto, patotero y pueril. Las cosas se acuerdan en el momento que se debe. Ahora los barcos quedaron sin maquinistas, con los marineros a bordo listos para zarpar y que no tienen que ver con esto. No podemos dejar a la gente tirada allí y no saben que hacer”.
Si bien nadie advirtió sobre esta posibilidad, el gremio terminó avalando este tipo de acciones: “desde SICONARA Buenos Aires terminaron avalando la gestión de Maldonado que es el delegado de los maquinistas de Rawson y no tiene porque estar en el puerto de Comodoro Rivadavia. Estamos siendo víctimas de todos, han venido los maestros, Polo Obrero y Camioneros para parar los barcos”, dijo sobre lo que ha pasado en el año.
Enojado y molesto por la manera en la cuál se decide no dejar trabajar a aquellos que quieren hacerlo cuando los gremios habían acordado todo; Taranto fue más profundo en su análisis: “estamos metidos en un brete del cuál no sabemos como salir y encima están avalados, no sabemos que es lo que está detrás de esto. Parece que cuando dejamos la provincia de Buenos Aires nos vamos a otro país donde cada uno hace lo que quiere. Acá hay intereses creados y nadie le pone el cascabel al gato”.
Para el Armador es una situación límite que no tiene intenciones de tolerar: “no tengo más ganas de trabajar, tengo a mis hijos metidos en esto y me arrepiento de haberlos metido porque todo esto es una basura”, finalizó.