El Ministerio de Economía entregó documentación clave sobre los viajes del vicepresidente cuando ocupaba esa cartera.
Podría haber sido la fresca ensalada verde con enormes langostinos, los vegetales mediterráneos, el salmón rosado o el selecto champagne que sirven las azafatas de primera clase en las principales aerolíneas privadas del mundo en las que viajó Amado Boudou cuando era ministro de Economía. Quizás también las decenas de miles de dólares que justificó como gastos en viáticos, que incluyen vinos exclusivos (botellas de cientos de euros), cenas en las que se tomaron costosas bebidas blancas, la contratación indiscriminada de salas de reuniones en hoteles de lujo –que podrían no haberse usado– o los alquileres de numerosos vehículos para su abundante comitiva.
Pero nada de eso hizo reflexionar al hoy vicepresidente, que es investigado por la Justicia por sus gastos en viajes oficiales mientras estuvo a cargo del Ministerio de Economía, entre 2009 y 2011. Los números no cierran, y en los próximos días va a tener malas noticias.
En el entorno de Amado Boudou confían que en las últimas semanas el vice estuvo eufórico porque la investigación sobre los negocios de la Presidenta y sus hoteles sacaron del foco de los medios sus propios problemas en la Justicia. Incluso se animó a volver a llamar a su ex novia, Agustina Kämpfer, para encontrarse a solas en su departamento de soltero en Puerto Madero.
Pero las internas en el Gobierno están que arden. Las áreas administrativas del Ministerio de Economía, a cargo de Axel Kicillof, entregaron en tiempo récord a la Justicia toda la documentación sobre los gastos en viáticos de Boudou durante su paso por esa cartera. Hubo tensiones. Los abogados del vice pidieron ver antes la documentación, pero los soldados de Kicillof mostraron un claro interés en que el juez Ariel Lijo –que procesó a Boudou por el presunto cobro de coimas en el caso Ciccone– tuviera todos los recibos de sus viajes a tiempo, en el marco de otra causa en la que lo investiga por presunto enriquecimiento ilícito. El Ministerio envió varios tomos con cientos de facturas y comprobantes a Lijo, uno de los verdugos judiciales del kirchnerismo. El juez, por estas horas, debería estar analizando esa documentación.
Los asesores de Kicillof no dudaron en enviar copias de pasajes, recibos de gastos en restaurantes de todo el mundo, facturas de alquileres de vehículos para su comitiva, comprobantes de contratación –por decenas de miles de dólares– de salas de reuniones en hoteles vip y servicios fotográficos de miles de dólares, y recibos de cenas en las que se tomó vino de cientos de euros y se brindó con bebidas blancas regionales. Aquellos que recopilaron la información de los gastos de Amado dentro de la cartera económica explotaron de sorpresa cuando hacían las fotocopias que le remitieron a Lijo hace dos semanas: ¿es legal que un ministro pase gastos personales como bolsos de viaje, bebidas blancas y cenas con vino que supera ampliamente el sueldo de un jubilado?
El asesor de uno de los ministros más importantes del Gobierno explica cómo funciona el esquema de “gastos eventuales”. Se trata de una caja casi sin límite que manejan los funcionarios de alto rango en viajes protocolares y que sólo necesita ser rendida con comprobantes. Nadie revisa ni cuestiona nada, y pueden pedir prácticamente lo que quieran. El asesor habla de miles de dólares por vuelo sin auditoría, y recuerda que es uno de los “beneficios” preferidos de algunos asesores ministeriales.
En el caso de los gastos eventuales de Boudou, el problema es que él usó parte de esos viáticos para justificar su enriquecimiento. En sus declaraciones de bienes de 2009, estableció como “ingresos” en concepto de viáticos del Ministerio unos $ 24 mil; en 2010, $ 91 mil, y en 2011, $ 65 mil. Suman más de $ 180 mil pesos que el vicepresidente usó para justificar su enriquecimiento patrimonial.
Si el juez Lijo comprobara que esos fondos provienen de facturas apócrifas, por ejemplo, Boudou estaría en un serio problema en los próximos meses.
Un dato que revela la contradicción propia del “relato” con la cruda realidad: Amado viajó pocas veces en Aerolíneas Argentinas; casi siempre contrató asientos en vuelos comerciales de empresas como American Airlines, Lufthansa o British Airways. En general, en primera clase. No es la primera vez que el vice tiene problemas con los gastos en viajes. A principios de 2013, el diario La Nación reveló que suele ir acompañado de entre 6 y 15 personas, y que sólo en 2012 gastó más de $ 3 millones en viáticos sólo para su comitiva.
Pero el verdadero problema está en sus propios gastos cuando Amado estuvo fuera del país, muchos de los cuales estarían teñidos de irregularidades. A menos que Boudou logre explicar cómo hizo para gastar fondos estatales en dos destinos distintos, pero al mismo tiempo.
Cómo funciona el sistema de viáticos
Cada vez que un funcionario tiene que hacer un viaje protocolar, el área legal y administrativa de su dependencia solicita los fondos necesarios para cubrir los traslados. En general se les pagan los pasajes y se les dan viáticos diarios para cubrir logística, alimentos, hospedaje y movilidad, en caso de que se necesite. La Resolución 761/2010 modifica un decreto de 1995 y establece los procedimientos para solicitar el dinero, que debe ser declarado y justificado en un plazo no mayor a los cinco días desde que concluye la misión. En promedio se otorgan entre US$ 200 y US$ 400 según el destino, de acuerdo con una tabla oficial estipulada por Ley.
Pero la realidad es que los propios funcionarios reconocen que ese dinero sólo se destina –y no en todos los casos– a hospedaje: “Un ministro tiene unos US$ 400 de viáticos por día; con eso tiene que pagar sólo su hotel, porque en general los países que invitan pagan las cenas, los almuerzos y la movilidad”, detalla el asesor de uno de los ministros que más viajaron este año. La declaración contrasta con los gastos de Boudou que Kicillof envió a la Justicia: el vicepresidente pasó cenas, transporte, hoteles y hasta costosas bebidas. Pero los gastos eventuales son, sin duda, una de las cajas más codiciadas de algunos funcionarios: casi no tienen límites (pueden pedir decenas de miles de dólares) y no deben ser devueltos, pero sí justificados con comprobantes. Son los preferidos de muchos funcionarios.