Cuatro personas fueron detenidas durante la cuarta noche consecutiva de disturbios, con centenares de hombres encapuchados y armados con bates y kalashnikov.
Grupos de jóvenes armados con barras de hierro, pistolas y hasta fusiles Kaláshnikov protagonizando escenas de guerra con barricadas y coches incendiados que podrían retrotraernos al “salvaje oeste”, según palabras del ministro del Interior francés, Christophe Castaner. Pero no, el escenario de todo esto es el mismísimo corazón de la Borgoña francesa, la ciudad de Dijon.
Los altercados, que comenzaron la noche del viernes, se han ido extendiendo hasta este martes por la mañana, aún con coches y contenedores incendiados, a pesar de los llamamientos oficiales a la calma y del despliegue de unidades de refuerzo de Policía.
Ya van cinco días de sobresaltos por el ajuste de cuenta que se traen los residentes de uno de los barrios más conflictivos de la ciudad, Grésilles, con chechenos llegados de toda Francia e incluso desde Alemania y Bélgica. El origen de los disturbios sería una agresión a un adolescente de 16 años de origen checheno por una cuestión relacionada con el tráfico de droga. Hasta un centenar de chechenos procedentes de diversos puntos fueron confluyendo en Dijon desde el pasado viernes aumentando el nivel de violencia en las calles.
Castaner ya ha prometido una “respuesta firme” ante las “inadmisibles” alteraciones del orden público e “intimidaciones” de los últimos días. A la par, anunció el envío de 150 gendarmes móviles de refuerzo a los agentes locales y la visita de su “número dos”, el secretario de Estado Laurent Nuñez, durante la tarde de este martes a la ciudad. Según Castaner, ya se ha abierto una investigación judicial “para determinar las circunstancias en las que estalló la violencia, aclarar los hechos, identificar a todas las personas implicadas en estos actos inaceptables y llevarlas lo antes posible ante la Justicia”, dijo en un comunicado de Interior francés.
Varias personas han resultado heridas tras estos cinco días de altercados aunque el balance total no está claro y varía según la prensa local. Algunos de los heridos lo son por arma de fuego, y la Policía, que ha realizado un enorme despliegue en las últimas noches en el barrio movilizando incluso tanquetas blindadas, detuvo en la madrugada del lunes a cuatro individuos.
El fiscal de Dijon, Eric Mathais, habló el lunes por su parte de una “deriva comunitarista con un trasfondo racista” y afirmó que los chechenos habían llamado en las redes sociales a vengarse de los “magrebíes” tras la agresión del adolescente. El fiscal ha anunciado que la investigación abierta incluye el delito de incitación a la violencia por el uso realizado de las redes sociales por parte de los grupos chechenos.
Por su parte, el director del gabinete de la Prefectura, Frédéric Samson, explicó este martes que se han constatado dos ataques más en las últimas horas, uno contra un equipo de periodistas del canal público de televisión France 3 y otro contra un automovilista que fue sacado a la fuerza de su coche y a continuación lanzado contra una barricada que los agresores, encapuchados, habían incendiado previamente.
Fuerzas insuficientes
«La Policía no ha hecho bien su trabajo», ha denunciado el alcalde de la ciudad, François Rebsamen, que ha criticado que ni hay fuerzas policiales suficientes para mantener el orden público, ni los servicios de inteligencia han sabido detectar la amenaza que podían suponer esos grupos de chechenos que «durante tres días han aterrorizado Dijon», ha dicho en los micrófonos de la radio RTL.
Lo que empezó siendo un suceso local ha saltado al panorama mediático nacional por la violencia de las imágenes que se han difundido a través de las redes sociales. Y como era de esperar, este ajuste de cuentas que ha secuestrado la paz en Dijon ha tenido su derivada política. La ultraderechista Marine Le Pen ya intenta capitalizar la situación. La presidenta del partido Agrupación Nacional ha aprovechado para culpar al Gobierno de Emmanuel Macron de los desórdenes y reclama que la Policía actúe con mayor contundencia, “aunque les llamen racistas”.
La emigración hacia Francia desde Chechenia, una república rusa de mayoría musulmana, comenzó en los años noventa, a raíz de las guerras en el Cáucaso Norte. Francia no guarda registro de las minorías étnicas que viven en el país, pero la Oficina francesa de protección de refugiados y apátridas (Ofpra) estima que hay unos 15.000 refugiados rusos en Francia, entre ellos muchos chechenos que huyeron de las guerras desde principios de los años 90.