En el marco del G-20, proponen que haya contratos estandarizados.
De cara a la reunión de ministros de finanzas y presidentes de bancos centrales que tendrá lugar en Buenos Aires el 19 y el 20 de marzo, en el marco del G-20, el vicepresidente segundo del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Demian Reidel, está trabajando en la propuesta que tiene el país en uno de los temas que estableció en la agenda: desarrollo de infraestructura. “Estamos preparando el material que será presentado y ya estamos haciendo avances en el tema. Esperamos poder anunciar cosas dentro de poco”, afirmó sobre el proyecto que busca transformar las obras de infraestructura en una clase específica de activo.
“Queremos impulsar que haya contratos estandarizados con división de riesgo/propiedad de manera de mejorar la liquidez de acceso al capital de estos proyectos. A eso lo llamamos crear una clase nueva de activos. Hoy esos bonos existen, pero llamarlos una clase de activos les queda un poco grande, porque no hay operaciones en el mercado secundario y no son tan comparables entre sí”, explicó Reidel a la nacion.
Según el economista y físico, los contratos de infraestructura tienen una enorme variedad y además los proyectos tienen características especiales que hacen que sea complicado para el sector privado tomar riesgo en este tipo de activos. “Hay riesgos específicos de la infraestructura, como la estructura legal doméstica de cada país, que es drásticamente diferente de uno a otro. Otro riesgo es el de no completar la obra. Por ejemplo, en un puente que tiene peaje está el riesgo de recaudación, flujo de autos e incluso antes de eso puede no completarse. Ahí no hay nada sobre lo cual cobrar. Entonces ese riesgo es de distinta naturaleza que el de la tasa de interés si tenés un bono de largo plazo”, detalló.
En este sentido, dijo que es necesario establecer cuáles son los riesgos que está dispuesto a tomar el sector privado y cuáles no, y entonces quizás hay un espacio para un diseño diferente de estas estructuras. “Sobre todos estos detalles hay mucho escrito, porque estos bonos se emiten. Simplemente no son comparables entre sí y poseen muy poca liquidez. Hoy la liquidez de los bonos de infraestructura es muy baja, entonces es muy difícil para las empresas que manejan activos y fondos de distintos tipos tomar riesgos y diversificar en estos proyectos. Es mucho más complicado que en un bono normal donde vos se puede comprar una porción del bono y después se puede vender”, señaló Reidel.
Luego dijo que el trabajo de este año y “del tiempo que sea necesario” es ver cuánto se pueden estandarizar estos contratos de manera tal que los inversores tengan un marco común para este tipo de inversiones. Una vez que esté eso “habrá mucho más capital y cuanto más capital venga, más barato va a ser para los países financiar esos proyectos de infraestructura”, agregó.
Según algunas estimaciones, la brecha global de infraestructura proyectada desde ahora hasta 2035 asciende a US$5,5 billones. Al mismo tiempo, bancos e inversores alrededor del mundo disponen de US$80 billones en activos, generalmente con bajos rendimientos.
En cuanto a la realidad argentina, el presidente de la Cámara de la Construcción, Gustavo Weiss, dijo que hoy se está invirtiendo la mitad de lo que se necesita en infraestructura. “Para crecer un 5% en forma ininterrumpida durante muchos años, el país necesita invertir 3% del PBI en obra nueva, 3% para mantener la infraestructura actual, 3% en obras nuevas vinculadas a lo que son los servicios públicos privatizados -energía eléctrica, telefonía, obras de gas, petróleo- y 6% en vivienda. Todo eso da 15% y sobre eso, un 10% en maquinaria y equipos para fábricas y demás, que totalizan un 25%. Hoy, del 15%, que es nuestra parte de infraestructura, estamos invirtiendo la mitad: 7%. La inversión en la Argentina de 1980 a la fecha -probablemente desde antes también, pero desde que se tienen estadísticas del Banco Central- es negativa porque la amortización del capital fue superior al incremento del capital”, aseguró en diálogo con la nacion.
Antecedentes
Consultado por antecedentes de este proyecto, Reidel dijo que un buen ejemplo es lo que pasó con los bonos de mercados emergentes. “Hoy, los bonos soberanos -pero eso es particularmente cierto para los bonos de países emergentes- son una clase de activos donde todo el mundo entiende las reglas. Cuando hay algún problema, cuando hay que reestructurar o cómo se renegocia, todo eso se conoce y se entiende mucho más, por lo tanto es mucho mas líquido el mercado y hay pools de capital que están mucho mas dispuestos a tomar riesgo en estos activos”, explicó.
Por último, definió la situación actual como “peculiar”: hay capital que quiere ser asignado a proyectos de infraestructura y un montón de proyectos que necesitan el capital y, sin embargo, no se comunican.